El regreso de Petreck Boll
Ik dietrick fon, el inusitado romance de Petreck Boll es un trabajo paradigmático en la carrera del autor y director Martín Zapata. Estrenada en 1986 y representada por el mismo Zapata hasta 2010, ha sido una obra que a lo largo de sus más de 20 años no perdió potencia, aun cuando en el paso del tiempo dejó der ser una obra de vanguardia debido a que la mayoría de las producciones contemporáneas son muy cercanas en lenguaje. Esto no hace más que resaltar su importancia.
Todavía a inicios de este siglo poco —o nada— se hablaba de unipersonales e incluso se discutía si el monólogo podía ser considerado teatro o no. Todo lo que entendemos hoy por unipersonal se encuentra en Ik dietrick fon: ruptura de cuarta pared, múltiples personajes por un mismo intérprete, un personaje que narra sin justificar dentro de la ficción a quién o por qué lo narra, son algunas de las características más recurrentes.
El año pasado en el marco del 2° Festival de Unipersonales, Martín Zapata anunció el reestreno de esta obra, ahora bajo la interpretación de su hijo Martín Tadeo Zapata. El jueves 14 de diciembre se cumplió el plazo y se estrenó en el marco del 3er Festival de Unipersonales con una sala llena de un público que Luis Mario Moncada calificó atinadamente de «querendón pero mañoso».
Sin duda uno de los estrenos más esperados del año en Xalapa y una de las experiencias más extrañas e interesantes como espectadora ya que la obra es la misma, pero diferente. Es casi una ruptura en el tiempo ver a Martín Tadeo Zapata tan parecido a su padre, con ademanes que comparten usando la misma piel del personaje que vi en su padre hace casi diez años. Al mismo tiempo un acontecimiento tan personal y familiar al que somos convocados y el debut de Tadeo como actor profesional en teatro con una obra con bastantes exigencias para el intérprete.
La obra, para quien no tiene referencia de ella, no solo tienen varios personajes y el espacio vacío, creando todo con una fina y precisa pantomima. Además gran parte de la obra se desarrolla en un lenguaje inventado que emula sonoramente al alemán y Tadeo lo realiza con gran precisión saliendo por su propio pie de este gran reto. Reto que él mismo se propuso, pues fue de él la idea de retomar la obra de su padre. Tardaron dos años en entrenar para levantar el proyecto, lo cual se nota en el trabajo actoral de Tadeo.
Al final, lo que se demuestra es que Ik dietrick fon sigue estando vigente y gracias a Tadeo una nueva generación de público y teatristas podrá conocerla, aunque ya no sea el teatro de vanguardia que fue hace casi 30 años.