La historia en Country
Justo ayer, en la mesa de reflexión, se discutía sobre el funcionamiento de las lecturas dramatizadas frente a un texto dramático y cómo es un género en sí mismas. Country, la obra escrita y dirigida por Juan Carlos Franco, invita a seguir con esa reflexión: es una obra que el año pasado se presentó como lectura en el Ciclo Emergente y ahora como puesta en escena. Por un lado, me dio gusto ver muchos actores queretanos jóvenes con solidez en escena, pero extrañé el ritmo de la lectura que el año pasado dirigió Patricia Estrada.
La idea de la obra me parece muy atractiva, una historia de un joven sureño norteamericano Jackson Parker, que en medio de una función de teatro estudiantil dispara a sus compañeros en escena y al público. La narración es fragmentada y la cuentan distintas voces. Sin embargo, a pesar de que todas las voces hablan de Parker, el personaje nunca se construye. La información es redundante en lugar de dar profundidad y por eso resulta una obra cansada; bueno, por eso y por el ritmo denso y lleno de silencios vacíos de la puesta en escena. Los momentos corales son los mejor logrados.
Evidentemente hay una intención de lograr un efecto con la entrada de público invadiendo la escena, el cierre de la obra sin agradecimientos y los silencios. Siento que hay cosas muy pensadas, pero que no llegan a soluciones reales, es decir, se quedan en la idea del director/autor pero no se reflejan en la escena. Todos los elementos de la escena están cargados de significado, algunos muy interesantes, pero están desaprovechados.
Country es un estreno reciente, apenas ha terminado su primera temporada por lo que es un trabajo que todavía puede madurar, por lo menos agilizar el ritmo. En cuanto a las debilidades del texto ya tendrá Juan Carlos que explorar en otro trabajo, como bien dijo ayer Villarreal, una obra no es un producto final.