Venimos a ver a nuestros amigos ganar
Venimos a ver a nuestros amigos ganar es la primera de cuatro puestas en escena programadas en el 13 Festival de la Joven Dramaturgia, lo que me parece un acierto pues nos da la oportunidad de hablar de dramaturgia en un sentido más amplio. No solo como un texto previo a la escena sino como el ensamble de elementos. Hubiera sido un error querer revisar el texto ya que es otra forma de construcción dramática y exige la totalidad de la puesta en escena.
En la mesa de reflexión, Fernando de Ita y Bruno Bert, halagaron la calidad de la puesta en escena y de sus intérpretes, no pude sino estar de acuerdo. Sin embargo, me quedé con la sensación de que faltó profundizar más. Ciertamente había poco tiempo y quizá pocas ganas de disertar sobre una obra que en suma había sido una buena experiencia para el público, pero la excelente factura es solo una parte.
La obra cuenta una parte de la lucha por los derechos civiles de los afroamericanos en Estados Unidos, a la vez que cuestiona la idea determinismo genético para desembocar con la historia de Peter Norman, un australiano que condenó su carrera de atleta al hacer un gesto de apoyo a esa lucha durante los Juegos Olímpicos de México 68. Todo esto con un juego escénico dinámico, perfectamente ejecutado y equilibrado. Equilibrio que se ve afectado por las frases estilo superación personal a lo largo de la obra y que cierra en una moraleja final: Siempre podemos mejorar porque no todo está determinado genéticamente.
La moraleja resulta molesta porque simplifica la profundidad que plantea la propia obra.