¿Cómo vencer el miedo?
Luis Santillán
Cada vez es más difícil escribir, aquello que lo dificulta es un equilibrio dinámico entre el miedo y la decepción. Marco Antonio de la Parra menciona que escribir es un proceso de exorcismo, siempre le he creído, incluso he repetido la oración como ferviente pregonero, por eso sé que el miedo ante la pantalla en blanco no es la resultante de una crisis creativa (sólo en crisis es posible la escritura y eso de “creativa” siempre será subjetiva) sino la incapacidad para reunir el valor y nombrar a los demonios.
En el 2004 al lado de Alejandra Serrano y Luz Adriana Carrasco llegué a la entonces Segunda Muestra de la Joven Dramaturgia, asistí a los talleres, a las lecturas, a la puesta en escena de la obra de Wirth y entendí que debía esforzarme mucho para un día poder escribir drama, en ese entonces apenas comenzaba el azaroso juego de suplantar al dramaturgo.
Año con año volvía a Querétaro para ver que eso de la dramaturgia es complejo y complicado, pero aun cuando era frustrante no lograr poner en papel lo que se supone estaba aprendiendo, el miedo era uno de los obstáculos, nunca aquello que paralizara los músculos de los dedos e impidiera teclear algunos signos.
La Muestra, hoy Festival, de la Joven Dramaturgia es parte fundamental de mi existencia como posible dramaturgo. Los comentarios recibidos, las argumentaciones sanguinarias, las envidias alimentadas han permitido que la escritura no sea sólo el momento donde la pantalla se llena de palabras vomitadas por un estado emotivo, sino el campo agónico donde los demonios y quien escribe se confrontan.
Hoy pienso que si tuviera el valor (y el dinero) compraría una Remington para ponerla al lado de la ventana y recordar que hubo un tiempo donde valía de algo escribir, aunque en realidad me conformaría con adquirir una HP de escritorio que no se traba cada que se caliente y poder escribir una obra de teatro con la misma ingenuidad del 2004. Sé que puedo conseguir un crédito y tener la máquina para poder escribir, entonces ¿cómo vencer el miedo?
Si tuviera el valor creería que soy un dramaturgo, que los textos que escribo no son del todo malos, que realmente formo parte de algo, que mi destino no es ser dependiente del Oxxo más cercano. Pero la opción para reunir el valor, por el momento está confinada a un personaje llamado Sarah Josepha.
Mis creencias se han erosionado, mis convicciones han mermado tanto que algunas mañanas tengo que confirmar que aún no milito en un partido de derecha; estoy tan aterrado que en próximas obras escribiré personajes masculinos.
El miedo está por convencerme de ir a pedir trabajo en un Wallmart, pero la oportunidad de ir a Querétaro es la posibilidad de fuga. Hace años la Muestra fue la forma de entrar a la dramaturgia, hoy, si tengo el valor, quizá sea la forma para mantenerme en ella.