Artaud de Clarissa Malheiros
Leonor Arely Téllez
Este unipersonal de Clarissa Malheiros presentado en el marco del Festival de Unipersonales 2020 en su primera emisión virtual debido al confinamiento por COVID-19 en Xalapa, Veracruz, nos regala un espacio para pensar y repensar la vida de Antonin Artaud; un hombre que dedicó su vida a reflexionar el teatro y sobre todo su existencia en función del mismo.
Es interesante y nos da mucho en qué pensar ver a una mujer representando a este personaje, ya que, por lo regular los montajes o expresiones artísticas que le rinden homenaje se presentan desde la mirada de un hombre. La mayoría de las puestas que he podido presenciar o estudiar al respecto dan prioridad a la racionalización de sus propuestas e intelectualizan su poética, otras más desafortunadas romantizan la condición mental de este artista francés de la primer mitad del siglo XX.
Malheiros nos pone sobre la escena una Artaud dividida, rota, ensimismada. Nos comparte las enfermedades crónicas y el dolor corporal que la acompañó durante toda su vida, abriendo una ventana al ser humano y poniendo una pequeña pausa al héroe de la crueldad. Durante sesenta minutos nos reflejamos en el espejo de esta Artaud solitaria, atrapada entre el cuerpo exterior y el interior. Un cuerpo y una voz que grita ¡No poseo mi cuerpo!, cosa que resuena en estos momentos de confinamiento donde dos realidades están luchando constantemente para mantenerse en pie: la virtualidad y la presencialidad. Dos estados que nos obligan a cuestionar constantemente nuestra posición en el mundo: salud o enfermedad, ser el foco de infección o el cuerpo que espera no ser contagiado, el cuerpo finito o el infinito. Durante el encierro hemos tenido que convivir con nosotres mismes. Malheiros nos recuerda que restablecer la comunicación con una misma es dolor y crueldad. Nos separamos del mundo porque pensamos.
Vemos como propuesta estética un traslape de imágenes, la representación de ella misma como títere/maniquí y el cambio de cámara que va de color a cortes en blanco y negro como recursos que apuntan a una percepción distorsionada y fragmentada de la vida interior de este personaje. En el transcurso de la transmisión me encontré reflejada y atraída por la locura y la sensibilidad de este creador, sin embargo, lo que me conmovió fue que el discurso fuera a través de la voz de una mujer. Y me surgieron dudas ¿Es el cuerpo un sujeto político? ¿Es preciso seguir hablando del cuerpo/ la cuerpa desde las miradas de los hombres europeos?
No estoy segura si la intención de Malheiros es cuestionar la voz masculina de Artaud, sin embargo yo no pude dejar de sentir/pensar que ella, abrazaba el dolor, el cuerpo y la soledad de una forma que no había percibido antes.