MESS: Festival Internacional de Sarajevo
EL FINANCIERO/ Fernando de Ita
Bosnia-Herzegobina.- No podia ser de otro modo; la guerra, sus causas y sus efectos fue el gran tema de la edicion numero 51 del Festival Internacional de Sarajevo que presentó del 30 de septiembre al 9 de ocubre 32 producciones de teatro y danza de 15 paises, incluyendo a Mexico. Aurora Cano, la actriz mexicana que hizo el papel principal en Las Meninas, estuvo nominada como mejor actriz del Festival mas antigüo de los Balcanes y solo fue desbancada el último día por la actriz servia, Hana Selimović, que hizo el papel de la madre en el montaje de Oliver Frljić a Cuando Papa fue despedido del trabajo, la novela de culto de Abdulah Sidran, uno de los escritores mas queridos y conocido de los Balcanes.
Oliver Frljić es el director mas controvertido de los balcanes pues a sus 35 anos tiene tantos admiradores como detractores porque su teatro es poderoso, descarnado, excesivo en el buen y mal sentido de la palabra, como pudimos apreciar en el cierre del Festival donde presentó la producción ya mencionada, plena de aciertos teatrales y de creatividad en todos los apartados de la producción, así como la Carta de 1920 del Premio Nobel croata-servio, Ivo Andric (1892-1975), con una brutalidad difícil de compartir, pues lo menos que hacen los soldados de la pieza es copular con animales de cartón, de una manera cómica pero también gratuita. Para él fue el premio como el mejor director del Festival y su primer montaje se llevó el premio a la mejor obra.
El sitio de Sarajevo terminó en 1996 y los jovenes directores ya lo han tomado como su tema, a pesar de que no es fácil llevar el pasado inmediato al escenario. Por algo Brecht decía que hay que hablar del presente 500 años atras. Pero la joven directora bosnia, Selma Spahić, ha logrado una excelente espectáculo con la historia personal de las cuatro actrices y cuatro actores que componen el elenco. Cada uno narra la manera en que vivió la guerra y lo hacen con humor, dolor, cercanía y distanciamiento. Como todos ellos eran niños o adolescentes en aquellos años, hablan de sus padres, sus amigos con gran ternura y ojo crítico. Por su forma y contendio, el premio de la crítica fue precisamente para Hipermnesia, una de las obras que mas aplausos arrancó en el Teatro Nacional de Sarajevo.
Para estos ojos extranjeros el Festival fue una magnífica oportunidad de ver obras de países como Irán, que difícilmente llegan al mundo de habla española. La guerra contra Irak fue el tema de Pesadilla silenciosa, una historia contada por una nina de cinco años que sufre el insomnio de la guerra. El montaje era de caracter amateur pero era interesante observar como el mundo cerrado del fundamentalismo iraní se abría en el escenario para permitir, por ejemplo, que una joven y un muchacho se abrazaran en el escenario, acto imposible de hacer en público en la tierra de Jomeni. Tambien fue soprendente escuchar en voz a un actor bosnio negar la existencia de Alá en la pieza del dramaturgo local Kustrim Bekteshi, Derribando la Torre Eiffel, donde se cuestiona abiertamente la descriminación de la mujer en el mundo árabe.
Curiosamente, las producciones internacionales de grandes elencos, costosa producción y apantallante escenografía no provocaron mayor entusiasmo ni en los jurados ni en el público. La versión checa al libro de Elfriede Jelinek, Qué pasó caundo Nora dejó a su esposo, en el que el Premio Nobel desarrolla su visión femenista a partir de la obra de Ibsen, fue montada como una comedia ligera, casi picaresca que dejó a un lado la densidad y resonancia del tema. Lo mismo ocurrió con el drama inconcluso de Georg Buchner, Leoncio y Lena, que el director húngaro radicado en Rumania vistió e iluminó maravillosamente, aunque al optar también por el tono fársico dejo sin sentido el contenido de la obra. Como ambas producciones fueron aclamadas en sus países, solo me queda pensar que en los países del este europeo que tuvieron un extraordinario teatro convencional en sus años socialistas, no quieren saber nada mas de formalismos y están felices con la frivolidad de sus comedias musicales.
Finalmente, el Gran Premio del MESS, como es conocido en Bosnia el Festival que me ocupa, fue para la producción del grupo alemán Rimini Protokoll, Radio Muezzin, que bajo la dirección de Stefan Kaegi hizo un memorable montaje documental sobre la vida de cuatro muecines egipcios, a propositó del reciente mandato de la Secretaria de Asuntos Religiosos de Egipto que propone cambiar a los mas de 30 mil moacines o cantores de la gloria de Alá, que hay en aquel país, por 30 cantores profesionales cuya bella voz será amplificada por aparatos de sonido.
Lo insolitó de esta producción de uno de los grupos alemanes más insólitos de los últimos años, es el respeto, la simpleza y la claridad con la que presentan el dilema de los moaucines, utilizando los recursos tecnológicos para destacar el valor de la gente que tiene el privilegio de cantarle a su dios. Tres de los moacines son personas comunes y corrientes, uno es panadero, otro electricista, el tercero se encarga de la mezquita donde hace las oraciones y solo el cuarto es abogado y ha hecho carrera política gracias a su bella voz. El contraste entre los tres primeros rezadores y el cuarto es presentado sin palabras, con puras fotografías que muestran las costumbres y los recursos del moacin pobre y el moacin rico y el resultado es hilarante y profundamente crítico. Para los legos en la religión musulmana, por otra parte, es una lección sobre la cara mas noble de una devoción que suele presentarse en el mundo occidental como perversa.
Antes de salir de Sarajevo, me he detenido a tomar el agua que corre constantemente a un costado de la centenaria mezquita del centro histórico de la ciudad, porque dice la leyenda que quien bebe de ahí vuleve irremediablemente a Sarajevo y si tal mandato se cumple, se habrá cumplido también uno de mis fervientes deseos.
Imagen: Radio Muezzin, foto: Amer Kuhinja, http://mess.ba