Amor por el oficio
Renato Moncayo Dávalos
Tras su participación el año pasado con el espectáculo cómico Los anécdotas del miembro, Grupo de Teatro Dionisio, de Puerto Vallarta vuelve a la Muestra Estatal de Teatro de Jalisco con su reciente producción El hombre sin adjetivos.
Ciertamente que montar esta obra, uno de los textos más reconocidos del regiomontano Mario Cantú Toscano, implica un reto considerablemente diferente al que debió plantear su obra anterior. Mientras que Las anécdotas del miembro se limitaba a juntar una serie de cuadros cómicos relacionados con temas sexuales y pícaros, en este montaje vemos un intento por hacer una comedia que trascienda la risa fácil y permita reflexionar con mayor profundidad. La comparación es inevitable, la calidad de la propuesta es considerablemente superior esta vez. De entrada porque el texto de Cantú Toscano es mucho más logrado, consistente y gracioso que el repertorio de ocurrencias mostrado la vez anterior. Pero también porque la compañía ha crecido y evolucionado en su oficio.
La historia de tres amigos, todos ellos socialmente disfuncionales, que se ven obligados a emprender un largo viaje para asistir a un funeral, sirve de excusa para plantear la dificultad que implica para toda persona el relacionarse con otros seres humanos, al tiempo que retrata la frustración que dicha dificultad produce. El montaje logra que llegue el mensaje, sin embargo hay grandes problemas que tienen que ver con que no se alcanza la intensidad emocional ni discursiva que han logrado otras versiones del texto. Por tratarse de un escrito complejo, cómico a la vez que reflexivo, el tratamiento que hace la compañía se nota superficial, funcional al momento de explotar las partes cómicas pero que muestra dificultad para exponer cualquier forma de subtexto.
Por un lado las actuaciones necesitan crecer mucho: los tres interpretes son acartonados, sus acciones no parecen motivadas y su forma de decir sus líneas es poco creíble, lo cual distrae a sobremanera. Además, a la dirección le falta revisar el ritmo, la intensidad de la escenas y la psicología de los personajes, esto último impide a la obra trabajar más de un nivel a la vez, factor que no sólo le resta profundidad a la obra, sino que incluso le quita comicidad.
Otra cuestión que afecta al montaje es el hecho de que se siente anacrónico, puesto que no aprovecha las múltiples posibilidades y exploraciones del teatro actual. La escenografía, vestuario y trazo escénico resultan aburridos e incluso sosos. La obra resultaría más interesante si optara por usar menos elementos reales en escena y se fuera por una construcción más creativa, que economizara recursos y dejara más a la imaginación del espectador. Y es que muchos elementos, desde el vestuario y la escenografía, hasta los cambios de escena, lucen descuidados. Se ve una cierta falta imaginación, pero sobre todo una falta experimentación al momento de abordar su trabajo.
A El hombre sin adjetivos de la Compañía de Teatro Dionisio le falta trabajo, pero se trata también de una puesta honesta, y entregada, que hará reír e invitará a la reflexión. La falta de emotividad y oficio de esta pieza en particular será fácilmente superada en su siguiente trabajo, pues la compañía es joven y aprende rápido, a la vez que demuestra un gran amor por su oficio, es evidente que con más trabajo serán capaces de compartir esa pasión con su publico.
El hombre sin adjetivos
De Mario Cantú Toscano
Dirección Juan Pablo Salcedo
Elenco: Juan Carlos Ramírez, Samantha Dueñas, Omar Lucián.
Compañía: Grupo de Teatro Dionisio