De reinas y poetas. Fortalezas que devienen debilidades.

En escena: Alejandro Reynoso y Abel Huanosto. Foto: Ramón Merino
La compañía Vaso teatro presentó la obra Yo soy la reina Catalina, con dramaturgia y dirección de Manuel Barragán, como parte de la programación de la Muestra Estatal de Teatro en Michoacán.
Una puesta en busca del tono trágico donde las pasiones humanas eran el motor de cada personaje; el odio, amor, los celos, la envidia y de cómo estas pasiones desbordadas llevan a los personajes al límite y la destrucción.
Situaciones y flashasos que me remitían, a los clásicos griegos y esto me parece coherente porque en la actualidad, por más que digamos que estamos reinventando el teatro, seguimos trabajando con ellos, si no díganme ¿de dónde nuestra noción de la tragedia?
Desde el texto se propone, creo, una atemporalidad guiada por una mezcla de conceptos pero que no alcanzaba a ser del todo clara y es muy fácil caer en la confusión, ejemplo: se habla de una monarquía absoluta y de policías, no de una guardia Real.
Si estos detalles podrían pasar de largo había otros que no, como los rompimientos por la música, no sé si era tal cual la intención, usar también la musica como signo de atemporalidad pero que a ratos te sacaba de la ficción y de la atmósfera.
Conforme avanza la obra, se van dando giros inesperados, llevados de una manera prudente y que te van atrapando pero la tensión no alcanza a ser tanta para que provoque la ruptura de la liga, tensión desde lo actoral, no digo que estaban flojos, solo que faltó un poco mas de tensión y contención.
Fortalezas que de pronto se convierten en debilidades, el personaje de la Reina interpretado por Alejandro Reynoso se mostraba imponente, imponencia que a ratos se podía ver dura y tiesa pero que conforme avanzaban las escenas fue aflojando. La voz era uno de los recursos principales para esta pelea de poder pero que entre tanto grito parecía ya un abuso.
La propuesta estética era visible, las transiciones se arrastraban un poco pero siempre se agradece que para hacer los cambios de escena no tengan que recurrir a los oscuros totales como pasó, de nuevo, con otra obra de la Muestra, me refiero al montaje Tu piel vuelve a mi boca del colectivo Foro 4 con textos del poeta Gaspar Aguilera (de verdad no era necesario leer todo el currículum del autor antes de la presentación). No negaré que el texto es agradable para leerse como poemas o mandárselos a mi ex, pero solo se quedan en eso. Entre lo que vi y escuché había algo que no dejaba que me pasara más allá porque la propuesta era esa, que el espectador se dejara sumergir entre los brazos del texto y esa búsqueda del erotismo, los olores y texturas pero que de proscenio no pasaba.
Entre los textos recitados y poco entendidos por los actores, entre tantos elementos musicales, escenográficos, de utilería y recursos como las telas, podía ver una propuesta estética que no terminó de cuajar, eran bloques y bloques muy a modo de collage.
Traté de no mencionar que ciertas partes de la presentación, como lo fue el inicio, me remitió al video All the lovers de Kylie Minogue, sí, una masa de encuerados, frotándose unos con otros y hasta una paloma que tampoco pudo pasar de proscenio. Debieron meter esa canción en su repertorio. O no.