Una prieta chula y encantadora y no es albur
Rafael Volta
Así con pene soy una mujer completa.
La Prietty Guoman
Un lista de canciones, un mixtape en cassette o en disco compacto, rememora nuestra vida. Somos lo que cantamos en la regadera, frente al espejo o detrás de la ventana. Ahora que termina 2019, Spotify brinda una estadística acerca de lo que escuchaste en el año y en la década. A veces el resultado es sorprendente y revela nuestros gustos culposos, nuestro verdadero yo.
La Prietty Guoman es una chica trans que nos cuenta el soundtrack de su vida. Contar lo propio hacia los demás ayuda a encontrar la respuesta de quién en verdad es uno mismo. Ella se define como una “artesanía prehispánica viviente” y tiene la increíble capacidad de imitar a las estrellas del pop star system que van de Madonna, Beyónce, Whitney Houston, Mariah Carey y Julia Roberts, hasta La Tesorito y Juan Gabriel.
La historia que nos cuenta es lineal y arranca desde su niñez. Desde hace poco trabaja exitosamente en un cabaret acompañada de “La Mudita”, un hombre con peluca afro que al teclado crea la armonía suficiente para que La Prietty se explaye. Eso es todo lo que se necesita para hacer un gran show: música, baile, vestuario de colores chillantes y pegado al cuerpo, así como una escenografía que nos transporta a un glamuroso centro de espectáculos nocturno con espejo glitter, banquito de tocador y el frente de un automóvil cuya cajuela sirve de guardaropa.
A lo largo de múltiples anécdotas y digresiones, aderezadas deliciosamente con un humor cachondo y político, la morenaza nos cuenta su épica de discriminación, trata de blancas, explotación sexual, y enamoramientos. El personaje siempre supo desde niña su género: menciona que sus padres son los que verdaderamente la travestían, al vestirlo de hombre. Su historia, quizá, también es la de todos: luchar por encontrar un modo digno de vivir y al amor de su vida.
El público no para de reír, y aplaude emocionado. Nos tiene embobados su capacidad coreográfica y vocal. Pero, cuando tira dardos certeros a la realidad queretana, por momentos se crea un silencio incómodo. Unos ganchazos al hígado dejan mudos a varios: al hablar de los feminicidios y desapariciones en la ciudad, de las mujeres trans tiradas en la carretera 57 o en El Marqués, del derecho al aborto y el matrimonio igualitario. La dramaturgia de cabaret bien escrita tiene paradójicamente huecos que permiten la adaptabilidad del texto al tiempo y al espacio, sin que se pierda el hilo de la historia. Se agradece que César Enríquez investigue y lea sobre el lugar donde presentará su espectáculo haciendo una crítica mordaz.
El cabaret de La Prietty Guoman no se estructura en soltar gag tras gag, como ocurre en el stand up a costa de la ridiculización y el escarnio ajenos. Aquí hay una fábula con un discurso político y profundo, al defender una postura de igualdad hacia la comunidad LGBTTTI. Además nos recuerda que la prostitución es un oficio que merece el respeto y el reconocimiento como cualquier otro gremio: panaderos, taxistas, meseros. Mediante un uso de un lenguaje bien trabajado, que en momentos improvisa rimas en versos de arte menor, el oído se endulza aún las con groserías.
Al final, y después de que el público aplaudió de pie, la producción de Catamita relató lo difícil que fue traer a La Prietty Guoman a Querétaro. Cuando se busca ejercer la censura hacia un espectáculo, y no se permite presentarlo en cualquier foro considerado como “familiar” por el Estado, lo que se fomenta son estereotipos y, por qué no decirlo, odio y prejuicios hacia las comunidades que viven su sexualidad de manera distinta. Al final de la obra, el personaje accedió a tomarse fotos con los espectadores y ¡sorpresa! el público estaba conformado por niños acompañados de sus papás, jóvenes y gente mayor.
La obra desde la comicidad logra despertar en el espectador algo sumamente difícil de lograr: la empatía. Empatía hacia lo diverso, empatía hacia lo diferente, sin importar el género y la apariencia. Esto es el poder del teatro: el convivio. La capacidad de sentir lo que el otro siente. Darnos cuenta de la diversidad humana y el derecho que tenemos de vivirla, sin ataques. El Estado debe darse cuenta que la empatía se contagia a través del arte, la cultura y el teatro de calidad.
Parafraseando a La Prietty, ¿por qué ver más cabaret de calidad, como el de César Enríquez, sin ningún intento de censura?
Porque en este país, como a diario se lee en las redes sociales, hay mucho odio, linchamientos y nula empatía. Por eso, el país es un velorio.
LA PRIETTY GUOMAN, escrita, dirigida e interpretada por César Enríquez, fue la quinta obra del ciclo Teatro de una Noche de Otoño 2019, organizada por Catamita y curada por Juan Carlos Franco, y se presentó el domingo 1 de novidiciembreembre, a las 18 hrs. en el Museo de la Ciudad de Querétaro.