Sucesión del Conaculta
Fernando de Ita/ El Financiero
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- Ya resuelto el cargo mayor –Presidente de la República-, la fiebre política que le sigue es la de su gabinete, en el que la cultura no ocupa un lugar en la corteza cerebral del próximo Señor de los Pinos. Pero estamos hablando de una comunidad de 22 mil burócratas y cerca de 15 mil creadores de cosas ficticias que dependen mínima o mayormente de los casi 12 mil millones de pesos que ejerció en el año que agoniza el Consejo Nacional de las Artes. Especular sobre quién sucederá a la hija más sobresaliente de Acaponeta, Consuelo Saizar, es materia obligada en la sobremesa de la capital del país y los estados que la financian o la saquean, dependiendo de su ubicación geográfica.
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- Si Peña Nieto decide crear la Secretaría de Cultura, el candidato natural es Rafael Tovar y de Teresa, como el hombre que aprovechó la última presidencia imperial, la de Salinas de Gortari, para consolidar y expander la incidencia del CNCA en la vida cultural del país. A su favor se pone en la mesa su cultura personal, sus relaciones públicas, la creación del Centro Nacional de las Artes, el afianzamiento del FONCA, su decidido apoyo a la descentralización cultural, su vocación internacionalista. La puya en contra se resume en un adjetivo: elitista.
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- Si de poder real se trata, el candidato obligado es Raúl Padilla López, el poder tras el trono no sólo de la Universidad, la Feria del Libro, el Festival Internacional de cine de Guadalajara, sino del ayuntamiento y la gubernatura de la ciudad capital y del estado de Jalisco. Si hay un cacique, un capo, un jefe, un mándalo todo, no en el campo de la cultura sino en la industria cultural- que no es lo mismo, tal mandatario es Padilla López. Es tanto y tan amenazante su poder que si uno se refiere a él en estos términos, debe agregar que él será el responsable de las ganas repentinas que le den al de la voz de suicidarse. Para descanso del firmante se comenta que él no tiene la menor necesidad de dirigir el laberinto burocrático y la jaula de locos —y de locas—, que es el CNCA y la “comunidad artística del país”. Se aduce que el primer e inolvidable resbalón de Peña Nieto como candidato del PRI fue en la Feria del Libro de Guadalajara, y que el ya merito Señor de lo Pinos se olvida de los libros que no ha leído, pero no del ridículo. Dicen que si él quiere (Padilla López, no Peña Nieto), el puesto es suyo. Yo le digo: ¿para qué cambiar el poder absoluto por el poder relativo? No se mueva de Guadalajara, ciudadano Padilla López. Sin usted la perla tapatía perdería la joya de la corona.
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- En razón de trabajo espectacular y propositivo que está haciendo Saúl Juárez en Puebla (a pesar del chovinismo poblano que es uno de los más recalcitrantes del fanatismo provinciano), su nombre suena como mancuerna de Tovar y de Teresa, o como alternativa de la vieja guardia cultural, esa que comenzó desde abajo y formó parte de las mejores iniciativas del sistema cultural, como es la descentralización y la vinculación con los estados. En esta tesitura pero en otro terreno, el de la cultura universitaria, está la postulación de Gerardo Estrada, con una larga y fructífera carrera como promotor y administrador de los bienes culturales de la Nación.
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- La lista de suspirantes es larga, pero la mención de la UNAM me lleva a un dato duro, revelador, casi definitivo según las claves no escritas de la polaca mexicana: el 18 de octubre del año en curso, en la ciudad de Hermosillo, en la última reunión nacional de cultura del sexenio del Señor Felipe Calderón Hinojosa, estará presente, por primera vez en esas congregaciones de la cultura oficial, federal, gubernamental, un representante de la Universidad Autónoma de México, la directora de Extensión Cultural de la Máxima Casa de Estudios, la doctora María Teresa Uriarte Castañeda, que será presentada con honores, a la nomenclatura cultural del país, por Consuelo Saizar.
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- Si a esta insólita aparición de un representante cultural de la UNAM, que jamás había aparecido en estas reuniones de carácter oficial, le agregamos que el doctor José Ramón Narro Robles, rector de la mencionada universidad, suena cada vez más como Secretario de Educación, entidad de la que depende el “subsector cultura”, y si consideramos que el Señor de los Pinos ya le dio al rector la posición del CONACYTE, podemos decir, con el clásico: “éste arroz ya se cosió”.
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- La doctora Uriarte tiene un currículo impecable como académica, logrando las más altas distinciones de su Alma Mater, así que nadie podrá decir que no está al frente del CNCA una mujer de alto prestigio intelectual. Su participación en el Festival Cultural de Sinaloa, en el sexenio que gobernó tal estado su esposo, Francisco Labastida Ochoa, y su actual cargo en Extensión Cultural de la UNAM le agregan, teóricamente, la experiencia necesaria para dirigir el circo de tres pistas de la cultura nacional. Yo me arriesgo a pensar lo contrario, porque como ya sabe todo el que ha pasado por la doma de las fieras, el suspenso de los trapecistas, el humor de los payasos, la estampida de los elefantes y el olor a león de las bestias, la teoría de la gestión y la administración cultural no encaja con la compleja, contradictoria, encendida realidad del día a día de la cultura. Hay tantas cosas que hacer, que imaginar, que resolver, que instrumentar, que componer, que revertir, que sólo un híbrido de Vasconcelos, Chávez, Novo, Azar, Bremer, Flores Olea, Tovar, Juárez, Estrada, Saizar, podría hacerlo, acumulando las virtudes y no las rémoras de los susodichos.
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- El camarada Víctor Roura dirá, con razón, que mientras no cambie la estructura no importa el nombre. Pero eso sólo se logra con algo que falta por completo en la estructura del poder cultural oficial y universitario: la participación, con voz y voto, de los diversos niveles de creadores, maestros, promotores, productores, administradores de la cultura; no sólo de los divinos sino de los mortales, las mujeres, los hombres de a pie de la creación artística y su derivado: el público. Pero eso no se pide, se conquista.