Sión, el unipersonal maldito
Escrito, dirigido e interpretado por Sergio Moreno, llega al Festival de Unipersonales en Xalapa desde Monterrey, Sión. En escena, un símbolo trazado en el piso parece contener a un personaje un tanto demoniaco. En medio de un ambiente neblinoso ese personaje, Sión, cuenta fragmentos de su historia, cómo llegó ahí —aunque nunca es muy claro el por qué— y sobre todo su relación «amorosa» con un súcubo.
Digo amorosa entre comillas puesto que al principio se plantea como un demonio que habita en los sueños (aunque después se pierde esta idea) y porque en su calidad de demonios, Moreno disloca —o por lo menos al principio de la obra— los valores que se atribuyen al amor o a la dicha. De tal modo, cuando el súcubo lo abandona le dice en una carta escrita a arañazos en un el cuerpo de un feto: «no soy lo suficientemente desdichada contigo». El problema es que esta dislocación no se mantiene a lo largo de la obra, por lo que no es claro lo que el personaje quiere en términos de construcción dramática.
En un inicio se tienden muchos hilos y posibilidades para el espectador, en un punto intenta comunicarse con el público, cuenta historias que no continúa y muchos ganchos que son atractivos pero que ninguno tiene trascendencia, por lo que el espectador deja de buscarle sentido.
Lo mejor trabajado en este unipersonal que es la ópera prima de Sergio Moreno como autor, son la corporalidad y el humor, pero todavía es un trabajo que sabe a proceso, a un ejercicio que—a falta de herramientas— termina centrado en los efectos inmediatos, dejando endeble la construcción del personaje y su universo.