¿Sin presencia no hay teatro?
Como niño de rancho recuerdo algunos prodigios de la tecnología: la luz eléctrica. En la hacienda de Chimalpa un motor de gasolina alumbraba la casa de 7 a 10 de la noche. El resto eran velas y lámparas alemanas de petróleo. De joven le preguntaba a mi abuela, cuyo mejor recuerdo era haberse sentado en […]