Parkour, una línea recta inalterable
Yael Ávila
La agrupación SHKSPR & CÍA, originaria de Ciudad de México, presentó a través de una transmisión en vivo el unipersonal Parkour (o un manual para correr en línea recta) interpretado por Hamlet Ramírez el 8 de diciembre en el 6° Festival de Unipersonales Xalapa, realizado este año de manera virtual.
Un hombre ebrio, vestido en ropa interior, bata, calcetines y sandalias, recluido en la sala de su departamento y pasando por una crisis personal, es lo primero y último que vemos de la puesta en pantalla. Se trata de un empleado del área de Servicio a clientes de una aerolínea que nos cuenta las desventuras de su vida.
La interpretación de Hamlet Ramírez esta concordancia con el tono cómico e irónico de la obra, aunque también es intensa, bastante apresurada y carente de matices, con un ritmo invariable que no deja lugar a desahogos, salvo durante la transición de las escenas.
Respecto a la propuesta audiovisual, las herramientas tecnológicas con las que originalmente cuenta la obra son llevadas a otro nivel. La pantalla se presenta compuesta como las viñetas de una historieta y a la vez es un collage de capas de video en fast motion, en cuya edición se añaden filtros de color e imágenes que apoyan todo lo que el personaje nos narra. El diseño sonoro (Yayo Villegas) confiere unidad al conjunto de los elementos ya mencionados y a la transmisión en directo, tal como si de un video musical se tratara.
El diseño multimedia (Miriam Romero) está tan bien logrado que estéticamente resulta ser una obra por sí misma, en un principio es estimulante aunque después se vuelve agotadora. A grandes rasgos, la puesta en pantalla recuerda a un sketch de un programa nocturno de entrevistas en el que se escuchan risas grabadas.
La historia se vale de la crítica y el cinismo para buscar el sentido de una sociedad que se ha vuelto irracional. Nos identificamos con ella tanto antes como durante estos tiempos pandémicos, los cuales han hecho evidentes muchas crisis, a otras las ha exacerbado, y la misma situación ha llegado a pasarnos factura por la vida tan acelerada que llevábamos.
Ante un panorama de depresión y frustración no ofrece algo agradable, al menos para olvidarnos un rato de nuestros problemas. Sobre lo que sí nos hace reflexionar es que la vida no se trata de una línea recta, sino que tiene sus altibajos en todas direcciones, a los que no siempre sabemos responder ni mantener en control. Considero que lo que se necesita ahora son propuestas más alentadoras.
Los diálogos son dispersos desde su origen, muy pocas cosas se hilan. Se entiende como una especie de poema o un instructivo del que resulta un soliloquio. Montar el texto de un autor extranjero no siempre es fácil ni resulta como esperamos. Para Eduardo Pávez Goye en Chile durante 2008 funcionó, no por nada ganó la XIII Muestra Nacional de Dramaturgia. Ahora bien, ¿por qué montarlo más de 10 años después en México y en este preciso momento? Me he dado cuenta que en el país sudamericano se abordan temas de los que poco se habla en el nuestro, que se manejan ciertos tonos sobre otros y que se escribe para otros tipos de público, de nuevo, muy distintos al nuestro.
Finalmente, la obra sigue al pie de la letra su propio título y es una línea recta; inalterable, que no alcanza siquiera a curvarse o conectar con el siguiente punto. Es decir, no se ve el instante a partir del cual toma otro rumbo y evoluciona. Tal vez no sea el momento más oportuno para presentarla.