Cultura sin fondos, dónde están los presupuestos
Fernando de Ita
EL FINANCIERO
Llegó la cruda electoral: no hay dinero en las arcas públicas. En Monterrey, el mandamás de Consejo que administra la cultura institucional de Nuevo León, Romeo Flores Caballero, les anunció a sus directores de área que la Tesorería del estado le dijo, categóricamente, que no hay ni habrá fondos para cultura. Y comenzó el recorte de actividades.
Mario Cantú, vocal del Consejo de notables que aconseja a Conarte, se preguntó de inmediato por qué si el Congreso de la entidad aprobó fondos etiquetados para dicha institución, y el pleno de la misma aprobó los presupuestos para cada área, el gobierno del estado incumple con su deber. Como lo mismo pasó el año que se llevó a cabo el Forum de las Culturas, el dramaturgo regiomontano teme que ése dinero se haya ido a la campaña del PRI.
Espero que el dinero del INBA no haya corrido la misma suerte porque estamos a finales de julio y Hacienda no le ha soltado su presupuesto. Siempre se tarda, pero el fantasma del gasto electoral hace más tortuosa la espera. Lo incomprensible es que los diputados federales denuncien que hay miles de millones de pesos sin ejercer del presupuesto aprobado. ¿Dónde está ése dinero, dónde se quedan los fondos que supuestamente existen y no se gastan? ¿Es dinero real o dinero ficticio, es decir, que solo existe en los acuerdos?
El gobernador del estado de Guerrero se adelantó al sentir de varios de sus colegas y cerró el Palacio de Gobierno. Vaya respuesta para la crisis económica que se notó en todo, menos en las campañas electorales. Con el desastre económico la actividad artística que se hace con fondos públicos será duramente castigada. Los funcionarios seguirán recibiendo su mesada, igual que empleados y trabajadores, los afectados serán los productores de arte, y el público.
Muy pocos artistas viven directamente de su disciplina. La mayoría levanta uno o dos proyectos por año, y sobrevive de oficios y tareas paralelas a su labor creativa. Por ello se afirma que no es el estado quien subvenciona a los artistas sino todo lo contrario. En la Cámara de Diputados ha tomado cierta relevancia la legislación para la cultura. Se aprobó en lo general una Ley para hacer constitucional el derecho a la cultura. Como el dinero ficticio, la ley es letra muerta mientras no se aplique, y en un país en el que no se castiga un crimen como el de la guardería de Sonora, donde cada policía fabrica a sus culpables, ¿qué esperanza podemos tener que todos los mexicanos tengamos derecho a la cultura?
¿En qué consiste ése derecho? ¿Van a regalar los libros, a ofrecer los boletos para las bellas artes, a propiciar la entrada libre en los museos, las galerías, los cines, los conciertos, o será un derecho tan abstracto como el derecho a la educación, a la salud, al trabajo? Por lo pronto, todo cuesta, y el problema está en que el dinero que auto generan las instituciones culturales, tampoco se le ha entregado para irla llevando. ¿Dónde están esos fondos?
Acaso uno de los grandes errores de Sergio Vela al frente del CNCA fue justificar el magro presupuesto que el ejecutivo otorgó a la cultura el primer año del presidente Calderón. Los representantes de los gremios artísticos y los legisladores que se ocupan del quehacer cultural modificaron la designación presidencial hasta convertirla en el mayor presupuesto otorgado al ramo. ¿De qué sirvió esa conquista si tal dinero no se ve por ningún lado, y como todos los años, al terminar el ejercicio correspondiente nos dirán que no se ejercieron cientos de millones de pesos?
Sería bueno echar un vistazo a los institutos, consejos, secretarías de cultura de los estados y el Distrito Federal, para saber cómo están sus cuentas. Si las declaraciones de Marcelo Ebrad sobre la eminente catástrofe económica nacieron mirando los fondos de su tesorería, a temblar maceguales de la cultura.
Consuelo Saizar llegó al CNCA con ansias, me dijo, de servir la comunidad artística del país, y en esa medida, a la población mexicana. Yo le creí, en principio, aunque una cosa es el discurso político y otra las acciones concretas. Informar dónde están los fondos para la cultura del gobierno federal, además de una obligación de la funcionaria, será una excelente oportunidad para cumplir su palabra.