Jolgorio Sonorense

Foto: Pedro Augusto Meza #XIXFUT
A muchos no les gusta el texto en verso, pero esta vez la La Compañía Teatral del Noroeste hace que le demos otra oportunidad a esta forma del lenguaje. El maestro Sergio Galindo, autor y director de la obra hace una mezcla entre la forma de hablar de la gente que vive en la sierra de Sonora y el estilo clásico de Miguel de Cervantes, como resultado obtiene un texto con simpáticas rimas, y un grado de dificultad para la escena. Los actores logran pronunciar estas palabras con una musicalidad fluida y orgánica. En esta obra lo que más luce es la palabra y las actuaciones del elenco: Francisco Veru, Osvaldo Sánchez, Elizabeth Vargas, Mariana Sosa, Alejo Saavedra, Saúl Barrios, Belén Gil y el ya mencionado Sergio Galindo.
Alonso amanece recargado al pie de un saguaral, escribiendo en una libreta y su amigo Pánfilo lo único que quiere al despertar es comer. Así comienza la ficción, poco a poco se van presentando el resto de los personajes con entradas coreográficas que dan un giro al tono del montaje.
En cada escena el ambiente cambia, es tenso, chusco, romántico, místico, dependiendo de quienes sean los personajes que participan. Y el más entrañable sin duda es Pánfilo, provocó empatía inmediata, un personaje que siempre está a la expectativa de su entorno, curioso como un niño y entrometido como el vecino incómodo, engancha al público, nos identificamos por su pereza, los vicios, el buen humor ante la escasez de dinero y por ende la comida.
En contraste con Pánfilo tenemos al señor Camacho, el rico. Nunca mencionan cómo es que ha logrado tener tanto dinero, pero claramente es un narcotraficante, aparentemente un villano, pero en realidad con un lado humano y sensible.
No estoy a favor del narco, pero este personaje muestra como era la vida antes, cuando había un código de honor en el comercio de las drogas y estas personas fungían como un Robin Hood o un Malverde. La situación ahora es más violenta, la guerra que se a desatado, no tiene nada que ver con el honor o la sensibilidad. Como dice el dicho: el valiente vive, hasta que el cobarde muere. ¿Qué tan valientes, astutos o cobardes somos en esta sociedad?… Cuántas personas han tenido que negociar con estas organizaciones criminales y sistemas políticos para no ser arrebatados de sus tierras?, a estas alturas ya no se sabe cuál es el bueno o malo.
A pesar de todo, no se trata de quien vive o muere, se trata de estrategias y negocios, una reflexión que pasa desapercibida por que el hambre nos distrae.
Después de todo yo sí regreso al teatro en manada y espero ansiosa la carne asada que prometió Pánfilo, porque La Compañía Teatral del Noroeste siempre será bienvenida en la embelesada Tijuana.