Viva o muera, no cambia nada
Fernando de Ita
Regresa a los escenarios de Nuevo León la Muestra Nacional de Teatro, la reunión anual de los cómicos y los trágicos de la escena nacional, que ha sido cuestionada por un sector de dicha comunidad por la desproporción que hay en su programación entre las obras de la ciudad de México y los 32 estados de la República.
Concebida para mostrar el teatro de los estados, este año reniega de su vocación original porque de acuerdo a Alejandra Serrano, los montajes de la capital del país ocupan el 54.3% de la programación, y sólo 11 entidades de la Federación estarán presentes en la Muestra.
Más allá de las insostenibles justificaciones que han dado algunos funcionarios locales y federales sobre el centralismo cultural que esto implica, lo importantes es que habrá una mesa de discusión* dedicada a buscar un consenso respecto al futuro de este convivio que en sus primeros 25 años fue vital para el desarrollo y la intercomunicación del teatro regional. Precisamente en la ciudad de Monterrey la Muestra dejó de ser itinerante y se asentó en sus teatros entre 1988 y 1998, pero a decir del maestro Sergio García, se fue de la capital regia porque todas las decisiones importantes eran tomadas por las autoridades del INBA.
Regresa la Muestra a Monterrey con su carga defeña y se abre la discusión entre quienes sostienen que esta tertulia anual del teatro mexicano debe morir para dar paso a un circuito regional en el que circulen las mejores obras de los estados, y los reformistas que están de acuerdo en que la Muestra ya cumplió su cometido pero no debe desaparecer sino modificarse. En este debate es importante señalar que durante los 35 años de vida de la Muestra las condiciones culturales de los estados han cambiado sustancialmente. En 1978 no había consejos, institutos ni secretarías de cultura en el organigrama oficial, de manera que hacer teatro era una labor heroica, porque no había escuelas de teatro, ni apoyos económicos, menos becas ni estímulo alguno para el teatro. Y tampoco había teatros, salvo los históricos, como el Degollado, en Guadalajara, el Teatro de la Paz en San Luis Potosí, el Teatro Juárez en Guanajuato, el Teatro Principal de Puebla y ejemplos semejantes en Mérida, Campeche, Oaxaca y otras ciudades coloniales; más esos escenarios eran inalcanzables para los pioneros del teatro regional que hacían teatro literalmente por amor al arte.
Actualmente todos los estados tienen un piso de 1500 millones de pesos del presupuesto federal para actividades culturales, y la cantidad aumenta de acuerdo con la densidad de población de cada entidad. ¿Qué hacen las instituciones culturales de nuestros estados con ése dinero? La pregunta viene al caso porque una de las causas por las que vienen a la Muestra más obras de la ciudad de México que del resto del país, es porque ahí una producción favorecida por el INBA o la UNAM recibe entre 250 y 300 mil pesos de promedio para llevarse a cabo, y tiene una temporada de 30 o más funciones. ¿Cuánto nos dan en nuestros ranchos para producir teatro; cuántas funciones damos en los estados; cuántas opciones tenemos de hacer una producción independiente que al ser elegida en la convocatoria del gobierno del Distrito Federal tenga asegurada una gira por sus 16 delegaciones?
La opacidad, la discrecionalidad, la secrecía y la no rendición de cuentas con la que operan en los estados las instancias culturales, son algunas de las causas de nuestro segundo lugar, no en talento y capacidad sino en producción escénica. Por algo, la dramaturgia regional, que depende más de la aptitud y la imaginación individual, que de los apoyos institucionales, está a la par o por delante de la defeña. Nuevo León es el estado pionero en involucrar a su comunidad artística en la toma de decisiones, pero a toro pasado, porque los vocales de las diversas disciplinas artísticas no participan en elaboración, distribución y racionalización del presupuesto. Mientras en los norteños estados de Chihuahua y Tamaulipas, que en los sexenios pasados levantaron grandes complejos culturales, les sigan cobrando a los cómicos y trágicos de la localidad cantidades imposibles para utilizar esos espacios públicos; mientras los creadores, productores, promotores, difusores de la actividad cultural no participen en la conformación de políticas públicas para la cultura regional; mientras las cosas sigan como están, en suma, matar o modificar a la Muestra Nacional de Teatro no va a cambiar nada.
*Nota de la Redacción
La mesa de discusión a la que refiere el autor es la señalada como Presentación del ebook 35 años de la Muestra Nacional de Teatro el miércoles 12 a las 12:00 en la Escuela Adolfo Prieto dentro del Parque Fuundidora