Las marcas de la ausencia
El año y medio que llevamos de pandemia ha sido un duelo constante y siempre distinto. No dimensionamos todo lo que hemos perdido, por supuesto las personas que no están lo hacen patente, pero no son las únicas ausencias. Cada intento vital trae consigo un silencio abrumador, la huella de lo que no está.
Después de casi dos años, asisto por primera vez a un festival en persona, la décimo novena edición del Festival de la Joven Dramaturgia. Desechos frágiles es el título de la obra inaugural, qué apropiado me parece. La emoción de volver a festivales, del recuentro en Querétaro se empaña con el silencio que recorre el Museo de la Ciudad, antes siempre ruidoso. Tanto silencio me descoloca, siento de golpe el paso del tiempo y la nada. Esta es nuestra realidad y seguimos sin saber afrontarla, solo la navegamos, alguna manera siento más distancia que cuando estamos en Zoom. Todos estamos contentos y temerosos al mismo tiempo. Es festejo y luto al mismo tiempo.
Inicia la obra, una puesta en lectura de Samantha Victoria, una ecuatoriana radicada en Buenos Aires, primera vez que la convocatoria es internacional. El grupo queretano enNingúnlugar con la dirección de Sofía Quiroz y Humberto Vega presentan Desechos frágiles. Son dos voces, dos personajes que construyen su entorno y a otros personajes con la palabra, todo está narrado, por lo que las excesivas acciones resultan ilustrativas, pero no estorban quizá porque las interpretaciones de Eliana Jiménez y Luis Rubio se apoyan bien de ellas y muestran a los personajes con soltura y calidez. Inician las risas en la sala, risas de complicidad, la obra no es hilarante, pero genera simpatía con algunas situaciones de interacciones incómodas. Esas risas son un respiro, es regresar al teatro.
Desechos frágiles es una historia de soledades que se acompañan y que, por una vez, no lo hacen de manera tóxica y enfermiza. Agradecí a Samantha Victoria su texto, agradecí la dirección que lo llevo a un lugar para poder reírnos de nosotros mismos y al Festival de la Joven Dramaturgia el inaugurar con un respiro. Me quedo con muchas cosas de la obra de Samantha que espero ir desmenuzando en los siguientes días, pero me gustaría resaltar un comentario de la obra que me pareció muy claro y pertinente, en medio de la actual confrontación generacional cuya expresión más reconocida es el término “generación de cristal”, Samantha nos recuerda que al final, tanto unos como otros estamos perdidos y solos.
Patricia Estrada e Imanol Martínez han hecho un trabajo impecable para mantener el Festival, el año pasado en modalidad virtual y ahora en una versión muy reducida, pocas actividades, pocos días, pocos invitados, mucho cuidado y compromiso tanto con el público como con los creadores participantes. Gracias por su esfuerzo.