¡Ay, el mundo se está quedando vacío!
Murió el Maestro José Luis Ibáñez (Orizaba, Ver.1933-Cd. De México 2020), acaso el último guardián del teatro como representación de la condición humana, que no sólo es trágica y dramática sino también musical. Egresado de la FFyL de la UNAM, Ibáñez sabía todo sobre el Teatro del Siglo de Oro y sobre la Comedia Musical de Broadway. Nunca olvidaré la noche en su casa de San Ángel en que él y Jaime Cortés me abrieron los oídos a las canciones de Gershwin, Sondheim. Webber, Hirson y a las delicias de las grandes intérpretes de aquella lírica de mujeres abandonadas por sus canallas a todo swing. Jaime quería que Margie Bermejo cantar algunas de esas canciones y que yo escribiera el guion del espectáculo, así que para desburrarme me llevó con el maestro que, generoso como fue siempre, me dio una de sus lecciones magistrales sobre la vitalidad dramática y existencial del Musical.
Entonces yo ignoraba que fue el relevo de Héctor Mendoza en, Poesía en Voz Alta, uno de los momentos luminosos de nuestro teatro. Ya como reportero lo entrevisté para el estreno de Isabel e Inglaterra, de Bruckner, en el 79 y de La señorita de Tacna de Vargas Llosa en el 83. Con motivo de los 30 años de su famoso montaje de Las criadas de Genet, con Rita Macedo, me contó las peripecias que sufrió como director pero sobre todo como amigo de la actriz, que pasaba por uno de los momentos más conflictivos de su conflictiva relación amorosa con Carlos Fuentes, con el juramento de no decir una palabra al respecto. Fue una de las pocas veces que incumplí la advertencia de Vicente Leñero: “si no quieres que se sepa, no se lo cuentes a un periodista”.
Sucede que el Maestro era un hombre tan gentil, tan propio, tan educado, sin ser pedante o rígido de tal naturalidad para decirte que eras un ignorante, que se lo agradecías. El teatro fue su pasión y el magisterio su vocación. De ahí que además de sus memorables lecciones en la FFyL, daba clases privadas, lo mismo a gente de teatro que a señoras pudientes que pagaban con sus cuotas sus viajes a Broadway o al West End. Cuando repuso Asesinato en la catedral de Eliot, uno de sus montajes históricos, leyó mi crónica, me buscó por medio de Claudio Obregón y me dio un repaso sobre mis lagunas sobre Eliot y el teatro coral que en otra boca habría sido humillante. Con él sólo fue magistral.
Ya escucho el llanto de sus alumnos, no de sus amigos porque ya lo esperan en el Mictlán, aunque sospecho que él se irá directo al Broadway de los años 30 para ver y escuchar a Lena Horn cantando This lady is a trap. O más lejos aún, a cierto corral de comedias en donde se representa Mudarse por mejorarse del emigrante mejicano (con jota), Juan Ruíz de Alarcón, para ver si la puesta en escena que él llevó a cabo en 1965 le era fiel al espíritu de la comedia áurea. Cuando muere un hombre de bien deja un hueco difícil de llenar. La muerte de seres queridos me ha rondado desde la agonía de mi hermano. La muerte de gente admirada echa más leña al fuego. Uno se queda aquí, mirando que el Mundo se está vaciando de aquello que fue tu lugar y tu tiempo. No es dolor, ni nostalgia, ni conmiseración lo que me da la Muerte, sólo ganas de sentarme en una butaca del Schubert Theater de Broadway para gozar de A Chorus line, en medio de José Antonio Alcaraz y José Luis Ibáñez.
4 agosto, 2020 @ 9:37 pm
Breve, y bien ilustrada reseña sobre el maravilloso maestro José Luis Ibáñez.
Gracias, Fernando de Ita.
4 agosto, 2020 @ 9:43 pm
Seguirá alumbrando con su arte los escenarios del mundo. Alguien como él no muere. ¡Descase en paz maestro del alma!
7 agosto, 2020 @ 2:04 pm
Gracias Fernando de Ita por darle forma, en palabras, a este hueco que traigo desde el lunes. Lo que escribes, me revela a mi misma en estos momentos: » Uno se queda aquí, mirando que el Mundo se está vaciando de aquello que fue tu lugar y tu tiempo.» Descansa en paz, querido Profe, Ibáñez🙏
12 agosto, 2020 @ 1:07 am
Querido Fernando, con un poquito de la gentileza de mi maestro José Luis Ibáñez (espero contar con ese poquito al menos): el título de la canción es The Lady is a Tramp.
Aparte, e importante, tuvimos la suerte de compartir lugar y tiempo con él. Privilegio.
Abrazo.