La resistencia del teatro
El teatro no tiene que convertirse en otra cosa para “sobrevivir”, no está en peligro ni en duda su pertinencia, por el contrario cuando hemos tenido más ganas que ahora solo de juntarnos. Lo que está en peligro es la convivencia humana y por eso el teatro debe resistir.
No es que lxs teatristas no sepan hacer otra cosa, por el contrario es una estirpe de gente con muchas habilidades y en lo individual tendrán que solucionar y resolver, como la mayoría de lxs mexicanxs y debería decir de una buena parte de la población mundial, pero el teatro es otra cosa. Las experiencias tecnoviviales (como lo define Dubatti) cada vez más creativas e interesantes no deben ser una sustitución, hay que resistir, hay que permanecer juntos ¿aunque nos cuesta la vida? Para mí la respuesta es sencilla, porque cuál es la opción, cuál es el mundo que queremos habitar. Pero no necesitamos ser tan “dramáticos” porque el teatro no convoca masas. Es cierto que pese a eso hemos sido los primeros perjudicados y además seremos quienes no recibirán rescate económico, somos quienes tendrán todas las obligaciones y ningún derecho. Nos exigirán medidas de seguridad imposibles mientras con los conciertos masivos se contentaran con pasar gel antibacterial, porque el capital es quien manda.
En menos de 10 años el mundo ha experimentado dos pandemias, cada vez son más frecuentes y es posible que existan peores, todavía no hay vacuna para Covid-19 y no sabemos cuándo habrá y hasta cuándo tendremos que cuidarnos de ese virus pero después habrá otro. Las pandemias son un peligro latente en nuestro mundo contemporáneo y ante el colapso de la economía, que es lo que más teme el sistema capitalista, los guardianes de ella nunca volverán a dormir tranquilos y las medidas se endurecerán cada vez más para contener los contagios. Cómo va a afectar eso a la libertad individual y al deseo de juntarnos.
Más que nunca el teatro será una afirmación de la vida en sociedad, una acción política y quizá también una esperanza y por lo tanto sus filas se verán mermadas, tanto del público como de quienes lo realizan, porque ya no será tan importante el talento o el virtuosismo, sino otras habilidades. Siempre ha sido difícil dedicarse al teatro, ahora será casi imposible. Es más fácil rendirse al control del Estado a cambio de una promesa de seguridad y bienestar, un teatro volverá a la calle y otros devendrán espacios clandestinos, minoritarios, de resistencia.
Por supuesto mi mirada no es nada alentadora, hoy no sé cómo podría serlo pero es optimista pues pienso en el futuro ¿Ustedes cómo se imaginan el teatro en cinco años?