Cacerolazo cultural en la capital de Hidalgo
Para presentarse en sociedad, el Observatorio Ciudadano de Políticas Públicas y Derechos Culturales de Hidalgo, convocó el martes 3 de marzo a un “cacerolazo cultural” que partió del céntrico Parque de la Familia, en la ciudad de Pachuca, a la sede de la Comisión de Derecho Humanos del estado (CDHH), donde entregaron un denuncia por las irregularidades, omisiones, contubernios, opacidades, desmantelamiento de programas funcionales, discrecionalidad en el uso de recursos y ausencia de políticas públicas en el sector cultural del gobierno priísta de Omar Fayad.
Pocos pero ruidosos, la treintena de artistas y gestores hidalguenses arribaron a la sede de la CDHH proclamando: “Derechos culturales a todos por iguales”. Ya en la escalinata de la Comisión se leyó la denuncia en las que se enumeran 10 razones que trasgreden los derechos culturales de la ciudadanía en general y del gremio artístico en particular. Destaca el “uso discrecional de recursos públicos” de la Secretaría de Cultura que preside –es un decir, el abogado Olaf Hernández. Hay falta de perspectiva de género en los proyectos públicos, retraso y triangulación en el pago de los artistas, inoperancia del Portal de trasparencia y silencio de la SC ante solicitudes de información pública; se han suprimido programas como, Alas y Raíces, el PECDA y la Muestra Estatal de teatro, de probada eficacia; hay cobros indebidos para el uso de espacios públicos, duplicidad de puestos y funciones de la SC y el Consejo Estatal para la Cultura y las Artes de Hidalgo, y una nula o paupérrima atención a la población vulnerable.
Esta denuncia articula el descontento que estalló en las redes sociales y algunos medios impresos de la capital del estado a finales del 2019. Se pedía entonces la renuncia del secretario de cultural, el abogado Hernández, por su evidente y documentada inoperancia en el puesto. Eran tan claras sus limitaciones como funcionario de la cultura que se daba por descontado que el gobernador escucharía el clamor de los artistas y lo pondría en algún ministerio público. Por el contrario, el flamante abogado comenzó éste año haciendo lo que mejor hace como secretario de cultura: partiendo la rosca de reyes.
Ahora ya no es un reclamo ad hominem, sino un planteamiento fundamentado en los derechos culturales que otorga la Constitución y propone el bien común que debe procurar todo gobierno. Los artistas piden acceso a los proyectos del sector cultural, la regulación del uso de espacios públicos, la activación de programas que generen trabajo para los artistas del estado, que se termine la contratación terciaria, pago justo y a tiempo, programas con perspectiva de género, protección de los derechos culturales de artistas, docentes y gestores, atención a las poblaciones vulnerables y nombramientos idóneos para el sector cultural.
Gracias a las mujeres, en el tiempo que corre otros entes poblacionales han comprendido que en la calle se llevan a cabo las propuestas de las redes sociales. La revuelta virtual toma cuerpo en el asfalto. El incendio visual de las proclamas en la nube arde realmente en la voz de los inconformes. Los jóvenes están despertando y su tumulto romperá la inercia de Plaza Juárez –el centro político del estado de Hidalgo-, donde todo ha cambiado para que todo siga igual. O peor.