La fabulosa realidad del teatro
En la tenebrosa realidad de México y el mundo, el pueblo purépecha de Cherán más parece una fábula que un hecho real, en el que cinco mujeres formaron una valla humana para detener a los tala montes que cortaban sus pinos y sus encinos impunemente. Esta acción desencadenó, a finales del 2011, un movimiento comunitario que cambiaría la forma de gobierno de Cherán, expulsando al presidente municipal y a todo su séquito, incluyendo a la policía. Gracias a un fallo favorable de la Suprema Corte de Justicia, los 20 mil habitantes de Cherán regresaron a los usos y costumbres de sus antepasados para organizar la vida en común, y cuenta la leyenda que esto les permitió la prosperidad económica, la seguridad pública y el imperio de la justicia.
Estos logros los menciono como leyenda porque de ser verídicos, pero además ciertos, deberían ser el paradigma de un gobierno federal que busca, al menos en las mañaneras, la determinación de los pueblos originales. Aunque en éste caso la pregunta sería: ¿por qué tantos pueblos de Oaxaca, Guerrero, Hidalgo, Chiapas, que se autogobiernan al uso de sus costumbres, no han logrado la bienandanza que se le atribuye al pueblo purépecha?
Para contar la saga de los aqueos el Rapsoda recurrió al Mito, no a la sociología. Para narrar la historia épica de Cherán, Luis Enrique Ortiz Monasterio, cuyo sintagma es Legom, apeló a la fábula y al panfleto, de manera que su narración tiene dos tiempos dramáticos; el primero fabuloso y el segundo didáctico. No es la primera vez que el dramaturgo tapatío aclimatado en Coatepec hace de la historia real un cuento ficticio, pero sí la primera en la que la corrección política se sobrepone al ironista sin par que lo convirtió en el autor más original del siglo XXI mexicano. Legom fue también el campeón de la narración dramática que algún amante del terror verbal denominó como “narraturgía”. Precisamente lo que hacían los griegos, que no tenían Internet, para contar todo aquello que no podía representarse en el escenario, como la batalla contra los persas.
Cinco mujeres subyugadas al dominio masculino veían, igual que el resto de los pobladores de Cherán, cómo los talamontes se robaban su riqueza forestal, sin hacer otra cosa que lamentarse porque aquellos depredadores que les quitaban algo de sí mismas iban armados hasta los dientes. Para que la leyenda de inicio se requiere de un desastre simbólico que despierte el acto heroico. El detonador de Cherán fue que esos devastadores de la madre tierra cortaron el árbol en el que aquellas mujeres hicieron su nicho, ese nido de la niñez que nos marca para siempre. De ahí que la mejor frase del de la noche sea la siguiente: “Aquí no estamos haciendo una Revolución, sólo estamos cuidando un árbol”. El triunfo de la poética sobre la ideología.
Como fabulista, Luis Enrique presenta a cinco mujeres cojonudas que por amor a sus raíces están dispuestas a morir, mejor dicho, a dar la vida. Porque hasta entonces vivían aceptando la fatalidad de los grupos criminales que devastan los bosques de México. Cuando les tocan un nervio vital de su existencia se paran frente a las metralletas con dos piedras en la mano. Es la victoria del bien sobre el mal, del amor contra el odio, de la fuerza femenina sobre el poder masculino. Pero la realidad es compleja y aquellas cinco ateneas, aquel puño de Minervas son desplazadas por los barones que cosechan el valor de sus mujeres. Y ahí comienza el panfleto. Con personajes tan esquemáticos como el joven revolucionario que sólo dice lugares comunes, ajenos a un autor que es un maestro en la construcción del personaje. En lugar de plantear la ironía de un logro femenino usurpado por el poder masculino, el autor entona la loa de la voluntad popular sostenida sobre la demagogia, no por la realidad.
Alba Domínguez es una actriz sobresaliente de la Organización Teatral de la Universidad Veracruzana, la URTEUV, que luego de trabajar como actriz con la multitud de directores que han pasado por esa organización, dirigió Cherán como un resumen de sus influencias, es decir, con la teatralidad del siglo XX. Bien resuelta en los episodios de la fábula y cayendo en la reiteración de los simbólico en la parte didáctica. Las hogueras fueron uno de los emblemas de Cherán porque a su vera se forjó el movimiento de resistencia y porque ahí se eligieron a los representantes del consejo de notables que gobierna el pueblo. Pero hacer de tal símbolo una pobre exhibición pirotécnica, pobre en relación a los lanza fuegos de los espectáculos masivos, estropea la limpieza del trazo escénico, porque estamos hablando de eso, de una concepción moderna aunque no actual de la puesta en escena, en la que el equilibrio de los factores que forman la teatralidad; el espacio de la ficción, la luz, el vestuario, los atrezos, la música, el movimiento y la distribución estética de los actores, forman el todo escénico. En este sentido el montaje es muy retro. Y si eso provocó la ira de algunos doctores de la academia, el público quedó encantado con la emotividad del espectáculo, hecho más para sentir que para pensar.
La escenografía y la iluminación del laureado Jesús Hernández, el vestuario de Jerildy Bosch, el movimiento escénico de Alan Uribe y la música del maestro Joaquín López “Chas”, acompañan a la directora en la eficacia del relato en los términos ya descritos. Como esta es una coproducción de la URTEUV con la CNT, en el numeroso elenco de ambas agrupaciones hay nombres estelares como el de Érika de la Llave, Raúl Santamaría, Luisa Huertas, Miriam Cházaro, Karina Meneses, Pilar Padilla y diez más. El teatro narrado incomoda a los actores que prefieren estar en personaje de tiempo completo y no entrar y salir de situación, y tratándose de dos elencos con usos y costumbres diferentes, el logro de la dirección está en que la diferencia se note lo menos posible, como ocurre con el cantadito de algunos comediantes cuando hacen de indios y campesinos. En suma, un episodio de la vida real en el que cinco mujeres de raíz legendaria logran derrocar al mal gobierno de su comunidad para regresar a la equidad de los tiempos míticos, narrado y teatralizado de tal modo que ha molestado a dos que tres personajes del teatro dialógico, y deleitado al público jalapeño. Usted véala y escoja.