Renovación cultural en la 4T
Estar a favor o estar en contra
Martín López Brie
El cambio de gobierno y la expectativa de una transformación social en México ha generado en los primeros meses de esta administración mucho revuelo en torno a las políticas culturales, tanto las que veníamos arrastrando como las nuevas que se proponen.
El debate, en general, me parece necesario y benéfico, porque no somos una cosa homogénea ni como sociedad ni como gremio artístico, y la discusión permite que se hagan visibles diferentes puntos de vista y problemáticas que deben ser consideradas en la definición de políticas públicas.
Lo que me preocupa es que hay una tendencia a pensar que se debe estar a favor o en contra de la llamada 4ª Transformación sin importar las particularidades de cada caso. Hay un sector que exige la filiación y entrega incondicional al nuevo proyecto, hay quien pide un “voto de confianza” y algo de “paciencia” para que las cosas empiecen a funcionar, y miran con recelo cada crítica. O los hay que aprovechan cualquier torpeza, imprecisión, omisión u opacidad para arremeter en contra con furia repitiendo “Se los advertimos, pero no hicieron caso, ignorantes”. Como si no fueran naturales el error y los tropiezos en cada administración entrante.
Yo veo buenas y malas señales en el panorama general. Todavía me parece pronto para discernir si al paso del tiempo será para bien o para mal del sector, del gremio y de la población. Trataré de enumerar las pocas acciones que he seguido de cerca, para manifestar en cada caso mi parecer (Algunas son específicas de la Ciudad de México, que es donde me tocó vivir).
Primero las que me parecen malas señales:
1. Recorte al presupuesto de cultura en el PEF 2019. Esta es quizás la peor. El presupuesto más bajo de los últimos 3 sexenios. El argumento es que eliminando gastos superfluos, sueldos onerosos y lujos inexplicables, el ahorro se verá de hecho reflejado en un incremento. Lo que parece no tomar en cuenta este argumento es que muchos sectores que dependen de ese presupuesto ya operan por debajo de lo mínimo necesario. Es decir, aun ahorrando y distribuyendo mejor el dinero, el recorte sigue dejando desahuciados a edificios, institutos y sobre todo, a la gente, trabajadores artistas (sin contrato) y trabajadores de las instituciones (con contratos precarios).
2. Los despidos. Naturalmente derivados del punto anterior, se han realizado despidos en varias instituciones, y no parece haber solución a las demandas de trabajadores contratados bajo el régimen del capítulo 3000 que los trata como prestadores de servicios aun cuando llevan años haciendo la misma tarea. Y los despidos no caen sobre sueldos onerosos, sino sobre gente que gana apenas lo necesario para llevar adelante su vida. Se argumenta que en muchos casos hay duplicidad de funciones, pero no se dice (o ni siquiera se piensa) que en realidad muchos de esos son contratos mal redactados que no reflejan lo que la gente realmente hace (Yo alguna vez estuve contratado como jefe de prensa y medios cuando mi principal actividad era programar un foro, organizar eventos y a veces, redactar comunicados). Muchas de esas duplicidades son consecuencia de que el personal de base no cumple con las tareas que se requieren, ya sea porque no están capacitados o porque consiguieron conquistas laborales que los eximen de ciertas cosas, y entonces es necesario, para operar, contratar gente que sí lo haga. Sin duda el aparato burocrático tiene que adelgazarse, pues consume una cantidad enorme de recursos en alimentarse a sí mismo, pero antes de correr gente para cumplir con las reducciones indicadas desde la cúpula, deberían analizar caso por caso, y proponer un plan de contingencia para todos esos nuevos desempleados.
3. Los modos. Tanto en el caso de René Roquet y su equipo, del FONCA como de Daniel Goldin, de la biblioteca Vasconcelos, si bien es natural que el equipo cambie y se renueve, por la manera en que se realizan los despidos, parece que hay revanchismo, soberbia y despotismo más que renovación. ¿Qué es eso de despedir a alguien a las 9 de la mañana para que saque sus cosas antes de las 12? De menos, tendrían que haberles dado un par de semanas.
4. La simulación. Se realizaron, por parte del equipo de transición de la secretaría de cultura, foros de consulta para que los interesados llevaran propuestas. Con esto, dijeron, atendían la demanda de participación del gremio y la ciudadanía. Hasta el día de hoy, pareciera que echaron las propuestas a la basura, y usaron los foros para aparentar una escucha que en verdad no sucedió. Y no es que deban implementar todas las propuestas vertidas, pero al menos deberían explicar a los que nos tomamos el tiempo de redactar ideas, por qué no las integran o cómo lo harán en un futuro.
5. La opacidad. Como no sabemos cuál es el proyecto de cultura, ni cómo se usará el dinero asignado, quedamos a merced de la especulación y del sospechosismo. No existe, por ejemplo, ningún plan, idea o intención que proponga cómo mejorar la situación precaria de los artistas que con su trabajo y dinero subsidian el quehacer cultural del país y sin los cuales no existirían los cargos administrativos y programas de la secretaría.
6. La narrativa. Por último, ante las protestas del gremio frente al recorte y dados una serie de cuestionamientos, desde la Secretaría de Cultura se despliega una narrativa que pretende identificar los descontentos con gente que ve mancillados sus privilegios de artista que ha sido parásito del sistema viviendo de becas y prebendas discrecionales. Es decir, en lugar de escuchar, se ponen a la defensiva y descalifican al interlocutor. La mayoría de los artistas profesionales (y la mayoría de los que han protestado) viven en condiciones precarias de incertidumbre laboral, casi siempre sosteniéndose con trabajos intermitentes donde no hacen arte, sino otras cosas (en el mejor de los casos relacionadas al arte: clases, talleres, organización de eventos, gestión y promoción, cargos administrativos, etc) y cuando reciben algún apoyo, es esporádico e insuficiente. Muy pocos viven realmente de esas prebendas. Lo que piden los artistas no son privilegios, sino condiciones dignas para trabajar haciendo arte; y no para unos pocos, sino para todos.
Ahora sí, las buenas señales:
1. Libros baratos. La punta de lanza de un programa interesante articulado desde la dirección del FCE que se unirá con EDUCAL, Tierra Adentro y la DGP. Para los que hemos participado en ferias de libro populares, esto es crucial, pues hemos visto directamente el interés de la gente de bajos recursos en los libros, y cómo eligen de entre todas las opciones que podrían interesarles, solo los que pueden adquirir por 20 pesos o menos. Quieren leer, pero no les alcanza. Lo mismo con estudiantes de todos los niveles. Si bien se ha criticado que eso no basta para crear lectores (obviamente) y que hacen falta muchas otras acciones conjuntas, sobre todo educativas, la iniciativa no perjudica a nadie y pone al alcance de la mano materiales de lectura que de otra manera serían destruidos o quedarían inalcanzables en bodegas o estanterías. También se suma la idea de promover la lectura como un goce, no como un deber o una obligación, de modo que el acercamiento a la literatura sea lúdico y feliz, no una carga como suele imponerse en los programas escolares con libros de nulo interés para las generaciones más jóvenes.
2. Los Pilares. (CDMX) Todavía no se termina de entender bien a bien cómo funciona esto, pero de entrada, la idea de centros comunitarios que ofrezcan de manera integral una amplia gama de actividades y servicios, desde salud, prevención de violencia, así como arte y cultura, suena alentadora. Acá lo que hay que ir viendo es si estas iniciativas logran cambiar el paradigma instalado en la mente de la mayoría de las personas de que “el arte y la cultura no son para nosotros”, para darles la oportunidad de hacer arte y aprender a disfrutar muchas opciones diversas de manifestaciones artísticas a las que hasta ahora no han tenido acceso.
3. La convocatoria para dirigir los FAROS. (CDMX) Excelente señal que se someta a participación pública estos cargos de dirección, pues abre posibilidades a que los programas desde ahí apoyados tengan visiones amplias y diversas, expande el espectro de miradas y responsabilidades y confirma la vocación de apertura de la nueva administración.
4. Rediseñar el FONCA. Un asunto peliagudo pero indispensable. Apenas sabemos que se pretende rediseñar la forma de otorgar becas, a partir de un solo fondo, de convocatoria siempre abierta, desde el cual se definan de manera personalizada los montos a entregarse y la duración de los proyectos apoyados, para abrir las posibilidades de creación y acompañamiento según lo que verdaderamente necesita cada proyecto y cada creador. Suena genial, aunque nada fácil de implementar administrativamente. Esperemos que esta idea democratice y amplíe los apoyos para que no se queden en los mismos beneficiados de siempre, o que se queden en un grupo de nuevos beneficiados de ahora en adelante. (Ojalá que alcanzara para cubrir al menos el 40% de las solicitudes)
5. El teatro López Tarso. (CDMX) Que en la alcaldía Alvaro Obregón se recupere un teatro público de las manos de un empresario que se lo había apropiado, por medio de contratos con muchos beneficios para él pero muy pocos para la población (el más rampante extractivismo cultural), me parece estupendo. Lo que urge es que se dé a conocer el plan de recuperación y programación de ese espacio, y sobre todo, que no vuelva a quedar en el abandono (lo que abrió las puertas a la apropiación empresarial).
6. Misiones culturales. Aunque el nombre me causa repelús (suena mucho a misioneros evangelizadores que llevan la verdad a los pecadores y paganos, a una visión vertical y paternalista), llevar y promover arte y cultura en comunidades lejanas o marginales es un pendiente urgente del estado. Acá lo importante será crear los mecanismos para que se de seguimiento y acompañamiento a los “misioneros” por un lado, y no se imponga una visión colonial y centralista sobre pueblos con su propia cultura y manifestaciones artísticas, al tiempo que se amplía la gama de opciones que se tienen en los lugares alejados (y no tanto) de las capitales.
¿Y el teatro?
Todavía no está claro. Los nombramientos institucionales no parecen implicar ningún tipo de cambio, son los mismos de siempre (con alguna que otra sorpresa) rotando de puesto. Probablemente con menos dinero para operar, aunque (esperemos), mejores condiciones administrativas para pagar a tiempo y simplificar trámites. Lo que no se ve perfilado en ningún lado es cómo mejorar las condiciones de trabajo, producción y creación de un arte tan caro y poco concurrido. Tampoco se habla de formación de públicos. Pareciera que las teatralidades que se apoyarán desde el estado serán principalmente aquellas que puedan moverse a comunidades y espacios abiertos, de bajo costo y pocas necesidades técnicas. No estaría mal de no ser porque no se toma en cuenta el tiempo de trabajo que se requiere para hacer también este tipo de obras. Meses de ensayos, investigación y entrenamiento que son necesarios para crear algo digno y que nadie dice quién ni cómo se pagarán, con el riesgo de que con tal de conseguir la chamba, se hagan al aventón y la calidad disminuya drásticamente.
Es pronto para festejar el cambio o rasgarnos las vestiduras diciendo que “son lo mismo de siempre”. Por eso veo estas acciones como señales, y veo muchas cosas que están a buen tiempo de rectificarse. Me parece fundamental evitar la idea de “tomar partido” a favor o en contra de todo lo que se propone. Vale la pena irse deteniendo en cada cosa y ponderar los posibles efectos en la población.
Lo que me parece más importante es que no solo se hagan cosas diferentes, sino que se abran espacios para la toma de decisiones en conjunto con la amplia comunidad artística y cultural. Eso sería una verdadera innovación democrática.
11 febrero, 2019 @ 4:00 pm
Martín, me gustó tu reflexión por equilibrada, informada y enriquecedora.
Tengo una pregunta, ¿Los FAROS van a seguir existiendo? Me quedé con la impresión de que van a ser sustituidos por los PILARES.
15 febrero, 2019 @ 3:02 pm
https://www.eluniversal.com.mx/cultura/van-apagar-los-faros-para-levantar-sus-pilares
16 febrero, 2019 @ 12:50 pm
Saludos Ilya.
Los Faros no serán sustituidos por Pilares. Los Pilares aumentan la oferta cultural en la Ciudad.
Se mantiene su vocación, les aumentaron presupuesto y se está llevando a cabo un proceso inédito en el país, para que los próximos directores/as sean elegidos por la propia comunidad: usuarios, talleristas y vecinos interesados. Esto tiene ademàs la virtud de que fue una peticiòn por escrito de los mismos directores de Los Faros. Los actuales directores podràn postularse bajo las reglas de operaciòn, presentar su plan de trabajo y ser evaluados. Si la comunidad està a gusto con las y los actuales directores seguiràn en su puesto. De hecho se inauguraràn otros Faros, en cuanto estèn acondicionados los espacios.
La nota del Universal es tendenciosa, cometieron el error de no consultar a la fuente, en este caso al Director de Cultura Comunitaria, y tomaron declaraciones de otro momento y la sacaron de contexto.
En todos los Faros ya hay reuniones y El Universal se vio obligado a publicar la aclaraciòn del creador de los Faros.
Abrazos.
https://www.eluniversal.com.mx/cultura/faros-y-pilares-mantendran-autonomia-cada-uno
16 febrero, 2019 @ 4:05 pm
Muchas gracias Edgar, por la información tan precisa. Un abrazo.