Sobre las Misiones Culturales
En 1972 el poeta chiapaneco Eraclio Zepeda estableció el Teatro de Orientación Campesina en la CONASUPO, una dependencia federal que llenó el país de silos para almacenar la producción de granos de las comunidades rurales. “Laco” regresó a México de su militancia en Cuba admirando lo que estaba logrando el teatro didáctico en materia de salud y educación en la isla barbada, y quiso calcar esa experiencia en un contorno político, social y cultural completamente distinto.
Tan diferente que lo que en Cuba era una tarea de la Revolución en México resultó una acción revolucionaria que sobrepasó el gatopardismo del presidente Luis Echeverría y el poeta chiapaneco y su “camarilla” terminaron de patitas en la calle. Mas ya estaba sembrada una semilla que el Maestro Rodolfo Valencia (una de las escasas figuras de culto del teatro en México) siguió cosechando en la Dirección General de Culturas Populares, que entre 1986 a 1989, cuando la dirigió el antropólogo Leonel Durán Solís, también auspició un teatro popular urbano en donde el difunto Julio Castillo y la novel senadora Jesusa Rodríguez hicieron dos montajes memorables: Arde Pinocho y Vacío.
Volviendo al campo, el Maestro Valencia discípulo predilecto de Stanislavsky por la vía de Seki Sano, desarrolló una metodología del teatro campesino que yo llegué a atestiguar en diversas comunidades de la Sierra Madre Occidental, al lado de la maestra Soledad Ruíz y del entonces aprendiz de brujo Domingo Adame, profesor e investigador de la Universidad Veracruzana que ha documentado el proceso del Teatro Totonaca Contemporáneo desde sus orígenes, en 1982.
Lo valioso de la metodología de Valencia fue la formación de cuadros de origen indígena y campesino tomó en cuenta el entorno cultural de las comunidades rurales, cuyos usos y costumbres chocaban con la mentalidad liberal de los responsables de aquellas brigadas culturales que en riguroso silencio hicieron del teatro una herramienta de trasformación social. Alejandra Frausto, por cierto, fue directora de la DGCP y quiero pensar que las “misiones culturales” que propone como uno de los ejes de la Secretaría de Cultural Federal, ha tomado en consideración estas experiencias.
De hecho, desde el FONAPAS de doña Carmen Romano se han realizado brigadas culturales por todo el territorio nacional. Primero en la SEP y luego en el ISSTE, el occiso Manuel de la Cera cruzó el país de frontera a frontera y de costa a costa con docenas de grupos y solistas de las artes escénicas y visuales que llegaron, como me consta, a las escuelas y hospitales más remotos de la República, logrando dos metas que siguen siendo prioritarias: trabajo para los creadores de ficciones y la socialización de la producción artística.
Dos formatos
En términos coloquiales, el Teatro Campesino enseñó a pescar a los jóvenes de las orillas del Sistema y de la Cera les llevó el pescado fresco a su mesa. Aun ignoramos cuál será la metodología de trabajo de la Secretaría de Cultura Federal, pero ya Conchi León comentó en la red que en Yucatán los responsables de la cultura oficial le dijeron que su política será contratar a gente sin formación ni experiencia para que se hagan en la práctica, porque en la obtusa mente de estos funcionarios cualquiera puede tocar el violín, no importa que desafine y en consecuencia forme orquestas para ahuyentar a la audiencia. Lo importante es subirse al tren de la Cuarta Transformación cuya maquinista parece no tomar en cuenta que las “misiones culturales” de los años 20 y 30 que pretenden imitar se hizo con poetas, escritores, pintores, artesanos, músicos, titiriteros, cineastas y maestros de tan buen nivel que años más tarde se convirtieron en la élite de la cultura en México.
En teoría resulta irreprochable que la SC le dé prioridad a la cultura municipal y comunitaria, en los hechos basta recorrer los municipios de mi entidad (Hidalgo) para confirmar el estado catastrófico que guarda la formación artística en las escuelas y centros culturales, en razón de la nula importancia y el ridículo presupuesto para tal fin que conllevan a la elección de las personas menos indicadas para la tarea cultural. Sin una pedagogía adecuada, sin la gente que pueda aplicarla, sin una auténtica interconexión con la SEP y la voluntad política de los tres niveles de gobierno, ninguno de los formatos que elijan para la formación artística y la socialización de la cultura cumplirá su fin.
En la mixteca oaxaqueña hay poblaciones que el año pasado festejaron 80 y 90 años de sus misiones culturales. Hay que beber de esa experiencia. Pachuca, la capital de Hidalgo fue una de las primeras ciudades beneficiadas por las misiones culturales de los años 20 y la Secretaría de Cultura actual es un desastre porque en lugar de generar políticas públicas hacen cultura de ornato en nombre de señor gobernador. Por un lado, pues, está la historia de la cultura en México, por el otro su diversidad de resultados. Pero en el centro hay un vacío, una incógnita: ¿Cómo llenarla?
arturo sastré blanco
8 enero, 2019 @ 2:39 am
Maestro, omite Usted el nombre y trabajo del Laboratorio de Teatro Campesino e Indígena de Tabasco y el nombre María Alicia Martínez Medrano. Salvo la escasez de espacio no creo que haya pretexto para no referirse a ella salvo en la foto de la portada.
Pero lo que me preocupa más es que los criterios metodológicos que presupone el Plan de gobierno Cultural Federal pertenecen ya a la tarea profesional del TRABAJO SOCIAL mismo que se profesionaliza en ciertamente pocas universidades pero que hasta donde he estudiado sus métodos de intervención social NO INCLUYEN A LAS ARTES. Asi pues estamos por un lado desprovistos de profesionales del arte en trabajo comunitario como de trabajadores sociales en arte. Menudo lío. Malas decisiones de gobierno. ¿Desconocimiento e improvisación?
Mirey a de Luna
7 junio, 2019 @ 8:09 pm
Hola, participo en el programa de misiones culturales, soy TS y cuento con más de 20 años de trabajo en cultura (creadora escénica, gestora, promotora y docente) No se sí no tienen información (creo) o si soy excepción.