Una obra sobreproducida
Jorge Arturo Torres Vázquez/ Los criticables
Un ser pentadimensional se vale de una serie de referencias de la ciencia ficción y de la cultura pop estadounidense para contar, a través de saltos temporales y espaciales, una historia con múltiples aristas.
El 4° Festival de Unipersonales Xalapa 2018, comienza hoy en el Área 51 Foro Teatral. Es una noche fría de diciembre, y aun así, hay casa llena. La cosa promete, porque antes de entrar a la sala, el público es recibido con un delicioso bocadillo. Un simpático y sencillo juglar sale y nos obsequia música, canto y romance, entendiéndose esto último como “un cuento contado, pero en verso”, según sus propias palabras. Con una sencillez y una presencia dignas de ser resaltadas, el anónimo artista, por unos breves instantes, transforma el lobby del teatro, en una plaza de algún pueblo español de tiempos ya muy pretéritos.
Entramos, pues, a la sala y el contraste es impactante. Todo lo que afuera ha sido sencillez y contundencia, dentro es complicado y dudoso. Crónicas improbables en la vida de Tom a partir del encuentro con una gallina intergaláctica, unipersonal de Austin Morgan, es una obra sobreproducida, atascada y efectista. Desde su título, (aunque debo admitir que el título me fascinó), está diseñada para tener momentos que provoquen fotografías bonitas y carcajadas condescendientes, producto de los clásicos chistoretitos que abundan en este y otros unipersonales del tipo: “te voy a contar la historia de un niño que se enamora de una niña y que es súper simpático, pero que, como la luna, tiene un lado oscuro”. Como no hubo programa de mano, no estoy seguro si el texto es del propio Austin Morgan, pero se nota ajeno, pues utiliza referencias que se antojan por instantes, muy herméticas. La obra se ahoga en una divagación de elementos escénicos y recursos actorales, que aún con el evidente y honesto esfuerzo que se pone en escena, lucen dispersos y desarticulados. Entiendo que es muy probable que, de acuerdo al tema propio de la obra y a las anécdotas que sustentan la ficción, el hecho de que muchos aspectos resultaran incomprensibles es a propósito, pero más parece qué es porque el actor está un poco perdido en medio de tantos y tan apabullantes elementos. Voces en off, el escenario dividido en tres planos, objetos, proyecciones, una iluminación dinámica, rocanrol, comedia, ciencia ficción, melodrama, metafísica, ¡David Bowie!… parecen buenas ideas, pero faltó la justa proporción. Sin todo el artificio que lo rodea, el texto es en realidad muy aburrido y confuso. Decepciona, porque se vislumbra algo que es importante y profundo, pero que se queda perdido en la inmensidad del espacio y el tiempo o en la oscuridad del océano.
Sin embargo, el público asistente parece disfrutar mucho, al fin que, como el mismo artista lo ha dicho al final, Área 51, es su casa.