Vulgarizar los clásicos
Vulgo viene del latín vulgus: pueblo.
Llevar el teatro al sureste mexicano. Y no cualquier teatro, el teatro clásico de la pluma más insigne de las letras mexicanas: Sor Juana Inés de la Cruz. Las loas que escribió el “Fénix de la Nueva España” para recibir al virrey Gaspar de la Cerda, pueden verterse al intento de la Compañía Nacional de Teatro por salir del siglo XIX y entrar al XXI, Por fin esta entidad federativa entiende que para ser nacional no puede seguir encerrada en Coyoacán y en esta oportunidad se abre a la colaboración con La Rendija, el colectivo que Raquel Araujo y Oscar Urrutia trasladaron a la ciudad de Mérida hace varios lustros.
Raquel ya se había acercado al universo poético de Sor Juana con Narciso y el resultado fue tan alentador que vuelve a las alegorías y las hipérboles que la Musa de Amecameca deja caer a raudales en Amor es más laberinto, acaso la comedia menos estudiada de las suyas porque viene precedida por una lambisconería hacia el nuevo virrey de la Nueva España sólo posible en el reinado de Felipe IV en el que la comedia palaciega a lo Calderón de la Barca era la pauta a seguir.
¿Cómo se le presenta a la gente común una comedia concebida y escrita para la realeza, familiarizada con la mitología griega? ¿De qué manera se construye una producción que va a girar por la ceiba tabasqueña, la selva chiapaneca, la costa campechana, los cenotes yucatecos y el turismo de Quintana Roo? Y lo más importante, ¿qué queda de una obra poética hecha para el halago del príncipe si le quitas la adulación? Menuda tarea porque además el montaje tiene dos elencos, uno yucateco y otro de la CNT completados por comediantes de diversos estados del país, con el apoyo del Fondo Regional para la Cultura y las Artes.
Por lo visto ayer en el escenario del teatro Julio Castillo, se hace por traslación: Al manierismo virreinal se le busca una afectación contemporánea tanto en el vestuario como en la corporalidad de los comediantes. El pudor de la España inquisidora se sustituye por la cachondería de la era virtual. El desconocimiento del mito original por parte del vulgo se alivia convirtiendo a Teseo, Fedra, Ariadna, Minos, Baco y Lidoro en ricos viciosos del arrabal. Curiosamente, los picaros de la comedia clásica no requieren de traslación y resultan los personajes más verosímiles del montaje .Ah, el palacio de Minos, en Creta, se hace con gigantes tabletas visuales y vitrinas móviles. La música, por supuesto, es mayormente de discoteca.
Aunque el giro conceptual de la propuesta escénica de mi querida, admirada Raquel Araujo, es la feminización de la comedia, no sólo porque el rey Minos es una mujer —en éste caso una exagerada Katenka Ángeles, siempre en máscara de terror—, ni porque los criados son también criadas, esto es, actrices —una estupenda Nara Pech como Atún y una segura, contundente Ana Lucía Ramírez como Racimo—; sino en virtud de la alteración del descenlace del mito en el que Ariadna ya no es la víctima del destino sino la fundadora de una estirpe de mujeres liberadas del yugo de la historia.
Ojalá fuera así de sencillo cambiar el rumbo del presente y el porvenir femenino. Ojalá que la erotización y la vulgarización de la comedia palaciega ayude a la divulgación de la poeta mayor de nuestra lengua. Porque a mi juicio el logro de esta actualización del texto clásico es que los octosílabos y las quintillas de Sor Juana llegan a los oídos no sólo por su música sino por su sentido, lo que quiere decir que las actrices y los actores entendieron no sólo la forma de decir el verso sino de mostrar su contenido. Metáfora que no se ve, decía Octavio Paz, no es poética. Yo feliz de ver las hermosas piernas y las caderas de Fedra —Indra Ordaz—, el provocativo cuerpo de Ariadna —Claudia Guerrero—, pero más contento de escuchar la maestría de Sor Juana para hacer de la palabra el río por el que corre el genio y el ingenio de la mente humana.
Me queda, sin embargo, una duda: ¿Si conviertes una rosa en margarita, qué queda de la rosa?
Fernando de ita
5 noviembre, 2018 @ 11:56 pm
Como he recibido en fb algunos insultos y varias mal-interpretaciones de mi texto, lamento que no se hayan vertido aquí y añado lo siguiente.
1.-Esta no es una critica sino una reseña periodística que por lo tanto tiene limitaciones muy claras de tiempo y espacio. Sin embargo, he dado, con la brevedad del caso, el marco de referencia de la obra y y he expuesto las condiciones que impone una producción que irá en busca de un publico ajeno al teatro clásico.
2.-Precisamente para que no se confundiera el concepto de vulgo con el de vulgaridad, puse el epígrafe preciso.
3.-No creo que el el pueblo sea ignorante en sí, pero es un hecho que un altísimo porcentaje de la población mexicana no ha leído a Sor Juana (para no mencionar que la noción de una comunidad homogénea, pobre, noble, trabajadora e impoluta sólo existe en los cuentos de hadas).
4.-El valor original de una obra literaria es el de revelar las condiciones sociales, políticas, económicas, culturales en las que fue escrita. En el siglo de Sor Juana era imposible incluso imaginar la emancipación de la mujer a la manera de nuestro tiempo. El hecho de que la directora cambie no sólo el final sino el sentido del mito primigenio, habla de que esa emancipación está en marcha. Lo que lamento es que no baste un gesto simbólico para lograrlo.
5.- Mi cariño por Raquel Araujo viene de lejos. Ella misma ha mencionado públicamente que fui de algún modo el padrino de su carrera y considero que para ambos ése afecto no ha menguado. Todo lo contrario. Pero le digo a mis amigos que les puedo mentir como amigo pero no como crítico. Así que he perdido a entrañables camaradas, Y lo lamento. Espero que no sea el caso.
6.-Finalmente, por supuesto que puedo estar equivocado.. Sólo pido que me lo muestren debatiendo mis argumentos, y el insulto no es una manera de pensar sino todo lo contrario.
Urani Montiel
4 diciembre, 2018 @ 6:30 pm
Por fin he leído la reseña y me parece muy acertada. No me explico los insultos. Me tocó escribir sobre la obra para la Muestra Crítica, así que evité este texto para no prejuiciarme. Me entusiasma hallar coincidencias entre mis opiniones y lo que el crítico Fernando de Ita expone.