Carta de LEGOM a Alegría Martínez y José Caballero
Luis Enrique Gutiérrez O.M.
No he querido involucrarme en la discusión sobre el premio JRA que ustedes le dieron a Jaime Chabaud. Siento que no me faltan argumentos ni sazonadores para la diatriba, pero entrarle a los guantazos me habría llevado al punto de ser grosero y a esta altura de mi vida ya no quiero andar por ahí baboseando gente. Pero, ustedes, independientemente de su actuar como jurados, están siendo ofensivos con mi persona en sus textos, por lo que les respondo intentando guardar toda serenidad, y sobre todo, no responder ofensa con ofensas.
Gente que me quiere se preocupa por lo que haré ahora que estaré aislado seis meses a raíz de mi trasplante, incluyó esta preocupación en la carta de solicitud del premio como uno de los argumentos para proponerme (y hasta donde se comprometieron conmigo, no debieron mencionarlo en la carta final). Lo que estoy seguro es que en ningún momento solicitaron dinero para mi trasplante, pues ese dinero ya me lo consiguieron con buenos oficios en su momento, y no fue, como dicen ustedes y sugieren en otras partes, ni por mucho el total del costo del trasplante. En todo esto no abundo porque no es precisamente a ustedes a quienes debo rendir cuentas, y me parece que a quienes la comunidad está llevando la picota son a ustedes, no a mí. Baste decir que no ando por ahí vendiendo mi enfermedad y que lo que dicen al respecto, y como lo dicen, termina hablando peor de ustedes de lo que se han dado cuenta.
Yo no creo que la comunidad me propusiera por ser un cáncer boy, como ustedes pretenden en sus respuestas. Espero que lo haya hecho por mis méritos en el área.
Más allá de cortinas de humo, lo que siento que les están cuestionando, básicamente es:
Primero, a las autoridades encargadas del premio por haber armado lo que a todas luces parece un jurado muy cercano a la Compañía Nacional de Teatro, que terminó premiando a alguien muy cercano a la Compañía Nacional de Teatro. En este caso, Stasia de la Garza y Manuel Zepeda sí tienen que rendir cuentas claras si se los solicita la Secretaría de la Función Pública o quien competa. En el caso de Manuel Zepeda es más grave, porque se autoincrimina en sus respuestas sin siquiera darse cuenta.
Segundo, a ustedes, por ser parte de lo que parece un maquinado. ¿Cómo van a negar a la comunidad su cercanía y la de Jaime con la Compañía Nacional de Teatro y específicamente con Luis de Tavira? Cuando la niegan, nadie les cree, porque es más que evidente y de años. ¿Cómo pueden erigirse en la imparcialidad cuando a todas luces, pues, no la hay? Porque no estamos hablando aquí ni de mi enfermedad ni de que existan dos grupos en la comunidad teatral y uno de ellos perdió, como ingenuamente afirma al autoincriminarse Manuel Zepeda. No estamos hablando de un concurso de popularidad. Bastaría con que se hicieran públicas las propuestas de los participantes para que todo quedara aclarado. Fernando de Ita las ha estado pidiendo en estos a las autoridades involucradas y solo ha recibido evasivas. Siento que de ser ciertas las aseveraciones que ustedes vierten en sus textos, deben exigir también a estas autoridades que se muestren las cartas. Un jurado tiene la libertad de actuar y decidir, pero obviamente es mentira que esta no tenga límites ni pueda ser cuestionada, como ustedes reclaman.
Ahora, yo no soy la parte más ofendida con este caso. Parte ofendida, sin duda, deben ser los teatristas de Guerrero, al ver cómo les roban de esta y otra manera el presupuesto que debería servir para su hacer y desarrollo para entregarlo, en este caso, a la Compañía Nacional de Teatro.
Aunque lo hecho, hecho está, y no soy nadie para exonerarlos a ustedes (ni creo que tengan los merecimientos para ello), algo que creo que puede resarcir un poco el daño que han causado es que el premio se cancele, que a partir del próximo año se use ese dinero para apoyar a los grupos de teatro de Guerrero y que por reglamento se incluya una presencia mucho más fuerte de estos grupos en las Jornadas Alarconianas (que de entrada no sé por qué no se llaman Jornadas Alarconeanas, con “e”). ¿Se suman?