La incultura americana
Fernando de Ita/ELINANCIERO
Es doloroso atestiguar que la otrora sosiega e inmaculada ciudad de Boston ya fue rasgada por la más infame de las cobardías, como es la de matar a gente inocente, desprevenida y ajena a la insanidad mental de quien detonó las bombas del 15 de abril. Personalmente sentí un vuelco en el corazón al conocer la noticia, porque mi hija Jimena y su pequeño Emiliano viven ahí y por lo tanto podrían haber estado en la valla de espectadores. Afortunadamente no fue así, pero éste violento episodio me llevó a considerar que ya nadie está a salvo del terror inesperado en ninguna parte del mundo. Hemos convertido La Casa del Hombre, que es la tierra, en un degolladero universal.
Quien ha vivido en los Estados Unidos con las antenas abiertas sabe que en el país más rico del mundo la miseria es particularmente patética porque se da en medio de la opulencia. De igual manera, en una sociedad tan puritana y liberal, tan respetuosa de la ley y tan celosa de los derechos individuales, tan pragmática y tan cuerda para la vida en común, se incuba la demencia social, entendida como la descomposición mental del individuo que se siente ajeno, marginado, dolido, traicionado, abandonado por la colmena.
Al escribir estas impresiones aún no se sabe si las bombas de Boston son caseras o foráneas, aunque todo indica que este acto terrorista se agregará a la siniestra lista de la “Demencia Americana”. A la cantidad de suposiciones al respecto, agregó una que no he visto nadar en ese mar de hipótesis: La incultura de una sociedad egocentrista que piensa que su ombligo es el centro del mundo. Naturalmente hablo de la inmensa mayoría de la White, anglo-saxon, protestan people (WASP), que teniendo todo para cultivar el conocimiento de su país y el mundo, se limita a ver los reality shows y los programas deportivos.
En México nos rasgamos la vestidura al saber que la mayoría de los mexicanos jamás han leído un libro completo (¡ni siquiera en la escuela!), ni asistido a un concierto de música sinfónica, ni entrado a un museo, contemplado un ballet, o una obra de teatro. Aquí al menos tenemos esa preocupación. Ignoro si en los Estados Unidos se ha hecho una encuesta semejante, más si es así, lo más probable es que allá si hayan leído un libro, asistido a un concierto, visitado un museo y demás, pero sin provecho alguno, porque esa masa blanca y amorfa es, en conjunto, una de las aglomeraciones humanas más ignorantes e incultas del planeta tierra, en la medida en que todo aquello que no corresponde a su ombligo les es verdaderamente ajeno.
Repasando la historia, vemos que así ocurre con todos los conquistadores del dominio humano. Aunque los romanos, por ejemplo, que en proporción a su lugar y a su tiempo tuvieron el imperio más grande de cuantos hayan existido, llevaron su idea del mundo a los países doblegados, respetando en lo posible los usos y costumbres locales, de manera que su legado estuvo por lo menos a la par de su codicia. Me pregunto si las hamburguesas y la coca cola son equivalentes a la jurisprudencia, la retórica, la poesía, la historiografía, la narrativa, la ingeniería y el placer de culearse a mujeres, hombres y bestias que distinguió a los hijos de Rómulo y Remo.
Fuera de parodias, considero que la “demencia americana” tiene que ver con la falta de una cultura humanista que nos enseña que el don más preciado de la vida es la vida propia y ajena, de manera que cuando se salta la tuerca de la mente por las razones que usted quiera, el ser dañado por el delirio no mata al otro: se suicida. Ese afán de asesinar a quien sea para mitigar el daño psicológico, el rencor social, el desequilibrio emocional, la esquizofrenia, o simplemente la melancolía, nos es propia de romanos sino de gringos, por decirle así a esos seres que nunca tuvieron al conocimiento y la belleza entre sus brazos; que jamás sintieron la bendición de la poesía ni el prodigio de la música o el embelesamiento de la danza y el teatro.
En fin: entre los misterios de estar vivo acaso el más estremecedor es el del hombre, la mujer que matan sin sentido. Con esto no quiero decir que algún crimen lo tenga, pero matar por matar a la gente que pasa por la calle ni siquiera es bestial, es inhumano.