El teatro pasó a ser un damnificado: Luis Martín
No estamos pidiendo migajas, estamos exigiendo producción teatral digna
Roberto Guillén
www.laquincena.info
Luis Martín es la voz inconforme que surge como un estandarte para gritarle al Estado, de igual manera que lo hizo el gran Bertolt Brecht, que no se trata de migajas. Que la mediocridad de la burocracia ha incubado la mala costumbre de etiquetarlo como un rubro más de esa baratija ruinosa llamada desarrollo social. Con ustedes, la expresión fidedigna de un amante del teatro que levanta la voz y exige dignidad para el quehacer teatral en Nuevo León.
¿Qué espera Luis Martín del Conarte para el 2010?
Una reestructuración general, pero total; como que hay que volver a hacer todo, o deshacerlo y volver a hacer otra institución, porque ya está muy gastada la fórmula y no ha dado resultado.
Cuando entrevisté a García Murillo, me dijo que Conarte se había convertido en la misma burocracia…
Exactamente.
Que gastaba más en salarios y gasto corriente…
Es una evidencia, dedica más de cincuenta y tantos millones de pesos a la nómina del gasto corriente, a papelería, etc. Este año le bajaron el presupuesto a 102 millones, quedan como 40 millones para el resto, y más de la mitad para la burocracia, casi 60 millones.
El problema es que hay que reestructurarlo totalmente, porque yo insisto, la literatura, la música –en el caso de las orquestas, no– son artes que no requieren de producción. Una exposición de pintura no cuesta gran cosa. Las artes escénicas, el teatro y la danza son caras, el artista no puede asumir el compromiso, por más que quiera. Están descuidando al artista creativo; y le dan dinero y le dicen: a ver, ponte a hacer la producción tú. ¡No, no debe ser así. La beca debe ser para estimular a los muchachos que estudian, no para crear un movimiento de producción teatral o generar un público.
¿Qué requerimientos habría que instrumentar para que Conarte habilite la producción?
Para que la producción se agilice, se generalice y crezca, para empezar está el mismo teatro de cámara que yo abrí cuando estuve en el Teatro de la Ciudad hace 15 años. La sala experimental, la quité de café teatro, le di el concepto de sala experimental porque hacía falta una sala pequeña; tú dime, ¿cuál es la única sala que se llena en la ciudad? ¿Cuántas salas experimentales se necesitan en un área metropolitana? Un mínimo de diez, en los diversos municipios. ¿Para qué? Para que de esas salas el teatro local tenga su desarrollo. Pueden ser 15, 20, 30, 50,100 funciones si tiene éxito y no dos fines de semana y a otra cosa mariposa. Han equivocado totalmente la vocación. El estado debe producir. No dejarlo en manos de los artistas.
Maestro, usted como un connotado director de teatro en la entidad, ¿qué pediría para los actores, como procurar actores más profesionales?
Pues es que no les dan tiempo de madurar. Montan una obra y la hacen un fin de semana y lo que ganaron el fin de semana y el otro, con eso viven dos, tres meses muertos de hambre. Y luego vuelven a hacer otra obra y va a pasar lo mismo. No les desarrollan su oficio, no crecen intelectualmente, no crecen profesionalmente, no crecen corporativamente, ni solidariamente. Hay unas individualidades terribles detrás de las becas. Y liderazgos terribles detrás de las becas. Entonces, ¿qué se han hecho? Pues se ha hecho una mala costumbre, se ha declarado al teatro un damnificado, se le da un trato como en desarrollo social, migajas. ¡No, no estamos pidiendo migajas!, estamos exigiendo producción teatral digna. Una compañía estatal, de la ciudad, 10 ó 12 salas de cámara, donde puedan los actores hacer y desarrollar su obra y madurar su trabajo. Todo eso se necesita, al menos en mi área, yo no sé de los demás. Pero en el teatro (el Conarte) está en la calle.
Maestro, me he enterado que usted tuvo un encuentro muy cercano con Emilio Carballido, ¿qué aprendió de este grande de la dramaturgia mexicana?
Pues mucho, casi la gran mayoría de mi quehacer teatral se lo debo a Emilio. Mi experiencia, las necesidades del teatro nacional, lo que quiere nuestro público, lo que la sociedad de nosotros quiere ver, eso lo percibí mucho, lo saqué mucho de Emilio. El me llevó de la mano a coloquios internacionales, donde he participado; gracias a él he podido llevar el teatro mexicano al extranjero. Gracias a él existe la revista de teatro más importante en el país, que es Tramoya, la más antigua del país. Emilio era el hombre del teatro del siglo XX. Siempre señaló las fallas y él atacaba mucho a Tavira por esa misma razón, de que el teatro se estaba volviendo lo mismo que era la política nacional. Una serie de prebendas a determinados clanes y grupos.
Veo en usted una sacralidad por el oficio de hacer teatro, me tocó estar en el homenaje a Carballido con motivo de sus 80 años, en la Unidad Mederos…
Es lo que me tocó hacer, y bueno, me apasiona el teatro.
¿Por qué le apasiona el teatro?
Porque es humano, porque habla de lo humano, porque somos humanos y debemos luchar a favor de lo humano.