La ciudad que nunca será
Juan Carlos Araujo
En el dispositivo escénico-audiovisual Ciudades Invisibles de la compañía teatral de Guadalajara La Compañía Opcional la propuesta es una ciudad utópica que nunca fue y que, para bien o para mal, nunca será.
El Centro JVC, la Torrena, la Ciudad Creativa Digital y la Villa Panamericana son algunos de los muchos proyectos arquitectónicos fallidos que han dejado a su paso un cementerio de planos, maquetas y bosquejos olvidados y desperdigados por toda Guadalajara. Ciudades Invisibles recolecta estas piezas arqueológicas y las exhibe en la primera parte del montaje intitulada Colección Fantasma la cual los asistentes pueden admirar durante los primeros 25 minutos de la experiencia. A esta exhibición se suman proyecciones de fotografías y narraciones de memorias urbanas en el límite de lo verosímil como cuando el edificio de una compañía telefónica fue movido 15 metros mientras había gente laborando en su interior para dar paso a la construcción de una avenida en la capital de Jalisco.
La segunda sección de Ciudades Invisibles llamada Nadie escribe el libro que desea escribir se lleva a cabo en el interior del espacio teatral donde se lleva a cabo la filmación de un falso documental en vivo con ayuda de una gama de elementos que van desde fotografías, agua, maquetas y una colección de objetos que se podrían encontrar en cualquier vivienda. Bajo la hipótesis de cuál hubiera sido el destino de una familia viviendo en el fallido complejo habitacional de la Villa Panorámica y con la ayuda de los denominados performers Alejandro Mendicuti, Martha Reyes, Miguel Sepulveda y Natasha Barhedia el espectador se encuentra en la disyuntiva de ver a la pantalla donde se está proyectando la filmación o ver a los intérpretes en su proceso de crearla.
La manufactura de la pieza es sólida sin duda; tanto la dramaturgia de María Cecilia Gulefi como la dirección de Aristeo Mora relevante e interesante. Sin embargo, uno no puede evitar preguntarse si lo que se está viendo es teatro o no, si se encuentra en los límites del terreno de la teatralidad, está inventando un nuevo lenguaje performático o si mejor debería de presentarse este trabajo en como una instalación en un museo. Sea la respuesta que uno elija, la relevancia de Ciudades Invisibles es indiscutible, su hipótesis es poderosa e invita a una reflexión profunda sobre la identidad del lugar que habitamos, la ciudad que llamamos hogar.
Presentada en el Teatro Estudio del Teatro Bicentenario de la ciudad de León, Guanajuato dentro de las actividades de la 38 Muestra Nacional de Teatro y como parte de la línea curatorial sobre cuerpo y heteronomía, Ciudades Invisibles es un reto al espectador más tradicional a que se abra a una nueva forma de hacer teatro, pero sobre todo a cuestionarse sobre la tierra en que uno habita.