La Carpita Teatro: un espacio independiente, alternativo y urbano de Cancún
Ariel Cob Castro
Fue el 31de mayo de 2013 cuando un grupo de personas, miembros de la Compañía de Teatro La Libélula, cortamos el listón inaugural de nuestro propio espacio independiente, con el ánimo y con el convencimiento de que construir un lugar en una comunidad no acostumbrada a tomar al Teatro como parte de su agenda cultural, valdría la pena, con tal de ofrecerles una opción más de sano entretenimiento y a través del cual la comunidad, reflexionara acerca de su condición y de su identidad. Cancún es una ciudad de oportunidades, una gran ventana de nuestro México y puerta de entrada y enlace con el mundo: una ciudad de apenas 47 años que construye su identidad.
Algunos artistas de nuestra ciudad, tenían bajas expectativas de éxito hacia nuestro proyecto. Muchos de ellos, con varios años de experiencia haciendo teatro en la ciudad, nos compartieron sus posturas; otros más, nos recordaban las anécdotas de cómo habían visto nacer y morir algunos otros espacios. Sin embargo, hubo otros que, aún con sus reservas nos motivaron, nos aconsejaron y nos expresaron que nuestro acto, era un acto de valentía y que aún con la juventud de los integrantes, sin la experiencia de emprender, podíamos lograrlo, siempre y cuando mantuviéramos la convicción ineludible de invertir el suficiente tiempo, esfuerzo y si el dinero no fuera suficiente, mucho corazón.
Hubieron opiniones críticas, sobre todo con respecto a la profesionalización de la Compañía, dado que ningún miembro fundador había estudiado algo vinculado con las artes escénicas —nadie tenía licenciatura en Teatro o algo parecido—, pero sin duda ninguno de los protagonistas habíamos dejado de hacer teatro en cada oportunidad, en diversos lugares, o desde la trinchera laboral desde donde estábamos. Por ser de diversas profesiones: educadores, psicólogos, administradores, del ramo turístico o sencillamente padres de familia, se dudó durante algún tiempo sobre la posibilidad de que pudiéramos generar proyectos considerados profesionales y no escolares o amateurs. Finalmente, al día de la inauguración los socios que iniciaron fueron: Ariel Cob Castro (Educador), Rosana Pech Arjona (Administradora), Gaby León (Psicóloga), Melisa Pereira (Psicóloga), Isabel Ruiz (Chef) y Orlando Rodríguez (Empleado).
Bajo todas las reservas, con la fuerza física necesaria y el espíritu enfocado al trabajo y a la construcción del sueño, pronto se hizo evidente el espacio en un lugar rentado, en un terreno baldío. Por las condiciones del lugar, se definía el foro como un teatro al aire libre, como un espacio alternativo e independiente, en un contexto urbano y ambiente ecológico.
Para construir a La Carpita Teatro literalmente se necesitó de la fuerza física desde un principio. Fuerza que todos los precursores tuvimos que emplear con el pico, con la pala, con el machete, con la carretilla, con toda herramienta o material para que, literalmente se “picara piedra” en un terreno anexo a un pequeño local rentado, cuyas dimensiones no rebasaban los 250 metros cuadrados. Esta misma experiencia de arranque, permitió definir el nombre de espacio, pues la ubicación del foro se dio muy parecido a esa época en la que se establecieron las primeras carpas en el México postrevolucionario, cuando se instalaban espacios ambulantes en terrenos baldíos, para entretener a la gente de los alrededores y que, en aquél entonces, vivía una inestabilidad sociopolítica muy particular. La historia nos relata que a través de estas carpas, se vieron nacer a cómicos mexicanos como Cantinflas o Tintan.
Avanzamos el primer año con muchas esperanzas, con mucho aprendizaje. Con más participación en el área de la danza que del teatro. Y es que de manera alterna llegaron amigos a trabajar talleres de jarana, jazz, danza, bailes de salón y fueron algunos de ellos quienes con mayor rapidez pudieron estructurar algún programa artístico para ser presentado en el foro. La primera obra de teatro se llevó algunos meses de ensayos y por fin, se generó el primer proyecto escénico: La mula del juicio. Esta primera obra ensambló las obras de El Espejo de Emilio Carballido y Se vende una mula. El público que acudió a las representaciones, en su mayoría, eran nuestra propia familia y nuestros amigos. Fueron ellos quienes nos acompañaron en los primeros pasos de esa deliciosa experiencia en el escenario, que resistió el embate de lluvias copiosas, del viento, del calor y de algunos ruidos: de los carros, las iglesias, las mascotas y de los vecinos. Se abrieron las puertas al público y el ambiente urbano, también hizo lo propio. En concreto fueron unos primeros meses, de mayo a diciembre de 2013, de asentar el sueño y de adaptación al entorno.
El 2015 fue un año de crecimiento inesperado, de regularización administrativa, de trámites, de sorpresas, de pérdidas. Las obras de la Compañía se presentaban de manera constante, una de ellas La risa extraviada, fue la primera obra en cumplir un año en cartelera. Se crearon nuevos proyectos, entre ellos un Club de Teatro, con la intención de generar un semillero de actores y actrices e involucrar a más gente interesada por hacer teatro. Fuimos sede de un circuito para difundir las obras de diferentes compañías de Cancún, pero también vimos llegar a diferentes artistas, grupos y compañías del interior del Estado de Quintana Roo, de la península de Yucatán, del país y de algunos otros países. A través de las redes sociales, varios de ellos nos contactaron. Lo peor, tuvimos la pérdida por causas naturales de una socia y colega, Melisa Pereira (q.e.p.d.), de apenas 22 años de vida; sin embargo, de alguna manera su sueño se cumplió, participando en cuatro proyectos escénicos; y ahora, desde un palco especial, nos mira cuando hacemos todavía caminar el proyecto. Fue un año de contrastes, de muchas lecciones, de ajustar estrategias, de aguantar toda crisis, de no claudicar, de entender incluso, que la muerte puede sorprendernos. Al estar vivos tenemos la oportunidad de recorrer quizás un tramo, pues para ver realizado el sueño, podemos depender a veces de algo fortuito o trascender en cada acción, disfrutando cada instante.
2016 es un año de seguir extendiendo el billete de, de guardar la moneda para cualquier imprevisto, de seguir trabajando para compartir con el público, y de ser posible impactar en la mejor convivencia de la gente que se ha reunido en Cancún, proveniente de diferentes lugares de nuestro México y del mundo. Los “Carpiteños”, como nos hemos hecho llamar hasta la fecha, los que hemos aportado algo a este gran proyecto, los que físicamente o de corazón hemos estado en las buenas y en las malas, creemos que se ha construido una identidad de grupo, de ser arquitectos de nuestro propio destino, y en consecuencia, estamos convencidos de poder aportar algo a nuestra comunidad para que, a través de nuestro arte y de nuestro espacio de expresión cultural, compartamos algo valioso a su identidad como ciudad, a su identidad como Quintana Roo.
Surgimos por un deseo, por la emoción de habernos dejado atrapar por el escenario. Hemos sido conscientes además de que para nuestra comunidad es una necesidad la construcción de nuevos espacios culturales.
Toda sociedad cimienta su propia identidad cultural de manera natural, pero depende de muchas voluntades: del gobierno en sus diferentes niveles, de la sociedad civil y en general de los individuos. Si cada quien hace lo propio, es más probable que la sociedad sane algunos desaciertos y construya los correctos. Las empresas que se levantan como parte de la industria turística que predomina en Cancún entenderán sobre su impacto en el ecosistema y coadyuvarán al mejor desarrollo de la comunidad. Son tantas áreas que mueven la dinámica de una sociedad que no bastarían estas líneas para referirse a ellas y el impacto que generan. Sin embargo, desde nuestro ámbito, existe la plena conciencia del efecto-beneficio que tarde o temprano se hará notar en nuestra sociedad, si hacemos que las personas consuman la cultura a través del Teatro y de toda bella arte: ese es el reto mayor para nuestra joven ciudad y en lo particular, desde lo que nos compete como artistas y como espacio de expresión.
Actualmente, La Carpita Teatro depende de una sociedad cooperativa para soportar y darle una figura legal y administrativa, denominada Identidad Teatro de Capital Variable de Responsabilidad Limitada, y en cuya acta constitutiva refiere el objeto social enfocado a la promoción de las artes escénicas sin fines de lucro. A prácticamente cuatro años de actividad, con amenazas, debilidades, oportunidades y fortalezas acorde con todo proyecto estratégico y ambicioso, el recinto cultural sigue de pie, rebasando muchas de las expectativas planteadas.
La Carpita Teatro (Avenida Nichupté, Región 96, Manzana 84, Lote 10, Cancún, Quintana Roo.