Lo que dejó el ETI a su paso
Termina el 20° Encuentro de Teatro del Interior, pasan los días y siguen apareciendo fotos y recuerdos en los muros de mis nuevos amigos. Intercambian palabras de admiración y cariño, se han creado lazos. Seguro volverán a encontrarse, pero la mayoría de ellos ha regresado a un mundo donde el teatro tiene muy poco espacio.
En general, quienes nos dedicamos al teatro lo vemos como un modo de vida, una forma de estar en el mundo, pero también es nuestro trabajo, con todo lo que esto implica. Para la mayoría de quienes lo hacen por afición es lo que los mantiene a flote, literalmente para ellos es un salvavidas. Estar una semana viviendo, comiendo y respirando teatro es una oportunidad que los participantes del ETI no tienen en ninguna otra parte, por lo que lo viven intensamente, incluso el público de Lagos de Moreno se entrega por completo al Encuentro y es imposible no contagiarse de esa energía.
Terminó el ETI, hubieron obras interesantes, pero sin duda los encuentros y la disposición de los participantes para revisar sus trabajos en conjunto fue de lo más alentador, por su puesto hubieron notas amargas, directores que no participaron en los desmontajes, personas que nunca se integraron a las dinámicas, pero fueron los menos, lo que habla también de un cambio generacional hacia dentro de Jalisco.
Uno de los encuentros más memorables fue con Proyecto Perla, el grupo invitado para inaugura el ETI con la obra Cosas pequeñas y extraordinarias. Una obra muy pensada, bien ejecutada, hermosa, conmovedora, pero sobre todo inteligente y cercana que sacudió a espectadores y participantes. Fue una gran fortuna iniciar las charlas sobre los montajes con esta obra, ya que los integrantes tienen mucha claridad y una forma de explicar sencilla y sin pretensiones. En los primeros cinco minutos de la plática ya habían dado una clase de trabajo de grupo, producción, dirección y la lección más importante de todas, la que nos acompañó toda la semana: La autocrítica.
El horario intensivo marcaba que durante la comida de algunos y la sobre mesa de otros, se realizaban las charlas con los grupos, que yo tuve el gusto y la responsabilidad de conducir. A pesar de la dificultad y cansancio que esto implicaba, ahí estábamos y la gente participaba. De manera muy generosa también, Alejandro León y Oz Jiménez del Colectivo Transeúnte y la dramaturga Maribel Carrasco, acompañaban a los grupos con sus comentarios y sugerencias. Luego, después de la cena, todavía tenían taller de improvisación, del que salían a las 12 de la noche. Esto después de dos talleres y dos funciones por día, sí, maratónico. Ni en la Muestra Nacional hay actividades durante los sagrados alimentos (y qué no se les ocurra, por favor).
Entre seis y ocho, es decir, entre la primera y segunda función del día, se llevaba a cabo un laboratorio de puestas en lectura coordinado por Alejandro León y Oz Jiménez, que terminó siendo un taller de análisis y dirección escénica con textos contemporáneos que la mayoría nunca había escuchado y que revolucionaron mucho su forma de acercarse al análisis de personaje. Yo que aprovechaba ese tiempo para dormir un poco y aguantar hasta el final del día, llegaba a la segunda función un poco aletargada, sintiéndome culpable porque los demás estaban trabajando y lo que veía era puro entusiasmo. Ese duó dinámico, León/Jiménez, ya tiene muy trabajada una metodología de enseñanza que han desarrollado en su escuela INART, pero también son inmensamente divertidos y sin ellos el ETI, no hubiera sido lo mismo porque sus comentarios y participaciones nunca son dogmáticas, ni oscuras, sino que amplían y problematizan el tema o las posibles soluciones, lo cual es sumamente generoso y enriquecedor, aprendo muchísimo con ellos y fue una de las experiencias más entrañables de este encentro para mí, junto con los desayunos que compartí con Maribel Carrasco, a quien admiro desde siempre pero con quien había convivido poco. Hoy la admiro más.
Dos veces he asistido al Encuentro de Teatro del Interior de Jalisco y en ambas ocasiones he aprendido y me he llevado mucho más de lo que yo puedo aportar. Feliz vigésimo aniversario y que vengan muchos más.