Reencuentros esperados
En la jornada del 24 de mayo del 20° Encuentro de Teatro de Interior se encontraban programados dos grupos que en el Encuentro pasado presentaron obras muy sólidas y tenía mucho interés por conocer sus nuevos proyectos. A las cinco de la tarde se presentó Luna no te vayas, Muerte no me dejes de A.S.I escrita y dirigida por Miguel Ángel Contreras con un reparto muy sólido conformado por el mismo Contreras, Fabiola Nuño e Isabella Contreras. Al igual que el año pasado, la obra era visualmente impecable, llena de detalles, con un vestuario abrumador que era potenciado por la presencia escénica de las actrices a quienes era un deleite observar.
Luna y Muerte acompañan a un escritor torturado que no puede escribir más. Mientras ellas habitaban ese espacio, el escritor se vuelve un fantasma en su propia casa, se desvanece de su propia vida. Aunque la idea de que las fabulaciones pueden ser más reales que la persona misma es muy potente, pasaba casi desapercibida. El texto era repetitivo y no generaba tensión, ni expectativa, ni nuevos rasgos en los personajes y conforme avanzaba la obra cada vez me preocupaba menos de seguir la historia, la cual terminó exactamente como imaginaba, y en cambio me dediqué a disfrutar la plasticidad de la obra y las presencias actorales.
Después, dirigido por Juan Martín Guadalupe González, Támara presentó Crack, una rota comedia de amor de los utores argentinos Alejandro Germaná y Germán Polonsky. El grupo ya tiene varios años funcionando y se han preocupado mucho por tener formación profesional constante, así como conseguir textos contemporáneos y, cabe subrayar, los permisos para montarlos. González es un director que trabaja a partir de sus actores y que confía mucho en el texto, por eso se esfuerza al buscarlo y lo adecúa para apropiarse de él, lo que da como resultado puestas en escena muy sólidas.
Mientras en Luna no te vayas… todo el significado está descargado en la plástica, en Crack sucede justamente lo contrario, el espacio es totalmente utilitario y no aporta ninguna metáfora. En el teatro todo debería ser esencial, ciertamente no siempre ocurre pero a eso aspiramos, a que cada parte resignifique o potencialice el todo de la obra, más allá de que tenga un significado por sí mismo. Cada parte debería ser esencial en el sentido de que sin ella, la lectura de la obra se modifique. Esto no sucede en ninguna de las dos obras.
Tanto el grupo A.S.I. de Ayutla como el grupo Támara de Jalostotitlán, cuentan con una formación más profesional y tienen búsquedas artísticas más definidas, por lo que también la exigencia y la expectativa hacia ellos son mayores. Nuevamente espero con ansia reencontrarme el próximo año con estos directores.