Fraccionar el tiempo
Esa manía de fraccionar el tiempo y hacer un resumen, una valoración de ese instante de eternidad que son los 365 días del año en la cultura occidental y cristiana. Suma y resta.
En el teatro es palpable el cambio de paradigmas en todos los elementos de la invención dramática y escénica, salvo en un punto central: el financiamiento del teatro público.
El cambio de arquetipos tiene su motor interno en el cambio generacional. Los grandes maestros están muertos y sus discípulos ya traspasaron el medio siglo de vida (1). El propulsor externo es la tecnología. Siempre lo ha sido. Desde los griegos. El teatro cambió más cuando se inventó la luz eléctrica que cuando pasó del romanticismo al naturalismo, acaso porque a la luz de las candilejas era más creíble hacer La dama de las Camelias.
Aunque las pasiones humanas, que son el motivo vital del teatro, son las mismas, lo que ha cambiado radicalmente es la forma de vivirlas y hacerlas públicas. Esquilo peleó la guerra cuerpo a cuerpo y vivió como una historia viva los mitos de su cultura. ¿Cuáles son los mitos del presente mexicano?
El desastre es real. Nuestra vida pública es inverosímil porque sólo puede estar sucediendo así por el abandono total de los valores sociales, culturales y políticos que conforman un país mínimamente civilizado. La cantidad de muertos que acumulamos por la violencia del crimen organizado y del fuero común es una hecatombe que nos está llevando a la quiebra moral, económica y social.
Las nuevas generaciones llegaron al teatro con el cambio de siglo y la virtualización de las redes sociales. Hoy, la plaza pública comienza en la alcoba de los internautas. La privacidad se ha vuelto un privilegio de las tribus amazónicas, por decirles así a las comunidades de lugares remotos que carecen de electricidad y otros servicios básicos. Si ya se puede hacer una película con los teléfonos celulares es que arte del siglo XXI es otro, incluyendo al teatro que, a pesar del triunfo de la imagen virtual, sigue siendo un arte presencial.
Con la narraturgia se dio un giro a la escritura dramática hacia atrás y hacia adelante. El pasado del teatro es narraturgico y no será su futuro porque en apenas una década ya se percibe el agotamiento de este recurso literario.
Mi tema de estudio en los últimos años son las tres vanguardias del teatro en México en el siglo XX: Teatro de Ulises en 1928, Poesía en Voz Alta en 1956 y el Teatro Universitario de los años 60-90. Y me tocará por lo menos atestiguar el desarrollo de la expansión del teatro hacia otros territorios culturales, políticos y sociales. La ventaja y la desventaja, al menos intelectual, que tiene la crítica formada en los arquetipos culturales del siglo XX, es que cuenta con una referencia.
Para un Millenians es irrelevante que David Gaytán no haga la Antígona de Sófocles sino que sirva de ella para hacer su propio discurso sobre la justicia, mucho más cercano para los jóvenes a los está dirigido que el mamotreto griego. Este desfase entre la cultura clásica y la cultura del espectáculo, al que deja mal parado es al crítico porque su juicio se alimenta de una noción del teatro que está desapareciendo. Como los viejos profesores de latín, se puede considerar que el mundo pierde un diapasón de la voz humana, pero es una pérdida que sólo amarga a quienes pudieron leer a Ovidio en la lengua clásica.
La transfiguración es el artilugio que tiene la Tradición para seguir nadando a contracorriente. La vanguardia debe romper radicalmente con el seno materno para generar una nueva tradición artística. Por eso sus proclamas son incendiarias; ¡Muera el teatro neoclásico, muera el racionalismo!, gritaron los poetas germanos del Sturm und Drang. La tormenta y la furia de una generación que puso la emoción individual sobre la lógica cartesiana.
Un país que es muchos países debería tener un teatro multicultural y multiétnico, un teatro indígena, rural y citadino, pero el teatro público que recibe apoyos para formación, producción, difusión y presentación de su trabajo es el de la clase media ilustrada y sin lustrar, porque podemos comprobar que las licenciaturas no son garantía de conocimiento. Al menos este teatro se ha comenzado a diversificar en busca de públicos específicos, en una cadena para la formación de nuevos espectadores que idealmente va del teatro para bebés al teatro para niños y jóvenes.
Más desde la teoría que de la práctica, el teatro que parte de la crítica a los límites conceptuales, ideológicos y formales del teatro canónico, ya ha formado cenáculo y desde ahí comienza a generar espacios propios. Es natural que la gente que ha batallado para conquistar el canon, algo del presupuesto público y algún escenario con tramoya, luz y sonido, no sienta simpatía por una noción del teatro que cuestiona su lugar en el escenario social. Acaso lo que está en cuestión es el sentido de la ficción en el mundo actual, o cómo esta realidad está modificando el imaginario personal y colectivo.
Hablamos mucho de tolerancia pero la ejercemos poco. Cada quien su teatro podría ser la premisa para el 2017. La crisis permanente en la que vive el teatro se agravará con el recorte del presupuesto público. En Argentina, los estados de emergencia social y económica han favorecido al teatro porque la mayoría de los grupos privados (2), no viven del teatro. Perdemos de vista que en México la mayoría de estos grupos sobreviven de su trabajo dramático y escénico. Como las instituciones públicas son la fuente de su financiamiento, habrá crujir de dientes.
La cuesta de enero será doble. De por sí el primer trimestre del año no hay trabajo en el ejido de la cultura. Habrá que imaginar algo insólito, como hacer teatro en los mercados para hacer trueque con la verdulera y el carnicero, y pagar la renta con algún espectáculo erótico. Hoy me río, pero mañana comienza el calvario.
(1) La excepción es Alejandro Luna, quien sigue vivo y trabajando
(2) Le llamamos grupos independientes a los que dependen del presupuesto público.
Prefiero ponerlos en el ámbito de lo privado para diferenciarlo del institucional.