Las damas primero
En varias ocasiones en esta 37 Muestra Nacional, diferentes personas a quienes no ubico, ni conozco han querido dejarme pasar primero, en un gesto amable diciendo: «las damas primero». También he escuchado dos veces escuchado que sin caballeros no hay damas o sin dama no hay caballero, no sé bien cómo va, pero en cualquiera de los casos es una mamada que quien sabe de dónde sacan. Dejar pasar a alguien primero solo porque es mujer, me resulta incomprensible y eso de «dama», tampoco sé muy bien a que se refieran, ni me interesa, ni mucho menos es un referente para mí o algo que quiera ser. Sin duda es un gesto que quiere ser amable, pero termina siendo condescendiente.
A pesar de que esto es generalizado y las formas patriarcales, o machistas o como las queramos nombrar, están tan presentes en nuestro convivio diario que se invisibilizan. Yo no siento que esto suceda en el diseño o programación de la 37 MNT. No pienso para nada que el hecho de que Verónica López, Andrea Salmeron y Gabriela Escatell estén dirigiendo las mesas del Congreso sea «cuota de género», creo que cada una tiene un trabajo que las respalda, lo mismo con las obras seleccionadas. Esto no quiere decir, para nada, que el teatro sea un paraíso de la equidad de género.
Todo esto sale a cuento porque es algo que ha estado presente en la muestra, en la discusión de varias obras, como en el caso de ADN diente de león o Hikari, (yo soy de la idea de que el teatro no tiene que ser políticamente correcto y que hay que criticar también el rol de la mujer en la repetición de esos esquemas). Así como también en la mesa de diálogo sobre públicos específicos, donde Alejandro Ricaño hizo un par de comentarios que, sin ser su intención, causaron molestia en varias personas . Como no hubo oportunidad de aclarar o comentar durante la mesa, se creó un efecto de olla exprés y, al final, Micaela Gramajo se levantó a denunciarlo. Ofendida hasta la lágrima, no solo por el comentario de Ricaño sino por la ausencia de respuesta de todos los presentes, Micaela hizo públicamente su reclamo.
Seguramente debe ser cansado estar midiendo siempre las palabras, o peor aún estar lidiando con las consecuencias de comentarios que se hicieron con las mejores intenciones, el problema es que también nosotras tenemos ese mismo cansancio, un cansancio que por más empáticos o comprensivos que sean los hombres, nunca entenderán. Yo no soy capaz de llevarlo todo el tiempo a flor de piel como lo hace Micaela, no soy tan valiente, ni tengo tanta fuerza, procuro mejor ignorarlo, burlarlo. La mayoría de mis mejores amigos son hombres y muchos de ellos son muy machistas a pesar suyo, por lo que he entablado una relación muy cínica e irónica con eso, yo no creo que la intención de Ricaño haya sido mala, me pareció más simplista y miope que ofensivo y de alguna manera lo entiendo, como también entiendo porque Saúl Enríquez, quien moderaba la mesa, ni siquiera lo notó. Faltan muchos años, mucho trabajo y sí, lamento que mis amigos, mi hermano, se encuentren en una posición vulnerable y complicada (sobre esto también hay mucho que decir), pero no pueden esperar que en esta lucha no exista afectación y aunque no es una guerra de mujeres contra hombres en algunas batallas así serán, la pregunta es: ¿puede haber una rendición pacífica?
Micaela Gramajo comentó en mi muro de facebook al respecto de esta nota: «El objetivo no es linchar a nadie, solo intentar señalar un tipo de pensamiento y comportamiento que no podemos seguir aceptando como normal.» a lo que Susana Romo complementó: «tampoco creo que se trate de linchamiento, es más bien de no dejar pasar para comenzar quizás un camino distinto. La lucha es de todos y todos los días.» y en esto coincido plenamente, aunque yo no sé si tengo la fuerza para señalar diariamente, en cada interacción las actitudes o comentarios que quedan invisibles, normalizados y esto tanto con hombres como con mujeres porque a todos se nos sale alguna, incluso por exceso de corrección, es decir, discriminación positiva que según entiendo así se llama.