Reflexiones de un “abajo firmante”
Martín Zapata
Mi sangre, aunque plebeya, también tiñe de rojo
1.- De que desaparezca la Compañía Nacional de Teatro, a que permanezca como está, prefiero lo segundo, por dos razones: la primera es porque me parece un gran logro que los actores tengan un trabajo digno y, la segunda, porque creo que si desaparece la Compañía, ese presupuesto no se va a utilizar en otros programas; simplemente, desaparecerá, y ya.
2.- Estoy de acuerdo en que todo el proceso de selección del nuevo director, se haga de manera transparente. La carta que firmé, la cual me leyeron por teléfono, no recuerdo que dijera que no debería de haber transparencia en este proceso. ¿De dónde sacaron que la carta era en contra de la transparencia?
3.- De que la compañía funcione como está a que haya cambios que la mejoren, prefiero lo segundo, sin duda. Habría que, discutir, nada más, cuáles son esos cambios; que sea incluyente, por supuesto. Pero hay que reconocer que ha sido incluyente; varios de mis alumnos, de Xalapa, recién egresados, han estado en la Compañía. Que sea Nacional, por supuesto que estoy de acuerdo; hay que proponer proyectos que vinculen a la Compañía con los grupos de provincia. ¿Alguien lo propuso, alguna vez?
4.- Me parece que los actores de la Compañía, deberían tener voz y voto, en el proceso de selección de su nuevo director, ya que, como trabajadores de esa institución, les corresponde ese derecho. Imponerles un director, que persiga el hueso, sin siquiera consultarles, desde mi punto de vista, sería un error.
5.- Como dice Fernando de Ita, intentemos dialogar, pero en serio. Siempre se dice que los otros descalifican y, eso se dice, descalificando e, incluso, insultando. No es bueno ponerse de víctima y acusar a otros de que descalifican, cuando se está haciendo lo mismo. Tampoco es bueno, decir “vamos a dialogar”, cuando se quiere imponer, a huevo, una visión de las cosas. Escuchar, si no me equivoco, es parte de un diálogo.
6.- Estoy impresionado con la manera en que se enredan las cosas; por ejemplo, se dice que la estética del antiguo director de la Compañía está caduca y que ya no le dice nada a nadie. ¿Cómo se explican, entonces, que su último montaje Pequeños zorros (fuera de la Compañía), tenga todas las funciones llenas, durante su temporada? ¿Lleva acarreados o cómo le hace? ¿O que las funciones de sus montajes de El círculo de tiza y El jardín de los cerezos (dentro de la Compañía), hayan estado, también, llenas? Enredar formas de producción, estéticas, pertinencia artística, personalidad del artista, currículum amoroso y viejas rencillas, me parece un desatino, y grave. Se le haga a quien se le haga. Habrá que ponerse serios y discutir, si se quiere discutir, cada cosa por separado y evitar la construcción de un “queso de Oaxaca”, es decir, de un conglomerado de argumentos, relacionados al azar, donde ya nadie sabe de qué se está hablando.
7.- El nuevo director de la Compañía debería de ser un miembro de la comunidad teatral, con trayectoria artística, experiencia como funcionario y capacidad de conseguir recursos. Hay varios, y todos los conocemos; cualquiera de ellos, a mi juicio, estaría bien. Nada más, hay que tener cuidado de que no llegue cualquier güey, con ambiciones puramente políticas, y desmadre todo, aunque sea nuestro mejor amigo.
8.- Si me dieran la dirección de la Compañía Nacional de Teatro, lo primero que haría, es pedir un año sabático y encargarles a los actores que, en mi ausencia, presenten las 52 obras que tienen de repertorio. Y, ya en el 2018, con más calmita, vería qué hacer. Ése, es mi proyecto, por si lo quieren considerar.
24 octubre, 2016 @ 12:30 am
Anoto mis comentarios a la publicación de este texto en el muro de Martín y una última aclaración:
(Lo escrito)
1. Dónde leíste que se pida la desaparición de la CNT?
2. Qué fácil decir que alguien se victimiza cuando las fuerzas son tan dispares. Otro argumento que huele a autoritarismo, pero sobre todo, que ignora que este debate no empezó con la renuncia de Luis de Tavira a la CNT sino con su llegada. Ponerlo en los términos en que lo haces, es pasar por alto 8 años de decisiones en lo oscurito.
3. Puesto que la CNT fue conformada así, ¿no te parece un despropósito proponer que sólo se les consulte a quienes ya están adentro, como lo hicieron los responsables institucionales? Nadie pidió que los actores no tengan voz y voto, simplemente que no pueden monopolizarlo.
4. Mi comentario sobre la estética de De Tavira fue eso, un comentario en un artículo y tú lo jalas al centro. Pero tienes toda la razón, yo mismo he pedido no confundir los méritos (o no) artísticos con la gestión pública. Lo que han hecho casi todos quienes han salido en defensa del modelo actual de la compañía.
5. En ese sentido no voy a defender mi afirmación respecto a la vigencia (o no) de un discurso o una estética aunque el criterio de un teatro lleno se cae con revisar la lista de obras más «exitosas» del teatro mexicano. Ninguna dejó huella y sí lo hicieron muchos «fracasos». Pero de ser así, ¿cómo explicas los bajísimos números que ofrece la propia CNT? 120 espectadores para producciones de millones de pesos te parece un logro digno de continuar?
(Y la última aclaración)
Le quito la connotación ad hominem al despotismo ilustrado y lo retomo como idea política. Nuestro nivel de discusión en ese terreno es tan elemental que me basta con las definiciones de wikipedia. «Una idea que surge en Europa en la segunda mitad del siglo XVIII», exactamente como los Teatros Nacionales que sirvieron de modelo a esta CNT (algo que publiqué hace 8 años). «Los monarcas de esta doctrina contribuyeron al enriquecimiento de la cultura de sus países y adoptaron un discurso paternalista.» Nadie dijo que las dictaduras no funcionen, pero pagan las consecuencias (por lo demás, ¿alguien recuerda «a los que nunca han tenido acceso al teatro»?) Y lo más importante, su lema: «Todo para el pueblo sin el pueblo». ¿No es exactamente lo que expresa la carta de marras? Bueno pues ese mundo se acabó hace muchos años.
24 octubre, 2016 @ 4:25 pm
La capital como tal ya no existe más, dentro de las nuevas maneras de organizarnos y de vernos la centralización es más un problema que una solución válida, la Compañía Nacional de Teatro debería de moverse por al menos 5 regiones del país y desechar el lamentable término de «la Provincia» un argumento elitista que no obedece a lo que requiere el país, que la compañía siga estando en un espacio físico donde se demandan ofertas culturales y se concentra el presupuesto mientras que en el resto del país la profesionalización y la creación de públicos conocedores brilla por su ausencia solo nos dice el cómodo asiento que se han construido quienes comandan las artes escénicas y quienes son los que deberían de trabajar para su desarrollo en el territorio nacional y no únicamente en las principales capitales.