Entre Luis de Tavira y el pescado zarandeado
Crónica de un desencuentro
Si la cultura es ante todo arraigo civilizatorio, basta con mirar al estado de Nayarit y particularmente su capital Tepic, como un lugar en el cual el desarrollo de infraestructura paulatinamente genera orgullo local y bienestar público. Probablemente, Tepic sea la capital estatal mexicana con mayor número de espacios escénicos por habitante —habría que revisar si la cantidad es consustancial al número de grupos profesionales y la calidad de los mismos— y ante la rehabilitación de la ex fábrica textil Bellavista en un centro regional de las artes, uno no puede sino pensar que la oferta escénica deberá ser generosa en lo próximo, indudable detonante artístico nacional en el futuro.
Mientras esos días mejores llegan, el teatro nayarita oscila —como buena parte del país— entre la tímida (acaso incierta) relación de los teatristas con los públicos específicos, la generación de montajes fincados en búsquedas personales que dialogan poco con el contexto y la invasión del modelo de entretenimiento más accesible, el código televisado o televisivo implantado en la escena, los paradigmas del cine y de la televisión (del melodrama a la comedia ligera) como poética fundacional.
En el marco de la Muestra Estatal de Teatro de Nayarit, el diagnóstico parcial es que el teatro de este sublime estado tiene mucho por decir a sus ciudadanos y pronto los teatristas locales sabrán cómo. Para trazar una ruta crítica de viaje, llegar a ese cómo con alguna certeza, se invitó al director de la Compañía Nacional de Teatro a dictar una conferencia. Luis de Tavira, el último gran maestro de la escena mexicana, portador del mensaje evangelizador, pronunciaría su saber posterior a la lectura de los resultados de la dichosa muestra (de la cual fui jurado) y después cenaríamos todos en completa armonía, como la comunidad artística que somos o deberíamos ser, a pesar de una trepidante lluvia y de la cercanía de una cantina maravillosa llamada Álica, que como un imán nos obligaba a visitarla de cuando en cuando.
El pescado zarandeado está en el imaginario (y las glándulas salivales) de todo visitante. Fui creando expectativas desde la sala de espera de Aeromar para viajar a Tepic. El maestro José Inés Enríquez Ledesma, director del Consejo Estatal para la Cultura y las Artes de Nayarit nos invita a comer en el restaurante Marlín de Tepic y se cumplen mis fantasías gastronómicas.
La escena es la siguiente: En el centro del conocido lugar (fotografías de famosos adornan las paredes) Luis de Tavira pide un coctel de camarón y este quien escribe unos tacos gobernador, como aperitivo a la bandeja de pescado zarandeado que hiede mesas contiguas. No hay alcohol de por medio y los anfitriones, que son magníficos, explican las bondades de tal o cual platillo. Hablamos de Amado Nervo y Alí Chumacero con la maestra Rosalba Esparza, quien acompaña discreta la jornada. Fluye la cordialidad y cuando el enorme pescado llega, impúdicos removemos su carne blanquecina aderezada con vegetales, le ungimos salsas y el gesto inmediato es de absoluto agrado.
Por primera vez tengo frente a mí al maestro Luis de Tavira con posibilidad de charla, sin los encuentros mínimos y de cortesía afuera de un teatro o en los brindis de fin de año en el Palacio de Bellas Artes. He escrito y pensado sobre esta persona como personaje público, así que verlo ahí, enjuto y hurgando con su tenedor las vicisitudes carnosas del pescado zarandeado que nos divide me provoca cierto desconcierto, como en la frágil atmósfera de un sueño.
Entre bocado y bocado pregunto sobre el próximo estreno de la CNT, “es un Schiller de David Hevia”. Pienso —y lo diré después de una tostada de aguachile— que cuando apareció el actual modelo de gestión de la Compañía Nacional de Teatro (2008), uno de los críticos del maestro Tavira (y por lo tanto de su emprendimiento público) fue justamente Hevia, que en ese momento pugnaba por un modelo de gestión orientado a la coproducción con compañías desde la CNT. Tavira asiente y sonríe cuando comento que los críticos caen poco a poco, “inevitablemente hay que comer”. Y comemos, porque en el Marlín de Tepic a eso se va, mientras suena la música de banda detrás.
Quizá ahí debí dejar el tema, no provocar más al maestro ni incomodar al director de la cultura nayarita. Pero estoy dotado de impertinencia y cierto sentido de la oportunidad, derivado de los días en los que el periodismo era la única manera en que me ganaba la vida. Me obligo a seguir, preguntar. La cordialidad aún abunda en la mesa y avanzo hacia un derrotero aún mayor: ¿Cuándo cambiará la dirección artística de la CNT? De inmediato la tensión se hace presente. Luis de Tavira ya no es la persona de la tercera edad que mete con cierta curiosidad infantil un totopo en un vaso de cristal para atrapar un camarón envuelto en cátsup, sino el maestro irritable del que me han contado mis mayores. El que acude a la descalificación inmediata: “¿Quién eres tú para pedir que cambie la dirección artística? ¿Tú qué has hecho? Cambiará en su momento”, responde después. “Thomas Ostermeier lleva 17 años al frente de una compañía y nadie le dice nada”. Tavira se refiere a la Schaubüne am Lehniner Platz de Berlín, ni más ni menos.
Abandono en el plato un taco de pescado que estaba armando con precisión de cirujano para contrarrestar: ¿Se compara usted con uno de los más importantes directores de escena del mundo? ¿Le parece que hay paralelismo entre la política cultural alemana y México? ¿Sabe de la enorme distancia de presupuesto para cultura entre ambos países?
Y la disputa nos lleva a las cifras. Él dice que los 18 millones de pesos que tiene para producción teatral son poco y “mira el presupuesto de teatro UNAM o del INBA, estamos todos trabajando con muy poco”. Claro, pero en el caso del INBA, es el dinero para todo un país, para toda una comunidad, no se trata de un proyecto artístico personal, le suelto y aprovecho que estoy medianamente lúcido y pregunto: ¿No tiene nada de malo que sus actores sean becarios del FONCA (ergo, que no paguen impuestos, transitan como becarios perennes no como prestadores de servicios, en franca competencia desleal con el resto de los artistas escénicos del país)? No responde la pregunta, en cambio cuestiona si conozco el número de espectadores de las puestas en escena de la compañía y el número de funciones que dan a lo largo del año. No importa, aunque tengan llenos en cada función, es un modelo de gestión centralista y abonado a una élite, respondo.
Enfurece. En su gesto no hay cordialidad y su mirada se fija brevemente en la mía. Afortunadamente mis problemas oculares me salvan, llevo gafas de sol y sé que busca mi mirada, clavarse en ella tal y como me han relatado decenas de alumnos suyos, algunos hablan casi de una capacidad hipnótica en los ojos del maestro. “Hablas desde el desconocimiento. No sabes nada. Ni tú ni los tuyos saben nada”, concluye. En ese momento pienso, ¿a quién se referirá y por qué insiste en usar el plural?
Sube la voz y repite que no tengo ni idea de nada y que hablo de mala fe. Ni buena ni mala, soy ateo. Entonces le pido —aquí reconozco mi osadía— que me acerque la canastilla de tacos gobernador que tiene a su derecha. Ni siquiera me mira, es justamente el director del CECAN quien despliega cortesía. Volvemos al tema de las cifras y el propio maestro José Inés interrumpe la disputa para decir que mejor hablemos del pescado. En medio de aquel altercado verbal (los meseros ya lo notaron y se les ve nerviosos, incapaces de interrumpir; se podría cortar el aire con la espina del robalo), no es mala idea abonarnos a la trivialidad. El silencio invade la mesa y de la fotografía inicial, en los albores de la comida, quedan muy lejos las sonrisas fingidas; de mi parte hubo imprudencia y de la suya intolerancia inmediata ante la crítica y descalificación antes que capacidad argumental. Me decepciona que Luis Tavira sea tan mal polemista, yo esperaba que su brillantez me dejara en silencio mascando animales de mar, pero no, ni mucho menos.
Se saborea la comida local con tranquilidad y buen ánimo. Sin embargo, Luis de Tavira no permitirá que el episodio quede impune. Y vuelve a la carga, ya fuera de sus casillas, exaltado y sin que nadie lo interrumpa, sin que este dramaturgo de segunda diga nada; escuchamos los presentes el soliloquio irascible. Otra vez la descalificación, “no sabes nada, no entiendes”. Cuando le pregunto sobre el nulo interés de la CNT en el teatro para audiencias jóvenes (tratando de llevarlo a un ámbito donde florezcan las ideas), revira enfático: Ustedes (se refiere a los que hacemos teatro para niños y jóvenes, supongo) en su mayoría son una pandilla de negociantes. Lo dice justamente el mayor negociante de la historia del teatro mexicano, jurado de cuanta convocatoria ha visto la luz, director —más no funcionario, cosa extraña— de la Compañía Nacional de Teatro, asesor él y su grupo de puestas en escena que van desde la supervisión del Programa Nacional de Teatro Escolar en San Cayetano y en el CEDRAM de Pátzcuaro hasta consejero de presidentes en la extinta CONACULTA, del Consejo Consultivo del CUT, de gobiernos estatales, de la reciente ley de cultura que se debatió de forma itinerante, de Casa del Teatro. Es proverbial la omnipresencia de Luis de Tavira y sus huestes en la política cultural mexicana. Tavira, el fundador de grupos, compañías y escuelas que viven del erario desde hace décadas nos llama “negociantes”.
No me indigno, pero debería. Trato de mantener la calma. El que se enoja pierde, me digo. Hago un cuestionamiento y el maestro furioso (el temblor en su mano es muestra de ello) me interrumpe para exclamar que está harto de la crítica infundada (otra vez el plural) que le hacemos. “Ustedes la camarilla de Facebook”. ¿Qué camarilla? ¿A quiénes se refiere? “Los leo y los conozco bien, ustedes no representan a la comunidad teatral de este país, son sólo eso, una camarilla”.
¿De qué camarilla habla? Finjo que no sé, pero mientras el maestro levanta las manos diciendo que no somos más que un grupo minúsculo de inconformes no puedo sino imaginar el semblante angelical de Martín López Brie, Rubén Ortiz y Rodolfo Obregón, entre otros, muchos otros. Sé que él está pensando e imaginando los mismos rostros. Al respecto, recupero unas palabras del propio maese Obregón: “Urge una valoración serena sobre su teatro y, sobre todo, sobre su figura y su influencia en la producción, la manera de escribir la historia, la formación actoral y las políticas teatrales”. La charla o lo que haya sido, termina abruptamente cuando nos interrumpe el resto de jurados de la Muestra —More Barret y Paola Herrera, además de la joven promesa de la improvisación teatral en México, José Luis Saldaña— quienes llegan para comer, a mitad de la disputa.
Me siento mal, confieso, de haber exaltado al maestro y después de su conferencia nos ofrecemos disculpas. No puedo dejar de tener interés por ese viejito barbado, que viste ajeno al trópico y fuma un cigarro electrónico, aquel que se va sin despedirse y no acude a la cena final. Es el Fidel Velázquez del teatro nacional y la CNT el brazo escénico de dos regímenes políticamente muy oscuros, negados a democratizar por completo la escena nacional. También sé que esta crónica es al mismo tiempo testimonio del suceso y homenaje a su figura, a sus desplantes, a su intolerancia, a su nostalgia de otros tiempos en los que era incuestionable y me juzgo como esos escritores latinoamericanos que de tanto escribir sobre dictadores, comenzaron a empatizar con ellos, a humanizar su autoritarismo. Entonces detengo la escritura y salgo a buscar un trago, con indudable nostalgia de Tepic y su pescado zarandeado.
6 septiembre, 2016 @ 3:13 pm
Estupenda crónica, Enrique.
6 septiembre, 2016 @ 3:31 pm
Gracias Enrique, hiciste las preguntas que muchos desearíamos hacerle, y sí efectivamente, según lo cuentas, le ganó la intolerancia, lástima…
6 septiembre, 2016 @ 3:34 pm
Excelente cronica… la pluralidad y la mirada penetrante, muy cierta.
6 septiembre, 2016 @ 4:11 pm
El Fidel Velázquez de lq escena nacional. Jajajajajajajaja no paro de reir, eres un idiota
6 septiembre, 2016 @ 5:07 pm
Muy buena crónica, además de una instantánea de la figura de Tavira.
6 septiembre, 2016 @ 6:48 pm
Hubiera sido interesante estar presente, pero tu crónica permite trasladarse al momento. Recuerdo la palabras de Luis De Tavira en un encuentro de directores, en torno al finado Héctor Azar (el «De Tavira» del propio De Tavira). Ante la omnipresencia del poblano, describió su periodo y su actuar (pues Azar ostentó simultáneamente las direcciones de Teatro del INBA y la UNAM en su momento) como un califato del teatro. Sin detenerme en el rasgo racista de su sarcasmo, no es capaz hoy de ver la ironía dentro de éste «corso-ricorso» que experimentamos con la omnipresencia de De Tavira (sumo a lo que enlistaste su rol en el SNC); acaso pretende erigir una suerte de papado del teatro con él como «santo», inquisitorial e incuestionable Pater… si no se da un necesario cambio en la dirección de la CNT, hará falta un Palafox que expulsr al jesuíta…
6 septiembre, 2016 @ 8:07 pm
No puedo expresar otra cosas más – ¡Es precioso! ¡Eres precioso! (Y ni te conozco).
6 septiembre, 2016 @ 8:14 pm
Chingón güey, no mames, te la mamaste. Agüevo. Qué guevos, pero no te me infles tanto gordito. Enhorabuena. Más pescado zarandeado.
6 septiembre, 2016 @ 8:18 pm
¡Excelente Enrique!
6 septiembre, 2016 @ 8:28 pm
Matizo mi prudente comentario: «urge una valoración serena…» pero únicamente para que quede constancia y no morir con la muina; porque no servirá de nada más, pues en este país la crítica no es tenida en cuenta en ningún sentido, y los maestros de la negociación en lo oscurito, del chantaje y las trayectorias fundadas no en méritos artísticos sino políticos, seguirán ganándonos todas las partidas. Y Luis es su máximo exponente y saldrá de esto impune.
Y a propósito del espléndido comentario de Hernández Farfán: sé de muy buena fuente (colaborador continuo de De Tavira y fundador de CLETA) que cuando aquel movimiento estalló dando por terminado «el califato», la UNAM envió a un joven negociador, discípulo de un Héctor Mendoza que salió del lance con el poder, y ahí aprendió los oficios: obviamente se trataba del joven ex jesuita!
6 septiembre, 2016 @ 8:33 pm
Muy buena crónica. Hasta me dio hambre, pero de poder y presupuesto, je. Ojalá el cambio generacional altere la cuestión de nuestro teatro.
6 septiembre, 2016 @ 9:36 pm
Quisiera referir a la última nota que publiqué en mi pagina de face para quienes deseen leer sobr el mismo sujeto.
6 septiembre, 2016 @ 10:37 pm
La espina de un róbalo no podría cortar el aire. No sé si se trate de un lapsus calami o del efecto uno de esos autocorrectores traicioneros pero, en todo caso, el pescado protagonista del artículo, efectivamente zarandeado, debería perder por eso el acento que aquí permaneció en la «o».
7 septiembre, 2016 @ 1:56 am
Excelente crónica, que de no ser una corrosiva verdad, podría quedar en las páginas del realismo mágico teatral de México. Pero nuestra realidad político cultural es costumbrista. Si, es costumbre la construcción de cacicazgos basados en el amiguismo, el clientelismo, los elogios mutuos, los premios al prójimo, becas teledirigidas, etc., y esto en todos los campos del quehacer artístico. Les remito a un artículo de José Martínez sobre el asunto: http://www.letraslibres.com/mexico/los-caciques-culturales
7 septiembre, 2016 @ 3:04 am
Excelente. Bien por esos guevos. Cordial saludo.
7 septiembre, 2016 @ 3:23 am
excelente Cronica, Bro. Enrique Olmos y se de todo ese altercado y del desplante de Tavira porque y estuve con ustedes, y cuando gustes aquí tienes tu casa, para irnos al Bar Alica.
7 septiembre, 2016 @ 3:31 am
Es curioso como te vales de una comida privada, para hacer una provocación política, y hacerla posteriormente publica.
Con el debido respeto, pero eso no se llama osadía como tu le llamas, se llama oportunismo, y del mas bajo. A fin de cuentas en esa mesa había dos negociantes igual de perversos, uno jurasico y cansado y el otro aspirante a ocupar el puesto.
7 septiembre, 2016 @ 3:41 am
Pues será el sereno pero, aunque sé que no son competencias, dejando de lado los chismes que no me sabía, la narrativa de esta crónica no es ni la mitad de buena que una sola de las oraciones de la conferencia que se aventó Tavira más tarde ese mismo día.
7 septiembre, 2016 @ 3:50 am
Y también quiero agregar, así también como chisme de una reunión privada para comer, que en la fila para servirse la cena después de la confe, Olmos gritaba «queremos rock» al grupito versátil que no tocaba rock y volteaba a fijarse quién lo estaba viendo para que se notara que «equis, somos chavos y jueces y todos nos la pelan.»
La cena estaba dos tres.
En lo que sí estoy de acuerdo es en que la cantina El Álica está chida y de que el melodrama y la comedia ligera tepicense.
7 septiembre, 2016 @ 5:09 am
Muy bien, Enrique!! Admiro tu honestidad. Abrazos, bro!!!
7 septiembre, 2016 @ 4:12 pm
Excelente crónica. Pienso que el Tavirismo tiene toques muy esnobistas, decimonónicos. Y más allá, sus huestes fomentan el no reflejar lo contemporáneo en el teatro. Como aportación, el Bar Álica es una cantina muy antigua pero por demás agradable. Justo en el lado derecho de la barra, se encuentra encerrado en un capelo, un pedazo del muro de Berlín. Bienvenidos cuando gusten.
7 septiembre, 2016 @ 5:24 pm
Por cierto, la alusión a Ostermeier no es mera coincidencia: https://www.youtube.com/watch?v=O9KCIy4TCxw
7 septiembre, 2016 @ 5:29 pm
Genial! Solo usted maestro Olmos!
7 septiembre, 2016 @ 9:37 pm
Solo para dejar registro de los frutos de esta crónica que llegó hasta El Universal y ya se creó una página de FB La kamarilla https://www.facebook.com/somoslakamarilla/?fref=ts
8 septiembre, 2016 @ 12:21 am
El Nayarit de los descalabros culturales
En el inicio de la crónica de Enrique Olmos de Ita, lo que menos importa es su percepción sobre los espacios teatrales en Tepic. Si el objetivo es dar a conocer el “desencuentro” con Luis de Tavira, no tiene caso ocupar el espacio en suposiciones.
“Quieres conocer a Miguel / vive con él” dice la sabiduría popular. En este caso si Olmos de Ita quiere saber sobre el teatro en Nayarit, le pido que no se quede mucho aquí, con un mes es suficiente para enterarse de la realidad.
Me refiero a lo que ha hecho el Consejo Estatal para la Cultura y las Artes de Nayarit (CECAN), en este sexenio, que acabará dentro de un año. Su apoyo al teatro como el desarrollo cultural del Estado ha sido desastroso, con mínimas excepciones. Por ejemplo: De las seis emisiones de apoyos del PECDA (Programa de Estímulos a la Creación y Desarrollo Artístico), sólo se alcanzaron a otorgar cuatro; la aplicación del PACMYC (Programa de Apoyo a Culturas Municipales y Comunitarias), también ha sido irregular, puesto que no se podrán a aplicar las seis emisiones y su calendario de trabajo siempre estuvo desfasado del nacional; no llegó el apoyo a los 20 municipios de la entidad, (alguna cosita por ahí); hubo irregularidades en la aplicación de apoyos etiquetados por la Cámara de Diputados (Federal) y del monto de dinero otorgado anualmente por el desaparecido CONACULTA (Consejo Nacional para Cultura y las Artes); la promoción de la lectura fue casi nula; no hubo ferias del libro; ni publicación de textos; se creó una sala de lectura en Rosamorada, sin lo prometido: equipos de cómputo y tabletas y se trató de despojar a un grupo de artesanos de la tienda Cinco Pueblos, que ocupan de en comodato, entre otras muchas irregularidades, que por cuestiones de espacio no puedo mencionar.
Jamás ha habido transparencia en el presupuesto ejercido por el CECAN, siguiendo la tónica del gobierno del Estado, de no informar nada. A todo el que se ha atrevido a alzar la voz para denunciar alguna irregularidad, se le ha tratado de descalificar por todos los medios. Lo menos que ha dicho el gobernador Roberto Sandoval (con las debidas repeticiones de los funcionarios culturales), que somos “gente sin quéhacer, que nos dedicamos únicamente a criticar”. Como si ellos –los que creen que tienen la razón, porque tienen el poder- pudieran saber lo que hacemos todos “los desquehacerados”.
La rehabilitación de la exfábrica textil de Bellavista en el municipio de Tepic es una entelequia. Se habla pomposamente, de un “centro regional de las artes”, cuando la Escuela Estatal de Bellas Artes, que se fundó hace un poco más de medio siglo, recientemente se unió al programa de Centros de Iniciación Artísticas Asociados del INBA y la escuela de danza que se dio a conocer su apertura, es un salón, donde no existe tal institución. El CEDART Amado Nervo de Tepic, que cuenta con bachillerato de arte y humanidades, se repone después de tres años de difícil vida, ya que por capricho de la que fuera titular de la Secretaría de Cultura y (una vez desaparecida ésta) del CECAN, se fundó en Santa María del Oro y no logró reunir ni el 20 % de los alumnos requeridos.
Hasta hace unos días las obras de rehabilitación de la exfábrica textil de Bellavista estaban paradas, a pesar de que el “Centro Cultural” (así lo anunció en gobierno del Estado), se dijo que estaba terminado, en la Feria de California efectuada en San Diego, Estados Unidos y en el CECUT (Centro Cultural Tijuana).
Así se desenvuelve el desarrollo cultural oficial en el Estado de Nayarit, en un sexenio donde se recibió más presupuesto que en los dos que lo antecedieron y su trabajo ha sido ineficiente y con apoyo sólo a sus amigos y familiares. Es importante poder hablar de todo lo que se realiza en este reglón de una manera autogestiva, ciudadana o independiente (como guste usted llamarlo) y de lo que se está planeando por el centenario de la creación del Estado Libre y Soberano de Nayarit.
César Delgado Martínez
Rosamorada, Nayarit
8 septiembre, 2016 @ 6:42 pm
Nos parece que su texto merece un espacio propio, por lo que lo publicamos como nota aparte: http://teatromexicano.com.mx/5694/el-nayarit-de-los-descalabros-culturales/
Si le interesa para otra oacasión puede escribirnos a: prensa@teatromexicano.com.mx
Gracias
8 septiembre, 2016 @ 11:43 am
Tienes razón, Tavira es el cacique más arraigado y lesivo que ha padecido el teatro nacional, y es un cacicazgo que ha ejercido con el beneplácito o la complacencia de la «crítica especializada». Por cierto que hace mucho su estética teatral es la repetición de su egomanía, aderezada, eso sí, de abundante dinero público. Allí, en su cortesanía tras las bambalinas del poder, radica su verdadero talento. Esa es la cátedra que nos debe: «cómo medrar de manera oculta y alevosa en los pasillos del poder». Pero no olvidemos a otros caciques que, aunque menores, también lastran una teatralidad más rica y variada. Son aquellos que algunos denominan «artistas burocratizados», oficialistas, o «vacas sagradas» (son vacas pero no sagradas), y que han proyectado su carrera a costa del lamesuelismo más abyecto y de derribar a quienes se les oponen; vayan algunos ejemplos: Luis Mario Moncada-Martín Acosta, Mauricio García Lozano, José Ramón Enríquez, Enrique Sínger, Mario Espinoza, entre otros… Todos ellos, por supuesto, esquiroles del poder político, sin importar ideología o proyecto. Hasta que nos sacudamos todas esas rémoras del presupuesto, el teatro seguirá cautivo de proyectos personalísimos, sin arraigar de manera firme en donde debe hacerlo: el público. Saludos y felicidades.
14 septiembre, 2016 @ 11:15 pm
«Ya encarrerados acabemos con todos ellos, saquemos las guillotinas y limpiemos las rémoras que impiden el desarrollo de la pluralidad Teatral! De qué los acusamos? De ‘derribar a aquellos que se les oponen’. Y qué proponemos? Derribarlos porque son un lastre para nuestra idea de pluralidad, es decir, se nos oponen…»
Vaya, desconocia que hubiese cometido crímenes tan atroces. No tengo el gusto, Emi, pero podrías decirme a quién he derribado por oponérseme? Podrías darme una idea de qué tipo de proyecto o estética he bloqueado y ya de paso a quién le he lamido las suelas? Es tan categórico lo que afirmas que supongo que tendrás datos duros de aquello que me acusas de hacer en contubernio con otros. Que medro del presupuesto? Qué curioso que lo afirmes porque en los últimos cinco años he montado una sola obra personal, cuyo dinero era fundamentalmente extranjero. Fuera de eso, vivo de mi trabajo y no decido la suerte más que de la compañía que paga mi salario. O también eso te molesta? Es curioso lo que el enardecimiento frente a la injusticia nos lleva a decir, ojalá hubiese en lo que dices algo más allá del «quítate tú pa ponerme yo». Hablemos de teatro, hablemos de argumentos, dispara la primera idea.
22 septiembre, 2016 @ 10:18 pm
Ándele, Luis Mario, eso te pasa por ponerte a discutir con anónimos y pendejos ardidos.
13 septiembre, 2016 @ 5:11 pm
Conozco a olmos… Y bueno, creo que esta anécdota se parece a lo que le sucedió al piojo Heerera con el nefasto de Martinoli en un aeropuerto y por eso lo corrieron de la selección. Olmos es como el Martinoli del teatro mexicano, siempre esta haciendo críticas y exagerando con burlas y comentarios sarcasticos de todo, ya era hora de que alguien con el nivel de Tavira le dijera que no sabe nada, le faltó darle un madrazo como el piojo para ponerlo en su lugar. Es la neta.
13 septiembre, 2016 @ 6:50 pm
Querido Enrique, no estoy de acuerdo contigo en la manera en la que presentas al Maestro Tavira, me parece poco noble la manera en que lo exhibes y convocas al odio irracional contra él. Varios de los que se unen a tus comntarios NO son mejores personas, sólo que tal vez, o no han tenido el talento, definitivamente la habilidad política y la suerte que Tavira. Pero idntifico a algunos que en otros momentos han mostrado también una poderosa atracción por el poder y que de haberlo obenido serían terribles. Sabes que te aprecio me parece muy bien el ejercicio de la crítica, pero me surjen algunas preguntas ?Por qué dices que vive del erario? No crees qu un intelectual y un artista, cualquiera, en este caso él, deban cobrar por su trabajo? ?No crees que sería mejor que tooodos los teatristas u otros artistas que recibimos apoyos del FONCA no pagaramos impuestos? Yo como becaria del SNCA, tampoco pago impuestos porque las becas están excentas de gravamen. Soy también contadora pública y te puedo decir, con conocimiento de la ley fiscal, que todos los que son pagados con apoyos del FONCA, deberiamos estar excentos de impuestos, pues el FONCA otorga estímulos y apoyos, NO compra nuestros servicios. Aquí hay un problema de definición y aplicación de la ley del IVA, por ejemplo, que yo he pensado plantear alFONCA, porque me parece que hay un error en la manera que aplican estos impuestos. Sólo es un ejemplo para tratar de orientar la energíahacia problemas que están ahí y que no tienen que ver con el «demonio»Tavira.
Porque en lugar de desear la desaparición de la CNT, no exigimos que haya mas presupuesto y que se den garantías semejantes a otros teatristas. ?Por qué no peleamos los presupuestos contra los diputados, sus aumentos y privilegios. Me parece que el problema NO es entre Tavira y el resto de los teatristas, el problema es la carencia y la insuficiencia. Y también agregaría, la falta de autocrítica y capacidad para proponer una plataforma en donde todos ganemos, incluidos los públicos. Un abrazo fraterno
20 septiembre, 2016 @ 10:38 pm
Enrique, quiero usar un poco de la impertinencia que te sobra, para dar a conocer algunas situaciones que obviamente omites en tus publicaciones, y que tal vez resultarán atractivas para tus lectores, quienes se regocijan con tus aventuras.
En el marco de la Feria del Libro Infantil y Juvenil del Libro, que realiza el Consejo Estatal para la Cultura y las Artes de Hidalgo, se entregó el Premio de Poesía Efrén Rebolledo 2016; me permito retomar algunas palabras que publicó en su columna del Diario Milenio, el ilustre y poderoso Fernando de Ita, que dicen así “En un acto sin precedentes, el escritor y empresario cultural, Enrique Olmos (obviamente omitió el segundo apellido del nombre “artístico”), dijo, que en el sexenio que termina la cultura durmió el sueño de los justos porque el gobernador saliente, Francisco Olvera Ruiz no hizo nada para despertarla…y así, la mofa continúa.
Enrique, creo que tu poca vergüenza, fue mayor que la indignación que manifiestas por la situación de la cultura en Hidalgo, la olvidaste cuando recibiste el cheque por $50,000.00 y el reconocimiento otorgado por Francisco Olvera. No crees que es un poco incongruente tu discurso (al igual que los aplausos y porras de tu tío), deberías haber rechazado el cheque y el documento firmado por Francisco Olvera. Todos, hasta tu servidor, habríamos aplaudido hasta el cansancio, si solo hubieses aceptado el reconocimiento del premio, pero es evidente tu codicia, y abunda en las personas que te rodean.