Noche y niebla
La Compañía Nacional de Teatro inaugura el XX Festival de Teatro Universitario de la Universidad Autónoma de Baja California, con la obra Noche y niebla, autoría de Jaime Chabaud, bajo la dirección de Fernando Santiago.
El tema que se aborda es no otro que la desaparición forzada, haciendo referencia del caso Ayotzinapa acaecido entre el 26 y 27 de septiembre del 2014. Se agradece que la Compañía Nacional se pronuncie al respecto, así como lo hacen distintos grupos de diferentes estados. Se agradece también que lo haga a través de un texto de un reconocido dramaturgo en la escena nacional mexicana, aunque no sea precisamente de sus mejores textos, y sobre todo, se agradece que no se haya abordado de manera superficial, que sea un trabajo serio, cuidado, limpio y comprometido.
La narraturgia no me resulta muy atractiva, ni para leerla ni para verla, pero del texto Noche y niebla ha resultado un montaje bastante interesante. Es un placer ver un espacio tan evocativo y tan significativo. Creo que la obra se recarga en significados, en signos, que se plantean desde el principio y aunque resulten más o menos difíciles de entender, en el transcurso van aterrizando.
¿Cómo entenderíamos ese espacio subterráneo atravesado por débiles haces de luz si no fuera porque hablamos de fosas, de la vida rural, del campo, de cavar? ¿Cómo entenderíamos esos movimientos corporales que ejecuta Ana Isabel Esqueira en contraste con Teresa Rábago, para llevarnos de un personaje a otro, de una imagen a otra, si no fuera porque en la obra deambulan voces ausentes, recuerdos, sensaciones, incertidumbres? La oscuridad, el tono, las imágenes, la textura, ofrecen una visión poética y precisa de la situación que vivimos en México.
En mi opinión, es el texto, o quizá el ritmo, una de las flaquezas de la obra. Porque debo decir que aunque todo el trabajo estético: la plástica, la iluminación (Kay Perez), el vestuario (Marina Meza), la multimedia (Kay Pérez), los efectos sonoros (Alberto Rosas), el trazo, el movimiento, fueron un verdadero deleite… la obra tiene muchos momentos aburridos. Sí, nos irrumpe una que otra vez esa escena que suspende, que emociona, que se carga de tensión, que toca, pero se disuelve cuando los recursos de la narraturgia nos cambian de tiempo, de tiempo ficticio quiero decir, y de personaje, y de situación… y a mí, personalmente, en el blah blah blah se me va el hilo de las diferentes anécdotas, es por eso que resalto el equilibrio entre las palabras y los signos con que las enriquecieron, y también el equilibrio y la química entre las dos actrices.
A cargo del movimiento sonoro estuvo Marcela Aguilar; asesoría artística, Emma Dito; diseño de maquillaje y peinados, Maricela Estrada; dirección artística, el reconocidísimo Luis de Tavira; coordinación de gira, Francis Palomares; producción ejecutiva, Karina Riverón; operación técnica, Melisa Varish.