Tierra de ausentes
Como ya es tradición, la Compañía Nacional de Teatro da inicio al Festival Universitario de Teatro (FUT) en su vigésima edición con la puesta en escena Noche y niebla del dramaturgo Jaime Chabaud y dirección de Fernando Santiago, el pasado jueves 26 de mayo del 2016, en el Teatro Rubén Vizcaíno Valencia, dentro de las instalaciones de la Universidad Autónoma de Baja California.
Noche y niebla es una obra narratúrgica que nos habla de un tema difícil para todos, en particular para quienes viven la incesante búsqueda y ausencia de sus personas desaparecidas a causa de la violencia. Esta no es la historia de dos mujeres en busca de sus familiares, esta es la historia de una de las situaciones más escalofriantes y aterradores del país, es una de las caras más reconocidas y con la que nos ve el resto del mundo, la cara de la muerte, el crimen, la pobreza y la corrupción. Las actrices Teresa Rábago y Ana Isabel Esqueira nos sumergen en la angustia de los personajes.
Con tierra negra esparcida por el escenario y en pequeños montículos nos introducen en la seca atmosfera de muerte. Una pieza funciona como pantalla para complementar las proyecciones de imágenes enriqueciendo las texturas, colores y formas de las prendas que conforman este cuadro plástico diseñado por Kay Pérez.
El tiempo de la obra está suspendido en un limbo, como lo está un desaparecido. El texto tiene una línea de narración no aristotélica, está fragmentado, por lo que si la atención del espectador se dispersa y se le escapa un detalle importante para entender las historias habrá una ausencia más. La cifra de los espectadores ausentes aumenta cuando no se les envía un estímulo más a parte de lo que ya vio desde que el humo se dispersó, que fue la composición con la tierra esparcida en el escenario y los vestuarios de Mariana Meza.
La multimedia jugó un papel muy importante durante la obra para mantener la atención del público en el espectáculo, el director Fernando Santiago y sus actrices tienen un elemento que llena de posibilidades la escena para lograr que los espectadores no se pierdan ni un solo detalle del texto y es en la explotación de la tierra como su principal recurso escénico para contar las historias.
Las personas perdemos sensibilidad ante los actos criminales por estar empapados de esta información, pensamos que nunca nos va a pasar o que es un requisito estar involucrados en el crimen organizado, pero no necesariamente. Tampoco se trata de que el terror nos invada, porque cualquiera de nosotros podríamos ser los candidatos perfectos para que nuestras fotografías se impriman y peguen por las calles y se hagan marchas y protestas para apoyar nuestra búsqueda y se pida justicia en vano. Se trata de respeto a la vida misma.
Es por esto que el teatro es una herramienta distinta, nos sensibiliza, nos concientiza, nos hace preguntarnos, en algunos casos quizás hasta nos responde y nos da esperanza, es por esto que al representar un texto con una temática tan delicada —porque es parte directa de nuestro contexto como mexicanos— recae una gran responsabilidad ética en los artistas.