Quizá la fiesta deba seguir breve
Teatro breve inicio como una verbena, un pretexto para reunir en un mismo proyecto a la gente de teatro de Hermosillo. No era claro si el proyecto llegaría a buen puerto, pero lo importante para sus creadores, Alejandro Cabral y Fernando Muñoz, eran las reuniones, el pretexto de juntarse. Ninguno de los participantes sabía muy bien en qué cristalizaría y el resultado los sorprendió a todos. Aunque lo correcto aquí es decir: nos sorprendió a todos.
Tuve la fortuna de que Cabral y Muñoz pensaran en mí para conocer y registrar el proyecto y me sorprendió cómo una idea tan sencilla, un mecanismo tan simple (obras de 15 minutos sobre un tema escogido al azar, rifados ente directores que no sabían el autor, 4 obras por día, hacía un espectáculo) visibilizaba lo que por evidente se había olvidado. El convivio, el apoyo entre colegas que, pese a las diferencias, quieren lo mismo.
Con esta edición de Teatro breve hablamos de un proyecto que no murió en su primer esfuerzo, que no solo logró convocar y desarrollar su primer objetivo, sino que los resultados fueron tan positivos que quisieron seguir adelante y que incluso se sumaron más personas, más autores, más directores, más funciones, más invitados especiales, ¿más público?
Es común pensar que más es mejor, pero a pesar de que comparto el gusto y la emoción de este proyecto, veo que está al punto del colapso y pienso que si se insiste en el modelo en lugar de crear comunidad pueden terminar con un gremio más dividido. Que un modelo se agote no significa que fracasó, lo importante está en entender sus alcances. Esa primera edición de Teatro Breve fue luminosa y conmovedora, la segunda se siente más mecanizada.
La primera edición de Teatro breve fue reveladora , no solo por la convivencia de hacedores de teatro de una misma ciudad, sino por el trabajo de directores, autores y actores. El año pasado yo presencié un auténtico muestrario del teatro en Hermosillo, me impresionaron muchos de los actores por su energía y presencia escénica, algunos directores por capacidad de generar un lenguaje propio en 15 minutos y los autores, que con un tema determinado buscaban las aristas y darle la vuelta. Teatralmente fue una experiencia muy atractiva, también.
En esta segunda edición, veo a los mismos actores (la mayoría, no todos) mal dirigidos, o fatigados, quizá. No los justifico, pero entiendo que no es el estreno, que es la recta final de una temporada de cinco semanas y una semana especialmente baja de público porque en este momento también está el Festival Un desierto para la danza. En un proyecto donde lo importante es la comunidad, el encuentro y los procesos me parece que es un error, y que lo desgasta, que sea una temporada. Además, es más el gasto que implica la publicidad de la temporada, tener a alguien en taquilla que lo que se recauda.
Es imposible que no se creen expectativas, el primer año no las había y por eso fue tan sorprendente. Este año veo menos entusiasmo creativo y lúdico. Todas mis observaciones las compartí ya con Alejandro Cabral, Fernando Muñoz, Juan Carlos Valdez quienes junto con Nayeli Sedano, llevan las riendas del proyecto, por supuesto ellos también sienten algunas pérdidas, pero me compartieron también las mejoras. Más comunicación entre los participantes, el hecho que ya no lo vean como un proyecto de otros, sino también propio, de modo que se reparten más las tareas y las ganas de seguir adelante con este proyecto y sobre todo, mayor presencia como gremio. Obtuvieron mayor apoyo de Instituto Sonorense de Cultura de modo que ahora pudieron tener varios invitados (Alejandro Román, Martín López Brie, quien suscribe y falta todavía la visita de Rubén Ortiz) con una serie de conferencias e intercambios con los teatristas de Hermosillo. De modo que es un proyecto que sigue creciendo y cambiando. Quizá en su caso, crecer no significa ser más grande.
Las obras
De lo más destacable de esta emisión de Teatro Breve fue el teatro para niños. El año pasado no hubo una sola obra dirigida a este público, este año hubo un día dedicado a ellos y fue, sin duda, el mejor día de Teatro Breve.
De las dramaturgias rescato Variopinto: Amor de Roberto Corella dirigida también por él, con un reparto muy joven pero sólido, sugiere un mundo en guerra o un Post-Apocalipsis, según el gusto del espectador, ya que en escena solo hay un encierro del cual no se habla, el mundo externo no existe o, mejor dicho, se quiere ignorar y para ello dos personajes recurren a inventarse historias de amor.
Un texto para todo público, Mi abuela y el Teacher de Juan Carlos Valdez quien escapa del lugar común que reprocha a los adolescentes su enajenación con la tecnología al exponer la enajenación de los adultos con la televisión y sus comerciales. Sobre el mismo tema, Una buena conversación de Imanol Caneyada, no alcanza a construir otra idea, pero es interesante por la una atmósfera donde parece que algo sucederá y nada pasa. Dejando una sensación de vacío, de rutina. La dirección de Julio Perea resolvió la obra muy bien compartiendo con el público «la conversación virtual» mediante proyecciones precisas, volviendo el silencio dinámico, además de contar con buenos actores, Cristina Vázquez Bátriz y Daniel Iván Campos. Por último, Deseo de cumpleaños de Beatriz Noriega, una historia sencilla, redonda con humor y sarna sobre la familia.
De las obras Floresta de 1280 x 720 píxeles ardiendo en el corazón de mi deadline de Carlos Iván Córdova y Kairos de Salvador Flores entendí poco o casi nada, porque las propuestas de dirección (Isaac Velarde y Luis Daniel Soberanes, respectivamente) fueron confusas y en ninguno de los dos casos se recortó mucho el texto. Me parece que en ambos casos falta precisión en la construcción de discurso escénico, las ideas quedan sueltas y en lugar de sumar, los diferentes elementos confunden al espectador. En el caso de Kairos, había elementos muy atractivos, pero sin sustento.
En dirección, Saúl Barrios me quedó a deber. El año pasado bajo su puesta en escena de Después de la fiesta, un texto divertido y dinámico de Carlos Iván Córdova (quién ahora tampoco pude apreciar, pero por que cortaron su texto), fue una de las mejores obras y tenía mucha expectativa de reencontrarlo este año, pero su dirección del texto de Jorge Luis García Fuentes, Siempre nos quedará Marruecos fue insípida: no buena, no mala. Ya será en otra ocasión.
Por otro lado, la obra Robota de Gerardo Peña contó con una dirección afortunada de Gabriela Ainza y en especial con una actuación muy carismática de Perla López Peñuelas. LamasCara Dinámica de Hugo Sosa propuso otra forma de participación tanto con el público, como dentro de la propia dinámica de Teatro breve, por lo que fue llamativa.
Y por último, la directora que me ha parecido más constante en su trabajo, Verónica Vázquez Heiras, quien tanto el año pasado como este presentó trabajos bien depurados, limpios, con buenas actuaciones. Deseo de cumpleaños fue su obra este año con Luz Karen Valencia, Daniel Molina y en video (muy bien sincronizado y medido, lo que habla de la precisión del trabajo) Eva Lugo.
Solo me queda agradecer a los teatristas de Sonora que me dan la oportunidad de conocerlos y la confianza para acompañarlos.
Conoce más de Teatro Breve en: http://teatrobrevesonora.info
3 mayo, 2016 @ 11:34 pm
!!!!Hola!!!!
Y qué te pareció la obra de «Tu vivo retrato» de Carlos Sánchez que dirigió Hilda Valencia ?????? No tuve oportunidad de verla pero estuvo dentro de la programación de Teatro Breve Hermosillo.
Saludos