Pinocho, Escritores y Dios entre mortales
Adelina Bello
Pinocho con botas…
La obra fue presentada el sábado 9 de abril del 2016 en el Rincón de los títeres en la ciudad de Xalapa; a cargo de la dirección David Aarón Estrada.
La puesta en escena dirigida a niños y toda la familia fue interesante y dinámica. Cuenta la historia de Pinocho, personaje clásico de los cuentos quién no quiere seguir más en su propio cuento y decide colarse a otros cuentos en búsqueda de la libertad en su camino se topara con algunas dificultades.
La obra es muy animada, con trabajo de voz y cuerpo muy llamativo; digerible para todos los espectadores infantes y sus acompañantes mayores, no se quedaban atrás con las risas, disfrutando el espectáculo. El espacio funciona pues el espectador no pierde detalle, el teatrino giratorio con varias caras en los lados y frente, hacía que fuera todo muy fluido. Muestra una dirección bien pensada y limpia. Los espectadores disfrutaron y los niños interactuaban desde sus butacas gritaban o contestaban a las preguntas.
Escritores, personajes y ficciones. En tono sepia
La obra escrita y dirigida por Mariana Reskala presentada el día miércoles 6 de abril del 2016 por motivo del Festival del Día Mundial del Teatro en la Facultad de Teatro de la Universidad Veracruzana utiliza dos recursos notables en escena. El primero son los cuatro frentes el cual no es funcional porque los actores dan la espalda todo el tiempo a muchas direcciones tapándose a sí mismos y dejándome ver poco menos de la mitad de la obra. El bajo volumen de los actores perdía el dialogo y hacía que los espectadores se perdieran.
El segundo recurso fue el color predominante café y sus derivados en función de todo el montaje, esto resultó funcional pues hay una sintonía que sumerge en una ficción donde no pierde detalle; remite a lo cálido, madera y ermitaño.
El discurso es interesante, habla de la dualidad Dios-Hombre una lucha incansable por el control y empoderamiento, la obra es corta, pero no fluye debido a oscuros innecesarios y confusos.
Dios entre mortales. Pecado dejarlo solo.
Una religiosa obra con ocho actrices en escena y un acompañante peculiar. Cualquiera puede ser el sacerdote cuestionado por las confesoras sobre lo que deberían hacer. La responsabilidad dada a un sacerdote se refleja en un espejo común lanzando la pregunta al público: ¿Qué haría yo, que le diría yo? La tensión mantenida entre risas cuestiona y señala la represión sexual en las mujeres; las ocho mujeres que están confesándose.
La función arranca con fuerza ante la curiosidad de querer escuchar los pecados de dichas mujeres; usan el recurso de distanciamiento haciendo pasar a un espectador cualquiera al escenario obligándolo a asumir el papel de sacerdote y pasar con cada mujer a confesarla. Funcionó al principio, pero después de la tercera o cuarta confesada resultó monótono y cansado. Eso sin contar que el pobre chico no sabía cómo reaccionar o qué decir ante las preguntas hechas por las mujeres que contándole sus pecados pedían una respuesta.
El público fue buen acompañante de este “extranjero” metido a la historia estando al pendiente de qué decía o hacía. Me pareció un fenómeno interesante ver cómo el público protegía (por así decirlo) o apoyaba al chico que pasó al frente estando en constate atención de lo que hacía y reaccionando a la guardia de lo que las actrices le dijeran. Al final el chico perdió toda inhibición y comenzó a conversar con las actrices dándole respuesta a sus preguntas tomando el protagónico de una historia que no era suya. Pero las actrices supieron resolverlo bien; en especial las dos últimas, ya que no perdían el hilo y lo encaminaban a regresar a la historia que debía ser contada.