1er Encuentro Nacional de Jóvenes Dramaturgos
En el marco del 2º Festival Internacional de Teatro Escena Abierta (FITEA) se realizó el 1er Encuentro Nacional de Jóvenes Dramaturgos con la presencia de (en el orden en que se leyeron sus obras) Jimena eme Vázquez, Rafael Pérez de la Cruz, Fernando Leal, Adriana Bandín y Gabriela Román, de cuyos textos se habla en otras notas de esta sección.
El encuentro fue orquestado y coordinado por Manuel Barragán, él convocó a 10 autores quienes enviaron sus textos y esos mismos 10 escogieron 5 textos para ser leídos, una forma interesante para la selección. El encuentro se acompañó por un taller con Jaime Chabaud y las funciones del FITEA, que alimentaron la discusión durante la semana.
Además de los textos y las observaciones sobre ellos, fue muy importante la participación de la comunidad teatral moreliana. Además de los lectores y participantes morelianos en el taller de Chabaud —que asistieron prácticamente a todas las lecturas—, varios maestros de la Licenciatura de Teatro llevaron a sus alumnos, si bien se trató de un público reducido era el público adecuado y se generaba fácilmente una discusión muy concreta sobre los textos y formas de teatralidades.
Algo que pude observar sobre el teatro en Morelia —y que compartí en las observaciones— es que falta desarrollar más la dirección escénica. Los estudiantes de la Licenciatura de Teatro son muy solventes actoralmente y aunque entienden la dirección escénica necesitar desarrollar más herramientas por lo que el Encuentro de Dramaturgos va como anillo al dedo, pues una puesta en lectura es un ejercicio de análisis y síntesis básico para la dirección.
Al término del encuentro se hizo una reunión plenaria con los autores, directores, algunos actores, el coordinador del encuentro y muy importante la Coordinadora del departamento de teatro, Selma Sánchez. También estuvo presente la ex coordinadora de ese departamento, Cardiela Amezcua acompañando el Festival que ella ayudó a gestar. La plenaria fue íntima y cordial, donde valoramos virtudes y cosas a mejorar.
Es muy notable el ambiente de trabajo en que trascurrió todo el FITEA, Michoacán es uno de los pocos estados que tienen sedes alternas de sus festivales en municipios fuera de la capital y que además la coordinadora de teatro estaba presente en los eventos, no solo para dar las gracias y aparecer en la foto como a veces ocurre sino como parte de la comunidad teatral que incluía a la anterior coordinadora Cardiela Amezcua quien estaba apoyando a la actual coordinación, sin ninguna obligación más que la ética profesional, realmente un equipo de trabajo comprometido.
Hubieron dos obras más dentro del Encuentro de dramaturgos, una lectura espontánea entre los autores invitados del autor más joven participante en el encuentro de Lagos de Moreno, Jal. quién solo asistía como invitado al taller, Aarón Alba. Está dinámica fue la culminación del encuentro, un momento propio de los autores comentando entre pares, pero también cuestionando el texto.
La última obra fue Antonia de Manuel Barragán, programada para cerrar el FITEA y que es la obra más reciente de este joven autor, además de coordinador del Encuentro.
Antonia

Antonia, foto de Ramón Merino.
Es una reescritura de Antígona de Sófocles ubicándola en el contexto rural michoacano de las comunidades con autodefensas y se vuelve un drama político. Dos hermanos se enfrentan, uno militar enviado a masacrar al pueblo, el otro defendiendo a su pueblo, pero a quiénes defiende en ese pueblo. La obra está pensada para un espacio abierto y pequeño, un patio, y la dirección so supo resolver bien el cambio de espacio, la propuesta del escenario en cruz, además de que es esquemática para un funeral dificultaba la visión para el espectador que siempre estaba viendo la obra de lado. La inmersión en el espacio que se propone donde los espectadores somos los dolientes del velorio deviene costumbrista, una forma de teatro que ya vemos poco y que apela a una teatralidad extraña pues sí existe una cuarta pared, solo que estamos del mismo lado que los actores y esa ilusión es imposible de sostener.
En Antonia no hay nadie libre de culpa, están las autoridades municipales, «los otros» (a quienes nunca se nombra), lo militares y en medio piezas que juegan en un bando y en otro. A diferencia de Mendoza donde el mito de Macbeth siempre está presente, va y viene, pero nunca se aleja, creo que Antonia sí se separa más de Antígona y quizá la referencia a los males de la familia y de forma explícita a Edipo no abona a la trama, pero es lo único que se siente un poco fuera de lugar en la dramaturgia, que por otro lado está muy bien pensada con un personaje cómico, un policía, que solo acentúa lo irremediable y absurdo de la situación que es nuestra tragedia contemporánea.