Teatro para qué y para quién
La jornada del miércoles en el FITEA inició con la lectura de Callback, una comedia negra de Fernando Leal con diálogos muy ágiles e ingeniosos que llevan a los personajes a perderse en una situación irreal, pero preferible a su soledad y su fracaso. La obra corrió bien y los personajes son entrañables pero me pareció que se incluye el tema del narcotráfico de manera forzada. La recepción del público fue positiva y quedó claro que directores michoacanos se sienten más cómodos trabajando con teatro dialogado que identifica personaje con actor.

Hunab´ku y los veinte signos sagrados del ritual de Vicente Montañez
Después siguió la mesa de reflexión que tuve el gusto de conducir dentro del coloquio, ésta giró en torno a las preguntas ¿teatro para qué y para quién? Con las participaciones de Javier Cervantes, Sandra Rangel, Noemí Uribe, Copérnico Vega, Gunary Prado, Everth Yamil y Erandini Alvarado se compartieron procesos creativos y de producción de los grupos morelianos representados en la mesa. Por supuesto al único punto que llegamos es que estás preguntas son muy amplias y que no necesariamente tienen respuesta, pero en un momento Noemí Uribe planteó que si bien el para qué es un motor personal, en ocasiones se hace teatro con una exploración muy personal que no hace participe al público y que es cuando, según sus palabras, «no está padre». Lo recupero porque creo que fue justo lo que sucedió con la segunda obra presentada en ese día, Hunab´ku y los veinte signos sagrados del ritual de Vicente Montañez, una exploración sobre el imaginario prehispánico que no logró sostener la atención del público.
La función de las seis fue Paso de dos con el grupo leonense Luna Negra. Eduardo Pavlovsky, el autor de obra, es un referente del teatro argentino pero este texto se siente datado. Es una exploración por espacios límbicos y de deseo que no están resueltos de manera interesante en la dirección de Daniel García Belardinelli. El final es muy poderoso, con un acto muy sencillo (el silencio) la mujer cambia la relación de poder en esta pareja sadomasoquista, sin embargo pasa casi desapercibido. Sin embargo, la obra mantiene el suspenso en el espectador y los momentos más potentes son cuando los actores (María Eugenia Jones y Francisco Javier Márquez) dejan las palabras grandilocuentes e interpretan el texto con sus cuerpos en una coreografía a la vez seductora y violenta.