Patán, un perro muy reflexivo
Hace poco más de tres años, el grupo A la deriva Teatro de Guadalajara, Jal. llevó a escena la obra Hazme un hijo de Enrique Olmos con la que participaron en la 34 Muestra Nacional de Teatro en Durango. Sin duda, uno de los atractivos de la obra era el personaje de Patán, el perro de la familia, interpretado con simpatía y pericia por Alejandro Rodríguez.
De esta experiencia, Alejandro trabajó con el autor para crear un unipersonal con ese mismo personaje y aunque es dirigido por Fausto Ramírez y escrito por Enrique Olmos, Patán, monólogo para un perro cuya vida es sueño tiene mucho de la esencia y creación del interprete, algo que se ha vuelto una característica en los unipersonales y por lo que son tan concurridos por los actores.
Patán, es un perro que gusta del punk, es informado, con posturas ideológicas comprometidas y participa en causas sociales mediante las redes, aunque solo conoce la vida a través de la reja de su jardín. Pero algo sucede que lo hace confrontarse con su vida de confort suburbano.
La actuación sencilla y potente de Rodríguez resulta conmovedora y eficaz. Un trabajo que apuesta por la palabra, el cuerpo del actor y la complicidad del espectador, de modo que no es necesario ilustrar el personaje perro, sino que se construye a través de guiños gestuales.
Aunque la puesta en escena en general es dinámica, tiene momentos en que se pierde la tensión y que no se crean las imágenes evocadas. El texto contiene intertextualidades que juegan a ser evidentes, el símil entre el personaje de Segismundo de La vida es sueño con un perro abandonado a morir en una azotea es muy afortunado y a partir de eso se estructura el texto, sin embargo algunas otras intertextualidades son excesivas, ilustran en lugar de construir convirtiéndose en muletillas de adorno al texto. Sin embargo, sí genera un discurso en varios niveles con imágenes que se traslapan en la imaginación del espectador en un complejo y sutil juego de espejo entre el perro y el ser humano.
Patán, monólogo para un perro cuya vida es sueño es una exploración bien coordinada entre el texto, la dirección y la interpretación, una obra potente en su aparente sencillez que inauguró el Primer Festival de Unipersonales del Foro Área51 en la ciudad de Xalapa, Ver.