Cuando el teatro se mete contigo: Reformulado
Hace un par de días escribí sobre mi experiencia personal al ver Reincidentes.
Tras recibir una serie de comentarios negativos respecto a la nota, pedí a Alejandra Serrano, me hiciera el favor de quitar dicha publicación de la página.
No tengo problema alguno en escuchar las críticas u opiniones de las personas respecto a lo que escribo, a nadie le gusta recibir malos comentarios, eso es seguro, pero a veces son necesarios y se suele aprender más por las malas que por las buenas.
Lo que no consiento son ataques personales de individuos que ni siquiera te conocen, que no entienden tu contexto y que más que buscar hacer una crítica o reflexión, sólo quieren lastimar por goce personal y más aun haciéndolo por medios cobardes.
Se ha hablado estos días en la MNT sobre la falta de críticos en nuestro país, pero, ¿Cómo podemos esperar lo contrario cuando se ataca a quienes están tratando de hacerlo?, Cuando destrozamos y desanimamos por completo a las nuevas voces que apenas comienzan.
No pido condescendencia ni palmaditas en la espalda, agradezco por ejemplo que personas como Luis Enrique Gutiérrez Ortiz Monasterio se tomen el tiempo de leerme y comentar de manera crítica, pero sobre todo, respetuosa.
Admito que mi primer nota fue impulsiva, me vi cegada por la adrenalina y ansiedad del momento que formulé un texto casi vomitado que poco o nada decía sobre la puesta que vi.
Del mismo modo ahora pienso que fue impulsivo pedir a Alejandra que quitara la nota.
Tras desanimarme por completo de volver a escribir, para luego comprender que estos son los gajes del oficio y debo hacerme responsable de lo que digo, he decidido replantear mi texto y lo que de verdad me parecía importante decir y no dije.
Para esto, sería justo comenzar hablando no de Reincidentes, sino de una puesta que vi hace tiempo.
Hará unos tres años –quizás más– que Jesusa Rodríguez impartió un taller en Chihuahua. Como resultado de dicho taller, mostró una obra de la que ahora lo único que recuerdo, es que criticaba al PRI…y al PAN…Y al gobierno en general.
En algún momento de la obra, se tocaba el tema de las mujeres desaparecidas, una triste realidad con la que lidia mi estado.
Comenzaron a llenar el escenario con carteles, esos que tienen la foto de la persona desaparecida y dicen “se busca”.
Me impacté al reconocer en la fotografía a la entonces novia de mi hermano que desde hace seis años a la fecha continúa desaparecida.
No dudo que muchos de los espectadores se sintieran conmovidos y tocados por el tema, pero estoy segura que con ninguno de ellos, la escena se metió como lo hizo conmigo.
Incluso no dejaba de pensar, que si la mamá o las hijas de ésta chica desaparecida hubieran presenciado la puesta, hubiese sido un shock terrible, más aún cuando en ese entonces era difícil explicarle a las niñas que su mamá había desaparecido y la versión que ellas tenían era que estaba “de vacaciones”.
Estoy segura que quienes se encargaron de imprimir esos papeles, simplemente tomaron la foto de la base de datos de desaparecidos, sin realmente pensar a quién podía llegar.
Después de esa experiencia, el teatro no volvió a meterse conmigo de manera tan directa como hasta hace unos días al ver Reincidentes.
En mi anterior nota comentaba, a grandes rasgos, que en Reincidentes, obra de David Gaitán y Alonso Ruizpalacios, inspirada en los relatos clínicos de Oliver Sacks y dirigida por Alonso Ruizpalacios con la cía. Todas las fiestas de mañana, que más que obra es una especie de experiencia/experimento/terapia con turéticos, el espectador es bombardeado todo el tiempo por estímulos auditivos, sensoriales y visuales muy poderosos, que en mi caso, debido a cierta condición, me provocó un ataque de ansiedad que fue lo bastante serio como para que necesitara ayuda de dos compañeros becarios para poder tranquilizarme.
Nuevamente el teatro se había metido conmigo de un modo distinto al resto de los espectadores.
A la reflexión que quiero llegar es si como creadores somos conscientes de lo que puede ocasionar nuestro trabajo, si realmente estamos preparados para atender cierto tipo de situaciones específicas.
Si, como mencionaba Alejandra en el caso de Rompecabeza, los creadores estaban preparados o eran conscientes de que una situación como la que vivieron podía suceder.
Pienso que no, ninguno imaginaba que eso llegase a ocurrir y debido a eso, tampoco supieron a bien cómo accionar.
Sería egoísta pensar en mí como un caso aislado, estoy segura que como yo, muchos otros espectadores se han enfrentado de manera similar a algún suceso escénico.
Cuando el teatro se mete contigo de manera tan personal es imposible mirarlo con otros ojos.
“La materia prima del drama es la vida”, dice Bentley, pero al decir “la” vida, rara vez lo pienso como “mi”vida.
Quizás de todo esto no exista una solución como tal –pues de entrada no creo que se trate de una problemática– tal vez sólo quede por decir que el mundo es muy pequeño y está lleno de coincidencias y probabilidades extrañas.
Por mi parte espero que siga siendo el teatro quien se meta conmigo, y no personas con afanes destructivos. Ahora me atengo a mis palabras, ésta nota no se borra. En el peor de los casos, simplemente los rediccionará a un sitio de porno ruso, que si lo piensan, no es tan malo.
Ver nota original: http://teatromexicano.com.mx/5026/cuando-el-teatro-se-mete-contigo/
21 noviembre, 2015 @ 11:47 pm
Entonces, ¿habría que decirle a los creadores «tengan cuidado, alguien se puede estresar viendo y oyendo su puesta; ¡NO SEAN DESALMADOS, TEATREROS!» (Dadá vuelve a morir… aunque su influencia siga viva). Por otro lado, porque el Teatro se metía directamente con los griegos y sus creencias religiosas llegó a los niveles de reflexión sobre la existencia a los que llegó, no pensando en no lastimar «pieles finitas» (de ser así, no habrían surgido los Shakespeare, Lope de Vega, Tirso de Molina, Alarcón, Moliére, Hauptmann, Strindberg, Jarry, Lorca, Artaud, Gutai, Fluxus, Accionismo vienés, los happenningas del Living Theatre, los performances de Ehrenberg, el Teatro Pánico de Jodorowzky ni la maravilla creativa que supone La Fura dels Baus). . . Si nuestra visión «apolínea» de la existencia no soporta la «dionisíaca», mal vamos, mal vamos.
25 noviembre, 2015 @ 5:22 pm
Creo lo mismo que Mario, la próxima vez busca una butaca cerca de la puerta y salte, o indaga con alguien que haya visto la obra y te platique de que va, o también volviendo al tema que planteas acerca de los criticos, deberían los teatreros no tomarse personal las critcas, pero ¿Cómo no? si las criticas SÍ se meten con alguien en especifico, normalmente llevan nombre y apellido.
26 noviembre, 2015 @ 9:53 pm
A los dos primeros comentarios:
Ustedes, que tan rimbombante lenguaje pretenden usar, parece que batallan con el español contemporáneo de Valeria, o algo así. En primera, no es una crítica, es una opinión con un toque de reseña, una reseña positiva en todo momento.
Valeria desnuda, nuevamente, sus emociones crudas de la puesta en escena que vio, indicó lo que la hizo pasar, corroborando con eso que la fe o verdad escénica que se vive con esta puesta es magnífica, es algo que la hizo sentir tan agredida por lo bueno que fue, por lo real, y ella indica en sus dos escritos sobre esto de forma bastante clara, con todas las letras ella recomienda la experiencia que Reincidentes le hizo vivir. No que con tan positivos puntos esté diciendo a otros profesionales de la materia teatral que se alejen de expresiones similares a la de Reincidentes y que además tengan cuidado con el espectador, sino todo lo contrario, incita a que más espectadores vivan experiencias así yendo a obras así, y con ello también a más creadores a seguir produciendo arte así.
No entiendo ahora ¿A qué se supone que vienen esos comentarios o sugerencias de que ella se aleje del teatro porque no lo aguanta? Porque es ahí donde se equivocan grandemente, no sólo lo aguanta, lo procesa mucho mejor que ustedes, es una conexión tan fuerte que ésta le agrede, es una catarsis verdadera y no sólo adrenalina por la sinestesia del estímulo auditivo y visual, es algo verdaderamente personal como lo plasma, pero no deja de ser una clara reseña positiva para Reincidentes.
Es claro que ustedes la atacan porque, en primer lugar, no entienden el teatro o el arte en general verdaderamente, porque son incapaces de reconocer una opinión tan honesta y verdadera como la de Valeria y se quieren hacer pasar por intelectuales del teatro, siendo innecesariamente rimbombantes, pretendiéndola hacer sentir inferior, y en segundo, como no reconocen estas opiniones tan claras es obvio que ustedes no han experimentado sentimientos tan elevados como los que ella sí, y si no los han experimentado muy poco se puede decir de su nivel de apreciación, criterio y sensibilidad.
Y además parecen ser de capacidades cognitivas limitadas, debido a que ella, en ambas notas, sólo se ve alabando a la obra, no hay parte alguna en la que se le vea atacándola, no sé de dónde sacan esa hostilidad, a menos que tampoco sepan leer bien y o tengan la mala costumbre de sólo leerla por encima y el resto del combustible para su hostilidad fueron sus prejuicios contra una voz nueva que se atreve a ser real con sus opiniones y no una reseña del montón, tildándola de exagerada o falsa.
Dice muy poco de ustedes lo que ponen en sus comentarios, sólo eso. Nada cuesta ser más humilde al pensar y al actuar, además que eso del bullying los hace ver más patéticos de lo que ustedes supongo quieren hacerse percibir. Sean más coherentes, «teatreros».
Con respecto a la nota: Valeria, ambas notas son muy buenas, y plasmas de una forma muy concisa tus puntos de vista, así como también la gran experiencia que se vive con la obra. Quizá deberías pulir ese estilo de crítica-opinión-reseña que estás manejando, hacerlo quizás más sobrio o específico como alguno de los tres para que la gente pueda comprenderte a las primeras. Pero no cambies la esencia, espero seguirte leyendo, espero sigas haciendo reseñas-opiniones como las que hiciste sobre esta obra, y me gustaría pudieras brindarnos algún material audiovisual para procesar la nota con una experiencia más completa. Te deseo suerte, sigue adelante.
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