En defensa del espectador que escribe
Ayer, debido a diversos comentarios que recibió la joven dramaturga y novel periodista cultural, Valeria Loera, me pidió quitar una nota que había escrito sobre la obra Reincidentes y no por la opinión que tuviera ella de la obra, sino por lo personal de su relato.
En primer lugar, Valeria tiene que aprender a defender sus palabras y asumir que no a todos les tienen que gustar o estar de acuerdo, pero me parece sintomático que se censure —sí, es vil censura— que una persona comparta su experiencia y más aún la reacción que le produjo, a pesar de compartir algo íntimo que le produce incluso vergüenza.
Por qué si la escena se expande, no habría de expandirse la forma de hablar de ella. No me parece poca cosa poner en primer plano lo que una obra puede producir en el espectador. En esta Muestra, por diferentes motivos, al finalizar una de las funciones de Rompecabezas en una escena que sucedía en la calle, una discusión a punta de pistola y los vecinos no estaban enterados que era teatro. No fue chistoso, ni catártico fue una falta de sensibilidad, una omisión en nuestro horizonte de ideas, donde poco pensamos en las consecuencias en el público a quien buscamos conmover o lo que sea que cada quién busque con su teatro.
El relato de Valeria construye (o construía, porque ella cedió a la censura) desde el espectador, ese que posibilita el convivio y que es nuestro último lector. De qué otra cosa podría hablar Valeria, si la obra la sacudió de tal forma que intentar cualquier apreciación o acercamiento de otro tipo está nublado por su experiencia.
Me parece absolutamente incongruente despreciar el relato del espectador, querer acotar la manera de registrar y comunicar una experiencia teatral. La libertad de expresión y la libertad creativa no son una prerrogativa únicamente para los creadores.
19 noviembre, 2015 @ 5:52 pm
Me parece que están confundiendo la gimnasia con la magnesia por varios puntos:
1.- Cualquiera puede escribir sus relatos y es válido, pero no cualquiera puede escribir crítica. Se habla aquí de una dramaturga y periodista, no de un espectador que escribe, porque además de saber de cierto que no a cualquier espectador que escribe se le publica, se supone que el crítico cuenta con ciertas herramientas y saberes y que tiene un rigor intelectual que no depende de subjetivaciones o estados emotivos sino de reglas muy concretas que si bien se expanden (concedo esto) no por eso deben perder su rigor científico. Asimismo el periodismo. Cualquier expresión artística está formada por una serie de elementos que pueden ser cuantificables, cualificables y que son irreductibles, a partir de allí se hace la crítica. El estilo del crítico es otra cosa.
2.- El crítico expone a través de sus saberes una lectura o traducción del trabajo del artista en pro del espectador; reducir o minimizarlo todo a la emoción, la autorreferencialidad egoísta o a tópicos tan desgastados como la censura para defender un trabajo mal realizado o que no concuerda con el espacio asignado es una falta de horizonte crítico. Si la reflexión y el análisis se delimita al sentimiento de compartir «algo íntimo» entonces no existe punto de discusión porque no hay discurso. Esto en gran medida ha ocasionado una serie de expresiones escénicas sin ningún valor estético pero que (para alguno) es meritorio de todo tipo de atenciones; y respecto a la crítica ha ocasionado su extinción. La realidad es que no a cualquiera se le ponderan sus miradas en un espacio dispuesto a la crítica.
3.- Como dije antes no se habla de un «espectador que escribe», si así fuera no de tildarían de «vil censura» las muestras de desagrado a la crítica de una obra si bien es cierto que la voz popular no es ni debe ser determinante y que a veces se soslaya en algo o alguien. Sin embargo pasar por personal algo tan impersonal como una opinión en un espacio de esta naturaleza parece más un espaldarazo que una acción moderadora o precisamente crítica frente a un acontecimiento. Este tipo de reducciones de la complejidad genera que propuestas tan pedestres como la de «Reincidentes» tenga opción de situarse en el mismo nivel que producciones bien realizadas con más o menos escaparate. Si «cualquier apreciación o acercamiento de otro tipo está nublado por su experiencia», es error de quien escribe, del texto crítico, porque si bien es cierto que todo pasa por las emociones, el oficio de escribir una opinión crítica (no hay más, es eso), debe -porque es su compromiso- ir más allá. De otra forma, cómo podemos valorar la opinión de Valeria y devaluar la opinión de quienes, con o sin razón, educada o groseramente, expresan su descuerdo.
Que te haya gustado o no «Reincidentes» depende de los horizontes críticos propios. Que sea una obra con o sin valor, depende de las características propias de la obra, de lo que propone en escena; y aquí asistimos a una obra cuyo único valor fu el del presupuesto que se le asignó.
4.- El crítico es un creador también, con su libertad de expresión y su libertad creativa y como tal tiene cierta responsabilidad frente a la obra, frente a la realidad y frente al otro. Decir que por esta libertad, se puede blindar todo trabajo elaborado, genera gethos y cofradías de artistas, críticos y curadores que en defensa de la libertad de expresión, son incapaces de expresar o recibir una opinión contraria, opuesta o distinta a la planificada o consentida.
Finalmente me parece muy peligroso poner a tan bajo costo conceptos como «censura». Sobre todo cuando la situación de Valeria está en el nivel de las opiniones. Ahora que, si ella considera un ataque personal, desmedido y carnicero a su trabajo, qué mejor espacio para defender sus ideas.
Saludos.
19 noviembre, 2015 @ 8:29 pm
¿Me parece sintomático? Ni siquiera tiene sentido ese comentario, el uso de palabras con un sonido que les agraden no les da valídez o significado, mucho menos coherencia.
20 noviembre, 2015 @ 1:26 am
1. Buscar callar a alguien por la razón que sea es censurar. Valeria recibió comentarios desagradables de gente que no conoce vía inbox, eso me parece hostigamiento, si la discusión es pública, los comentarios deben ser públicos. Valeria es muy susceptible, no creo que lo haya manejado bien, no debimos bajar la nota. Ella cedió y en ningún momento dijo que fuera un crítica, ese título se lo adjudicó, en este caso Antonio Mejía, cuando claramente corresponde más a una crónica.
2. No hay punto de discusión con Antonio Mejía porque habla del «rigor científico» de la crítica, cuando para mí esa visión del mundo corresponde a un positivismo del siglo pasado, de la cual trato de alejarme. Teatromexicano parte desde otro lugar.