Cuando el teatro se mete contigo
No creo en las críticas “objetivas”. Cada espectador es distinto, cada uno tendrá una lectura diferente según sus experiencias de vida, gustos o ideologías.
Soy el tipo de persona que al caminar cuida no pisar las grietas o rayas en el suelo. En el supermercado, no soporto ver cuando un objeto fue cambiado de su lugar original y se encuentra desentonado con el resto de las cosas, así que tomo la manzana que está con los plátanos y la regreso a su sitio. Los calcetines los ordeno por color, textura y forma: Primero los negros, le siguen los grises, luego los de colores, después los de rayitas y luego los de rombos, y éstos se acomodan a su vez dependiendo del color que tengan las rayitas y los rombos. Odio los números nones y poner la mesa es todo un reto de composición, un ritual que debo seguir antes de probar bocado alguno así muera de hambre.
TOC (Trastorno Obsesivo Compulsivo) es el nombre correcto para describir éste comportamiento.
Reincidentes de David Gaitán y Alonso Ruiz Palacios, inspirada en los relatos clínicos de Oliver Sacks y dirigida por Alonso Ruiz Palacios, es la obra que presentó la cía. Todas las fiestas de mañana, el pasado Lunes 16 de Noviembre dentro de la 36 MNT.
En realidad “obra” no es el término correcto. La puesta es más una experiencia, terapia y/o experimento que busca desinhibir los impulsos reprimidos en el espectador.
Un grupo de turéticos reunidos porque no quieren pagar una multa por no participar como funcionarios de casilla es la anécdota principal a grandes rasgos. Pero esto, más allá de ser una situación macabra o incluso graciosa, tiene un trasfondo más poderoso: El deseo y necesidad de libertad, contrapuesta a la idea de que no podemos ser libres, o incluso si pudiésemos, no sabríamos que hacer con la libertad.
Durante las casi dos horas que dura la experiencia, se nos permite a los espectadores decir aquellas cosas que no nos atrevemos a decir, nos incitan a ser políticamente incorrectos, y, llenos de estímulos que atacan desde todas partes: visual, auditivo y sensorial, la terapia se torna en una cosa –no hay otra palabra para describirlo– casi esquizofrénica.
Hacia el final comencé a sentir una ansiedad indescriptible, pues es en esa parte específica que los estímulos se intensifican y crearon en mí un conflicto debido a mi TOC.
Pude soportar hasta el final, sin embargo, al salir del teatro, ya no pude dominar más mi nivel de ansiedad contenida, por lo cual, dos becarios de la muestra tuvieron que ayudarme a tranquilizarme –aprovecho para agradecer a Cosme y Efraín por socorrerme y no juzgarme, en verdad gracias–.
Nunca hablo de mi condición, es simplemente un tema que no toco, no digo. A decir verdad, me avergüenzo de ello. Quise externarlo pues en verdad pocas son las veces que el teatro ha conectado conmigo de manera tan directa y poderosa, y de algún modo, me hizo sentir un poquito menos incomprendida, un poquito menos avergonzada.
Reincidentes, una experiencia que yo necesitaba vivir, una experiencia que pienso, cualquiera debería permitirse vivir.