El niño Macbeth
El neurólogo Oliver Sacks comentaba que uno de los prodigios del cerebro humano era verbalizar su visión del mundo. Sin duda la imaginación del tigre es más poderosa que la nuestra, pero su melancolía proviene de la imposibilidad de hacerla explícita. Ignoro si aquel pinche chamaco llamado Alfred Jarry (1873-1907), conocía el poder de las palabras cuando puso en boca de Ubu Rey la palabra mierda, como primer parlamento de esa parodia del Macbeth, de Shakespeare, que cruzó el siglo XX como un chiste maldito sobre la irracionalidad del poder. Hoy, la sonora voz para el deshecho intestinal nos deja indiferentes, pero la noche del 16 de diciembre de 1896 causó un sonado escándalo en el teatro de l´Oeuvre, de París.
Son muchas las versiones que se han hecho en el mundo del teatro de este desahogo adolescente en contra de un maestro de escuela que sin saberlo fue el modelo de los sátrapas de toda laya que gobernaron el mundo. La broma de un estudiante tomó cuerpo en los dictadores del siglo XX que rigieron sus pueblos como niños malcriados, a base de caprichos, berrinches y crueldad extrema. En Rumania, por ejemplo, la obra se presentó en 1990, un año después del fusilamiento de Nicolae Ceausescu y su esposa Elena, y sólo duró una semana en cartelera porque el público no soportó ver la clase de tiranos que los habían sojuzgado. Lo que en otros países era una farsa de lo real en Rumania resultó una realidad de la farsa, porque el infantilismo demencial de la pareja gobernó de 1967 a 1989, superaba la parodia de Jarry (en el juicio que los condenó a muerte, él cantó La Internacional, himno proletario cuyo espíritu traicionó de cabo a rabo, y ella —la verdadera lady Macbeth— les gritó a sus jueces, en rumano: ¡Chinguen a su madre!).
Lo del infantilismo viene al caso porque el director inglés, Declan Donellan, fundador del grupo Cheek by Jowl, presenta en este Cervantino, el 16 y 17 de octubre, una versión de Ubu Rey que se pregunta por qué idealizamos el periodo de la niñez, ignorando los instintos primitivos que rigen nuestros primeros años, ya sea para el egoísmo y la crueldad o el desapego y la nobleza. Los surrealistas celebraron en los años 30 la brutal simplicidad del personaje y vieron su desvarío como una liberación del inconsciente. Ubu es también el antecedente del teatro del absurdo que exploró la cómica incapacidad de la razón para darle sentido el mundo de la posguerra. En el último cuarto del siglo XX la broma de Jarry se politizó para criticar a los dictadores del tercer mundo, aunque de México sólo recuerdo una versión titiritera de Carlos Converso.
La provocación del montaje que trae a Guanajuato Cheek bay Jowl (¿mejilla cachete de pescado?), está en la capacidad de los comediantes ingleses para decirnos virtuosa y satíricamente en el escenario que pagamos un precio enorme al civilizarnos, al convertirnos en adultos, en seres racionales, porque la razón ha engendrado monstruos tan grandes o más crueles que el impulso primitivo de ser el rey de la selva. Gracias a la capacidad histriónica e imaginativa de este colectivo, reconocido en Inglaterra como uno de los productores más mordaces del teatro inglés, la diatriba de Alfred Jarry en contra de su maestro del liceo, sigue teniendo vigencia, ahora como una lúdica invitación a recobrar la libertad perdida de Ubu, el niño primitivamente ojete que todos llevamos dentro.
Otto Minera
18 octubre, 2015 @ 11:50 pm
Es Cheek by Jowl. O sea, mejilla junto a mandíbula. Jowl refiere en especial a la mandíbula inferior. Ahí, abajito, cerquitas, de la mejilla. La expresión se usa para decir que hay gran proximidad. Por ejemplo: los mineros vivían (cheek by jowl) apretados, amontonados, encimados, en sus pobres y pequeñas casas.
Saludos, Fernando.
Fernando de Ita
19 octubre, 2015 @ 6:26 pm
Gracias, Otto, ya platicando con el rubicundo Declan Donellan me enteré que, como bien dices, es una expresión inglesa para señalar la proximidad inseparable de dos objetos o personas. En éste caso lo que éste director trilingüe quiere expresar es su proximidad con el teatro y con el público. en cuanto a la función en sí, ojalá maese Rodolfo Obregón pusiera aquí los comentarios que me hizo en WasUp.
Rodolfo Obregon
21 octubre, 2015 @ 11:42 pm
Por supuesto. Pero antes, yo traduciría libremente Cheek by Jowl como «Uña y mugre».
Rodolfo Obregon
23 octubre, 2015 @ 6:41 pm
La tesis de Donellan de Ubu como irrupciones de lo irracional es tan atractiva como la primera secuencia del espectáculo: un video por el ojo de la cerradura que revela la mancha de caca, el moco, la huella de orina en el espacio inmaculado. Pero el abuso de la idea, al colocar toda la acción en ese territorio del inconsciente, agota la convención a la tercera escena; y la falta de una auténtica transgresión actoral (franceses al fin, tan cerca de Descartes y tan lejos de Artaud), junto a un caos escénico demasiado bien organizado (ingleses al fin, tan cerca de la RSC y tan lejos de Kastorff), reducen todo a un vodevil de provocaciones adolescentes. Lamentable, en verdad, el colocar ahí, en ese espacio de risa inconsecuente, una oportunista alusión a Ayotzinapa.