El Festival debe reformularse
En 2004, por casualidad, error y persistencia, asistí a la 2ª Muestra Nacional de la Joven Dramaturgia. Luis Santillán, ahora multipremiado dramaturgo, y yo íbamos persiguiendo —cual grupies que somos— a Jorge Dubatti a quien habíamos conocido en la 3ª Semana Internacional de la Dramaturgia Contemporánea, celebrada pocos meses antes en el DF. En ese entonces, Luis y yo éramos alumnos en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM y constituíamos el 50% del alumnado del área de dramaturgia, área a la que ambos habíamos llegado por error.
Esa Muestra ha sido el evento más entrañable y, probablemente, el más importante para mí. Nunca he vuelto a disfrutar el ahora Festival de la Joven Dramaturgia como ese año. Los únicos asistentes eran los autores programados y los colados: Luis y yo. Los invitados a las mesas de discusión se quedaban a lo sumo una noche, algunos ni eso. Habían hecho invitación, incluso salió un autobús del DF para quien quisiera ir, el autobús regresó a Querétaro vacío. Sobraron habitaciones y comidas. Ahora, en los últimos años llegan hordas de estudiantes sin invitación que se acomodan como pueden.
Para la edición 2005 ya vivía en Querétaro con LEGOM. Como verán mi vida en los últimos diez años ha estado enredada con este Festival. Diez años son muchos, para mí es un ciclo que termina. Como Edgar Chías y LEGOM hacían todo solos, la logística de la Joven Dramaturgia era fatal, por eso terminé haciéndome cargo, primero de hospedajes, al final de todo. Luis Santillán se convirtió en el Director técnico cuando sin previo aviso ya no eran lecturas sino montajes y yo me convertí en la coordinadora del Festival los últimos cuatro años, cuando LEGOM y yo nos separamos. Él se quedó el carro y yo el Festival.
En estos 10 años vi consolidarse una generación de dramaturgos y surgir nuevas voces. He podido seguir carreras casi desde sus inicios como con Adrián Vázquez, quien ha participado como autor y ahora imparte un taller en el mismo Festival. He visto crecer el fenómeno de la joven dramaturgia que pasó de ser un puñado de freaks marginales a una horda enloquecida. Los jóvenes dramaturgos ahora actúan, dirigen, escriben, bailan, son Facebook stars y todavía les quedan energías para la fiesta. Yo nunca he sido muy fiestera, de hecho más de cinco personas para mí ya son multitud y me incomodo, yo creo por eso disfruté tanto esa edición del 2004, donde la diversión era reunirnos en el cuarto de alguien a beber mientras Enrique Olmos, imitando a Octavio Paz, comentaba las obras del día.
Este Festival ha sido mi espacio de experimentación, gracias a él he definido mis intereses y, por lo mismo, ahora sé que es tiempo de cambiar. El Festival de la Joven Dramaturgia es un éxito en muchos
sentidos, siempre ha superado las expectativas, es muy fructífero tanto para el público general como para participantes. Se crean relaciones, se contaminan ideas y se generan nuevos proyectos de manera natural. Pero también se ha institucionalizado, lo cual para mí ya no es interesante y no solo eso, me parece poco saludable.
La institucionalización del Festival fue gradual. Hice varios intentos para combatirlo, pero estas propuestas solo funcionaron el primer año, luego también se institucionalizaron. Ejemplo de esto es la participación en la logística de estudiantes de teatro como becarios y el ciclo de autores emergentes.
No hay nada que pueda hacer para realmente renovar el Festival, no me toca a mí, tienen que venir nuevas personas, nuevos retos, aprender y experimentar sus propias inquietudes. Este año yo no participé de la programación y no tuve ninguna decisión en el diseño del Festival, solo asesoré y apoyé a Patricia Estrada en la operación logística y traté de opinar lo menos posible, es una transición y qué mejor que sea en el año que Luis Santillán ganó el Premio Manuel Herrera, hermosa casualidad. Seguiré apoyando y defendiendo al Festival para su continuidad porque sigo creyendo en él, en su importancia y en su fuerza. Estoy muy orgullosa de lo que ha pasado con este evento y creo que renunciar es la mejor manera que tengo de agradecer
16 julio, 2015 @ 12:34 am
Tantos años ya… y gracias por tanto Ale; el Festival pasó de ser uno más en la cartelera al referente del teatro escrito por mexicanos en México. Mi agradecimiento y reconocimiento.
16 julio, 2015 @ 9:19 pm
Chile, el carro te lo pagué y la subame la tiene Linda.