El pasado miércoles se presentó Estrella Negra de Adriana Genta, bajo la dirección de Kenia Mendoza, dentro del marco de la 24 muestra estatal de Teatro en Chihuahua.

El monólogo narra las desventuras de una mujer negra, esclava y madre de un pequeño “chubito” que como bien dice Estrella en varias ocasiones, viene a arruinarle la vida y estropearle sus sueños de fugarse con el general Artigas, su amor platónico.

Ocurre un fenómeno extraño en Chihuahua, parece ser que todos los creadores generan sus trabajos para presentarlos en espacios o foros de pequeño formato, y al momento de llevarlos a un sitio como el Teatro de los Héroes, el trabajo pasa a perderse y desmerecer, como ocurrió en este caso con Estrella Negra.

Dirigir es tomar decisiones, acá se decidió no aforar el teatro, lo que no fue lo mejor para la actriz que, a pesar de su buen desempeño, no logra sacar a flote el proyecto, pero eso es algo que pienso, no depende de ella.

Volviendo al tema de las decisiones, me intriga la elección del texto, descontextualizado de la actualidad y de la región, lo cual no considero un problema, pero si me pregunto qué quería decirnos la directora con él, por qué era importante para ella llevar ese texto a la escena, que dicho sea de cierto, resulta aburrido dada la redundancia que conlleva, dándole rodeos a un mismo asunto que pudo resolverse de manera concreta.

Un falso final maravilloso, se convirtió un engaño cruel para la audiencia. Menos es más, pero en este caso fue de más a más, y más fue demasiado.

También hubo decisiones acertadas, la música en vivo fue sumamente gozosa y un aporte de mucho peso para la actriz, pero insisto, ni la actuación ni la musicalización juntas lograron salvar el texto,  la dirección más que crear se dedicó a resolver y no siempre de la mejor manera.

El éxito en el hecho teatral radica en la perfecta armonía de todos los elementos y si uno de ellos falla, no siempre los demás lograrán salvar el resto.