FUT: Maestros, alumnos y distinguidos invitados
El Festival Universitario de Teatro tiene un formato que no he visto en ninguna otra parte, se trata de un laboratorio práctico de la Licenciatura en Teatro de la UABC en el que los estudiantes operan el festival. Este experimento didáctico se lleva a cabo bajo la dirección de Jorge Folgueira y Esmeralda Ceballos.
Sin embargo, no hay que confundirse, el FUT no es un festival estudiantil, por el contrario, es de gran exigencia logística porque presenta puestas en escena de diversas partes del país (incluyendo a la Compañía Nacional) y, además, incluye un circuito de gira de las obras por Mexicali y Ensenada.
La 19º edición de este festival fue dedicada al público —aunque no a los niños—. Se presentaron propuestas de teatralidades muy diversas, pero que no alejaban o incomodaban al espectador, por el contrario, todas las obras lograron buena conexión con la audiencia. La entrada fue gratuita y al finalizar las funciones había un espacio para dialogar con los grupos, el conversatorio, y mucha gente se quedaba solo para decirle al grupo lo mucho que les gustó su trabajo, un logro en sí mismo.
Otra característica particular del FUT —y diría que de la UABC— es la convivencia profesional de alumnos, maestros y ex alumnos, además de los invitados. Quizá esto pueda parecer obvio, pero no es lo más común, de hecho, en nuestras escuelas de teatro lo menos frecuente es que los maestros presenten su trabajo a los estudiantes y mucho menos como colegas. Así, por ejemplo, en este festival vimos a Ángel Norzagaray en dos modalidades: Actuando la obra de R. Cossa, Yepeto (que dirigía otro maestro y director artístico del FUT: Jorge Folgueira), y dirigiendo la obra de Daniel Serrano (Director de la Facultad de Artes), Los herederos del imperio con el grupo Mexicali a secas. También vimos Asfixia erótica bajo la luna de abril dirigida por Ricardo Delgadillo (Guadalajara) con texto de Mario Cantú Toscano (Coordinador de la Licenciatura). Todas son obras con muy buena factura y aunque apelan a teatralidades diferentes, en conjunto fueron las más tradicionales de la programación, junto con Las bodas de Camacho el rico, de Sergio Galindo.
Las bodas de Camacho el rico es la segunda parte de la trilogía de Alonso del Saguaral, una reapropiación del Quijote que hace Galindo en verso norteño. Un manejo de lenguaje que no he visto en otro lado, aunque como suele pasar las primeras partes son las mejores.
Por el lado de los alumnos estuvo la obra La ópera de dos centavos dirigida por Jorge Folgueira —la cual no pude ver porque solo se presentaron en Mexicali— así como No pude detener los elefantes y Un tigre me persigue un díptico escrito y dirigido por Mario Cantú con alumnos de diferentes semestres de la licenciatura. Esta fue una de mis obras favoritas del festival y aunque las actuaciones eran disparejas y no mantenían el mismo nivel de energía durante la obra (con excepción de Edén Villavicencio y Daniela Pérez), era un trabajo profesional en todos sentidos.
De los egresados de la carrera vimos a Teatro del incendio con dos obras: El patético Dios con prótesis escrita y dirigida por Gilberto Corrales (quien actúa junto a Norzagaray en Yepeto) y La Mama Cabaret, unipersonal de Gonzalo García González. En la primera de estas obras fue claro que la cercanía profesional de los maestros de la UABC con sus alumnos no es impositiva, pues la búsqueda teatral de Corrales es muy diferente a la de Norzagaray o Folgueira. Una obra que explora lenguajes interdisciplinarios, que construye sus textos desde el actor. Este es un grupo al que vale la pena seguirle la pista, porque si continúa madurando su lenguaje y la forma de abordar sus discursos va a ser uno de los más importantes del país.
Por último, los distinguidos invitados que perfilan la importancia nacional del festival fueron Soneto para dos almas en vilo escrita y dirigida por Martín Zapata; Érase una vez de Jaime Chabaud, dirección de Marco Vieyra con el grupo Carretera 45; Los corderos escrita y dirigida por Daniel Veronese; La paz perpetua de la Compañía Nacional de Teatro; además de Las bodas de Camacho el rico y Asfixia erótica… Como se puede observar, esta selección es un variado menú teatral con algo en común: propuestas que no generaban rechazo en el espectador. Por supuesto, cada quien tendrá sus preferidas.
En un festival que propicia el encuentro con los creadores, el encuentro de distintas teatralidades, que fortalece a su comunidad y que es un laboratorio didáctico, qué más se puede pedir.